Deseando el bien a los demás

Una persona libre de malicia es una persona feliz. Una persona que avanza por amor al mundo, es una persona que fácilmente va a trascender. Cuando tu vida se convierte en un acto de gratitud, todo lo que vives encuentra sentido.  Para trascender es importante evitar la crueldad, los pensamientos negativos hacia otros, los comportamientos, actitudes o acciones que sabes que dañan a otros, como decir cosas que puedan dañar a otros hasta alimentarte de productos que sabes que pueden estar contaminados dañando el planeta o vestirte con ropas que han fabricado niños, adolescentes o personas esclavizadas.

Muchos trabajos y actos que realizamos al cabo del día pueden hacer sufrir a otros seres vivos.  Poco a poco en el camino interior vas despojándote de estos actos y pensamientos, evitando toda lucha con tu alrededor.

Cuando alguien nos hace mal, podemos practicar la compasión deseando el bien para esa persona, para su camino de vida y para su familia.

Así podemos realizar un trabajo para nosotros mismos y para los demás practicando el amor compasivo comenzando por todas aquellas personas que nos han echo daño en la vida. Es fácil realizar este trabajo desde el sentimiento de que uno es mejor por saber perdonar, por ello evita todo orgullo en tu deseo y piensa y siente que esa persona es igual que tú, la luz de Dios brilla en su corazón igual que en el tuyo y esa persona avanza hacia un destino maravilloso de iluminación, amor, felicidad, paz…

Cuando pienses en aquella persona que sientes extraviada, ilumina su camino y se consciente que no está extraviada, sino que está justo donde debe estar, viviendo donde debe estar, y la vida llevará a cada uno a su destino.

Crecer desde la compasión es importante, crecer desde un sentimiento claro de amor y gratitud. Mucho más siendo conscientes de la pureza de este sentimiento para determinar las trampas tan sutiles que hace el ego en nuestro camino.

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