Trabajando con la verdadera intuición y la integridad con uno mismo.

Vivir en un camino de crecimiento personal también es hacer frente a las responsabilidades de la vida, a nuestro carácter y nuestra energía. Ser responsables de nosotros mismos y de las repercusiones de nuestras acciones.

Existe un mundo invisible, un mundo subjetivo y asombroso dónde nos asomamos y podemos encontrar increíbles experiencias, desde todo aquello que pertenece al océano al inconsciente, hasta toda la claridad y sensibilidad del alma, y más allá.

Aprender a asomarse en el mundo interno es un trabajo diario y profundo en el que deberíamos ejercitarnos desde la niñez. Aprender a estar a solas con nosotros mismos y tener la claridad de discernir entre nuestras palabras, de dónde surgen, y por qué. ¿Por qué somos como somos? Aprendiendo a elegir aquello que queremos ser en el presente y aquello en lo que deseamos convertirnos.

Desde niños podríamos entrenarnos a descubrir sobre nuestras propias expresiones y frases haciéndonos preguntas sobre nuestros pensamientos:

¿Por qué dije eso? ¿Dónde nació esta frase, ese pensamiento? ¿Acaso lo escuché antes? ¿Es parte del inconsciente colectivo? ¿Qué siento cuando digo esta frase? ¿En qué me convierto cuando digo esta frase? ¿Ese pensamiento me produce alguna emoción, dolor, actitud determinada? ¿Me gusta tener ese pensamiento o ese tipo de pensamientos?

Así de sencillo si aprendemos desde niños, cuando vamos creciendo normalizamos nuestra actitud de observación y meditación en la vida.

Muchas veces, sin embargo, abrimos cierta sensibilidad sin haber ejercitado el trabajo de la autoobservación, entonces es normal ser muy inconscientes en nuestra intuición. Y si la intuición, de alguna forma nace, cuando el consciente ilumina el inconsciente, entonces nuestra intuición podemos confirmar que no más que una sensación sin un sentido claro. Esto puede generar que avancemos en la vida con pensamientos y actitudes que creemos profundas y no son más que parte de nuestro inconsciente o sólo son vagas tácticas de escape de la realidad.

Cuando algo “te viene” sin más, cuando sientes un escalofrío, se te eriza la piel, o sientes algo como una intuición, entonces pregúntate ¿De dónde viene esa sensación? ¿Hay otras energías, personas, entidades involucradas? ¿Cuál es el contexto de esa intuición? ¿Realmente es una intuición, es una visión clara, es una visión trascendental, es inteligencia, es juicio, es ego? ¿es una sensación puntual que llegó en un momento determinado y ya se fue? ¿Dónde te lleva esa intuición, en qué te convierte si la escuchas? O dicho de otra manera ¿Cuál es el objetivo de que percibas esa intuición por encima de otras? Y si esa intuición sólo te llega a ti ¿Por qué solo te llega a ti y no a otras personas?

Compréndelo así, si no aprender a identificar tus intuiciones, tendrán el mismo valor que si un fumador compulsivo dice de pronto: “tengo la intuición de que debo fumar un cigarro”

Aprende a escuchar tus intuiciones para tener certeza a la hora de compartirlas. Aprende a escuchar en tu mundo interior y así, cuando “llega” algo, una visión, una emoción, una sensación, unas palabras claras… sabrás exactamente desde qué parte de ti nace esa emoción y cuál es su objetivo. Sabrás si debes hablar de ello, si debes guardarlo para ti. Si tan sólo es tu ego que se manifiesta en forma de rabia, envidia o incluso miedo.

Lo mismo es cuando una persona “escucha” más allá de los pensamientos. Alimentar un dialogo interno no es algo saludable. Observar la mente en cambio nos entrega claridad, paz interior, autoconocimiento y autocontrol. Antes de escuchar y copiar aquello que escuchas, antes de mencionarlo, antes de alimentar aquellas voces de tu cabeza, simplemente observa en ti. ¿Qué emociones tienes cuando escuchas? ¿Qué sientes? ¿Qué energías hay? ¿Tienes algún temor en tu vida? ¿Hay algo de lo que huyas? ¿Qué cosas hay en tu vida sin resolver, cualquier cosa que alimente que te puedas evadir inconscientemente en “otros mundos”? ¿Desde dónde te hablan esas voces? ¿Con qué objetivo? ¿Desde cuándo? Y si te dan mensajes para otras personas ¿Por qué te dicen mensajes para otras personas y no se los dicen a esas personas? ¿Alimentan tu orgullo esos seres?

Aprende a distinguir esas energías, no a alimentarlas. Si realmente son fuentes de luz y amor no necesitan tu energía, ni tu tiempo, ni que entregues ningún mensaje a nadie. Si realmente son seres de luz y amor, no necesitan que hagas nada en tu vida, que viajes a ningún lugar ni que hagas “trabajos” para ellos. ¿Su presencia de luz, angélica, es constante?  ¿Por qué esas voces que te hablan están interesadas en hablarte a ti, en darte mensajes de ti en particular?

Reacciona ante la clariaudiencia con sabiduría e inteligencia, con integridad. Evita mantenerte pasivo ante lo que ocurra dentro de ti.

A veces se escucha cosas como “me están preparando” y entonces pregúntate ¿por qué te están preparando a ti y para qué? Observa si la respuesta te hace ver diferente de los demás, mejor que otras personas, especial en algún punto, si es una respuesta que te limita a ver tu vida actual y alimenta vidas pasadas invisibles e indemostrables.

Cuando hablamos de la misión de vida, esta no puede ser un trabajo, no puede ser una tarea a ejecutar, tal como enseñar algo, dar un mensaje, hacer sanaciones. No caigas en las trampas del ego intentando ser un sanador, ni un gurú. El trabajo del sanador, igual que el guía, es un resultado logrado tras años de trabajo interior, no debería surgir de una conexión con seres sutiles, sino de largo proceso personal. Se trata, no de desconfiar en lo que te rodea, ni desconfiar tampoco en el mundo invisible y subjetivo, sino en observarte y comprender tus verdaderas intenciones en tu camino interior.

Fluir con la vida y vivir en el ahora no consiste en dejar atrás todas las responsabilidades. Un trabajo interior exige cierta ética. Una persona que realmente está en el presente se preocupa y se ocupa de cómo afecta en el alrededor su actitud, sus palabras y sus acciones, por eso busca una perfecta coherencia y transparencia. Fluir no significa evadirse de la realidad, no significa faltar al respeto, ignorar o escapar. El ahora es un momento presente, donde estamos consciente, con honestidad de lo que somos, con humildad. No nos apartamos de las consecuencias de lo que hacemos ahora, porque si realmente estas presente 100%, viviendo el ahora, también sabes que el ahora tiene un potencial, y una energía infinita. El ahora puede ser cualquier cosa. Puede ser una bomba, puede ser un regalo, puede ser una explosión de sabiduría o de amor. Estar en el presente es comprender la inmensidad de posibilidades que hay en ti y en todo lo que te rodea, y ser coherente con las acciones comprendiendo que estas acciones son flechas que lanzas hacia proyecciones presentes, pasadas y futuras, en otros y en ti mismo.

Estar presente es estar en ti, y para estar en ti, es necesario conocerte. Y para conocerte es necesario la honestidad. Ser honesto, claro, sencillo, para no complicarte en la tarea de conocerte. Ser sincero en la medida de todas las posibilidades. Y también, claro que sí, aprender a decir “no se”.

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