Sexualidad sagrada

Muchas veces lo llaman sexualidad sagrada y tan sólo es la necesidad de sanar una frustración.

La sexualidad sagrada no surge de la necesidad. Cuando una persona aun siente que necesita alguien a su lado, ahí no hay sexualidad sagrada. Cuando una persona no logra estar a solar consigo mismo, tampoco es sexualidad sagrada. Cuando una persona ve sexualidad, la vive y la siente por todos lados, tampoco está listo para trabajar el arte sagrado y mágico de la sexualidad. Es desde el silencio y el compromiso con uno mismo donde nace el amor.

La sexualidad surge primero de la aceptación de tu aspecto más animal. Si el dolor de tu pasado continúa proyectándose sobre todo lo que te rodea, al fundirte con el entorno, no hay totalidad, sino necesidad, rabia, impotencia, ego.

Abraza tu dolor, sin importar la procedencia. Abraza tu soledad y tu egoísmo.

Es probable que sientas rechazo, soledad e ira desde hace miles de años, reencarnación tras reencarnación nos encontramos con esa ruptura en nuestro corazón que no nos permite sentir que somos unidad. Así creemos que hemos avanzado y hemos superado nuestro dolor original, y de nuevo, muchas veces puedes creer que aparecerá alguien, mágicamente, que te ayudará a sustituir tu dolor con el antídoto del amor sagrado. Entonces descubres que no estás listo.

Incluso dejas de vivir el amor y permites que tu deseo llene todo ese espacio esperando que sea al lado de alguien que recorras este camino, un camino que realmente surge de la soledad. Pues aquello que buscas, lo que necesitas, lo que desde hace vidas te trae aquí, lo que necesitas y crees que te falta, eres tú mismo.

Permitirás que tu ego vuelva a guiarte, a buscar un placebo rápido y nuevamente a sentirte mañana sólo. Pues sólo cuando una persona siente paz en su soledad y se ama ilimitadamente, puede amar en el exterior sin ver espejismos ni vivir con apegos o aversiones.

Y claro que puedes caminar junto a alguien que ames, siempre desde la conciencia que eres tú quien ha de caminar tu vida, sin tener que apoyarte en nada ni en nadie, y esa muleta que hoy aparezca podrá convertirse en dolor mañana. Y si desde esa plena conciencia y búsqueda de uno mismo, decides con responsabilidad y compromiso realizar este viaje acompañado, entonces será una compañía maravillosa que te ayudará a conocerte, a amarte, a encontrarte contigo mismo. Aquella persona seguramente que se convertirá, no en un fiel espejo que muestre tu mundo interior, si no en un cristal transparente que te muestre toda la luz del universo.

En el arte del amor sagrado, primero uno tendría que aprender a fundirse en la totalidad del universo, y más tarde estará listo para fundirte en la totalidad del otro, que es uno mismo. La herida y el sentimiento de ruptura se convierte en una mirada consciente interior y en un gozo pleno.

Tan hermoso es el abrazo divino que constantemente recibimos que derrite toda sombra que habita en nosotros, y si uno permite que el abrazo de la gran madre y el gran padre le colmen de amor, se funde en una visión verdadera y trascendental. Entonces está listo para vivir el arte mágico del amor sagrado, pues ya lo conoce y lo puede compartir.

No hay que buscar en el trabajo de sexualidad sagrada, el amor no es algo que se tenga que ejercitar, ni buscar, sólo nos rendimos a él y nos entregamos al gran abrazo que todo lo colma. El amor está ahí, habita en todo, reina sobre todas las cosas. No es necesario ejercitarse o buscarlo.

En el silencio y desde el silencio surge poco a poco la luz en la vida. No puede surgir luz del ruido y los temores, sino sólo del silencio. Cuando uno encuentra el silencio en sí mismo, de pronto se hace consciente de ese mismo silencio. La experiencia de la vacuidad lo abarca todo y la conciencia surge naturalmente. Es entonces cuando ante el deseo, el error, la vanidad o la estupidez, uno mantiene la quietud, y desde el silencio, observa, escucha, ilumina. Entonces nos es indiferente estar con una persona o no estar, nos es indiferente el objeto del deseo porque no hay deseo, nos es indiferente incluso aquello que sufre el cuerpo, porque no hay cuerpo. Desde el silencio, en calma, uno logra mantenerse consciente e ilumina. Y ese estado nos abre el corazón hacia la totalidad. No estamos en postura de poder, sino de rendición, pues la conciencia es una con todo. No buscamos tener mayor conciencia, ni tampoco buscamos aliviar la mente, no hay deseo del yo, pues el yo se disuelve en el océano del silencio, tan sólo nos rendimos a la vacuidad.

Entonces el abrazo es divino y uno está listo. La puerta de manera natural se abre y podemos dar un paso adelante.

Tantos años uno se prepara inútilmente para comprender la sexualidad sagrada, para encontrar esa persona, o para perdonar a aquella otra, y tan sólo rindiéndonos al amor consciente uno realmente encuentra al otro, y ese otro, que somos nosotros mismos, como un cristal transparente, permite que toda la luz del universo nos ilumine.

Si esperas ese milagro a través del amor pasajero, tan sólo estarás limitando tus infinitas posibilidades. Si aún deseas obtener logros, poder, energía, placer, aun es tu ego quien está dirigiéndote en tu viaje. Si tan sólo te rindes, en este solitario viaje hacia uno mismo, entonces comprendes lo hermoso que es encontrarse con el amor.

Cuando uno está listo no necesita tocar, vive el amor y la sexualidad sagrada como una experiencia mística, sin esa necesidad ni apego al placer.

Y tampoco se trata de contener la sexualidad, o el deseo, para nada. Somos seres humanos, tenemos deseos, somos seres sociales que nos alimentamos de las relaciones. Pero entonces no lo llamamos sexualidad sagrada. Dejamos de ensuciar la enseñanza del antiguo arte sagrado del amor mágico, aquellas que sólo una persona con una mente en quietud, un corazón libre y puro como el de un niño y una acción responsable y comprometida conoce.

¿Cuánto tiempo llevas herido, perdida, sintiendo soledad? ¿Acaso buscas realmente la sexualidad sagrada? O tan sólo es una forma de camuflar tu sentimiento de soledad, la sensación de rechazo, de abandono, la falta de autoestima. Se valiente y entrégate al abrazo dentro de ti.

En ese deseo, en esa impotencia y búsqueda del placer, uno se pierde repetidas veces y no encuentra salida.

Incluso se hace presa fácil de esos centenares de entidades que se alimentarán de toda esa energía que despilfarras utilizando su poder creativo de una forma tan lastimera consigo mismo.

Se escucha la frase que el deseo no es malo, que debemos integrar la sombra, pero qué significa esto realmente. Acaso debemos permitir todos los caprichos a la sombra. Tan sólo abrázala, tan sólo abraza tu sombra. Como un niño pequeño abraza tu deseo y comprende que tan sólo es un deseo. No lo alimentes más desde la inconsciencia, sino ilumina cada aspecto de él como una buena madre que conoce todos los detalles de su hijo, ese deseo es parte de ti, una parte inevitable y necesaria. No se trata de permitir que exista o alimentarlo hasta que se colme, créeme que el deseo nunca se satisface completamente, siempre quiere más. Se trata de comprender tu sombra, abrazarla, amarla. Como ese niño que patalea porque quiere un juguete, lo abrazas con calma sin desear que cambie, aceptando que es como debe ser. No intentamos transformar una roca en agua, es lo que es. Desde esa aceptación, un día comprendemos que la roca se transforma en viento, y ese viento en humedad, y esa humedad en agua, y esa agua en vida, y esa vida en un árbol, y ese árbol eres tú mismo. No alimentamos el deseo, ni lo escondemos, ni lo rechazamos, lo abrazamos conscientes de que está ahí.

¿Cómo puedes abrazar a ese niño caprichoso cuando le continúas concediendo todo lo que pide sin escuchar de dónde surge sus peticiones? Esa madre que malcría a su hijo dándole todo lo que le pide no le ama, no le escucha, tan sólo desea que se calle, no aguanta más su llanto, sus quejas, no aguanta al niño, por eso cada día le da más y más, para que se calle y se quede tranquilo. Y ese niño malcriado mañana querrá más y más, y no dudará en hacer daño si lo necesita para lograr lo que quiere. Y aquello que hoy no se le concede, mañana será una necesidad. Se una buena madre. Abraza ese niño, escúchalo; con paciencia, con amor, con dulzura; abraza ese inconsciente que hay en ti. Siembra en ese abrazo humildad, voluntad, fe. Que tú escuches ese niño herido, que lo puedas abrazar, hablar, que lo puedas entender, integrar, que no lo intentes cambiar, sino con una comprensión superior conozcas todo sobre él. Y así, poco a poco, que ese niño herido se transforme en tu mayor fortaleza, pues ese niño es tu creación.

La sexualidad sagrada es el arte de ser un creador. Somos creadores. Desde que nacemos, los humanos, al igual que todos los seres, hasta las partículas diminutas, son grandes creadores. El mundo son las infinitas posibilidades que constantemente creamos, imaginamos, pensamos. La sexualidad sagrada es el arte a través del cual uno descubre su infinita fuerza creativa. ¿Pero qué ocurre cuando el artista está dañado por el pasado? Sus cuadros se tornan desagradables, tristes, hirientes. Su arte refleja su dolor. Y si tu corazón sigue herido, ¿qué estás creando cuando te fundes en la otra persona? Por mucha energía que se sienta, esa persona no logra una semilla de iluminación, sino más dolor, en sí mismo y en el alrededor. Tal vez momentáneamente crea que lo hace bien, se sienta reconfortado, se sienta fuerte, note la mente en calma. Al igual que esa madre que malcría a su hijo, cuando el hijo está feliz con su nuevo juguete, la madre se siente que lo está haciendo bien. Sólo a la larga es cuando descubre el error.

Un ejercicio interesante es darnos cuenta que somos responsables de nuestras creaciones. Y claro que existe el deseo, la rabia, la injusticia, claro que existe el dolor. Y ante cualquier forma manifestada en nuestra vida, a través de nuestros pensamientos, emociones, deseos o acciones, consciente e inconscientes, somos responsables. Así un padre, y una madre, aunque mañana no tengan deseo de cuidar a sus hijos, son conscientes de que sus hijos son sus creaciones y son responsables de ellas.

El mundo está lleno de personas que no se sienten responsables de sus creaciones. Incluso odios durante años, acciones muy negativas o positivas, las derraman como parte del sinfín de experiencias de la tierra y las olvidan deseando que el karma no exista. Sin embargo, uno es responsable de cada una de las cosas que hace o que no hace. Porque somos responsables de cada una de nuestras acciones, con otros y con nosotros mismos. Nuestra vida, este momento incluso, es parte de algo que ya hicimos, y es una creación nuestra. Nuestro dolor, nuestra pereza, nuestro temor, también es una creación nuestra. Y un bello e intenso ejercicio es sentirte responsable de cada una de tus creaciones.

Con los brazos abiertos, consciente y responsable de uno mismo, nos lanzamos al abrazo de la vida, siendo consciente de que cualquier cosa que surja, nace de nuestra estrella. Sin limitar la luz en el corazón para que el poder creador se manifieste desde la más sencilla, pura e inocente luz que hay en nosotros. Sin limitar y expandiendo las alas hacia el infinito.

Una vez que uno es responsable de sus propias creaciones, en este momento y más allá de este tiempo, toma conciencia de cada cosa que hace, dice, piensa o siente, es responsable en su vida.

Este sencillo ejercicio nos ayuda a comprometernos con cada cosa que hacemos completamente.

Y entonces surge el secreto del arte de la sexualidad sagrada: uno se compromete con totalidad, en cuerpo, palabra y mente, con aquello que ama, fundiéndose ilimitadamente con la conciencia universal.

¿Cómo podría haber sexualidad sagrada si no hay un auténtico compromiso? Muchas personas confunden compromiso con lealtad, matrimonio, familia… compromiso no significa prometer estar ahí mañana, sino entregarlo todo en cada momento. Compromiso es saber que uno es lo que hace, lo que piensa, lo que dice. Uno también es su propia energía y lo que ocurre con dicha energía.

Una persona comprometida con la vida se convierte en un genio, alguien que cada día de su vida lo entrega todo, sin racionalizar nada de su energía, entrega todo logrando actos extraordinarios. Una persona comprometida en el amor se desnuda rápidamente y se convierte en mirada, en palabras, en música, fundiéndose completamente en su sentir. Una persona que se compromete con su dolor lo abraza, lo escucha y lo atiende con responsabilidad y sabiduría.

El compromiso es el secreto de la sexualidad sagrada.

Parece fácil lograr una trascendencia sin compromiso alguno. Un hombre y una mujer se unen por una noche, trabajan desde planos energéticos sutiles, tal vez haya amor, visión, pero también egoísmo, pues mañana seguirán sus caminos en solitario. Sus heridas seguirán ahí mañana, su dolor, su temor, seguirá ahí mañana. ¿Habrán aprendido algo? No hay compromiso alguno con el otro, así que no hay conciencia de nada de lo que han hecho. Un disfrute, un contacto, una experiencia más en la vida que alimenta nuestra vanidad.

Mañana no se conocen. Se miran a los ojos y esa luz ha desaparecido. Se tocan y ese cariño ya no está.

Entonces no podemos llamarlo sexualidad sagrada. No hubo auténtica compasión.

Pero cuando un hombre y una mujer, una mujer y otra mujer, un hombre y otro hombre, un hombre y el cielo, una mujer y el mar, un infinito y otro infinito se conectan en respeto, amor y compromiso, se funden en una sola realidad, trascienden todos los estados del ser, se convierten en uno. Cada uno se alimenta del otro porque no son dos, sino uno. Con total compromiso, respeto y amor, se funden en una mirada, en un contacto físico, en palabras, en una danza o en un abrazo. No hay error posible. El cielo y la tierra se abrazan en un orgasmo cósmico. No hay deseo, ni placer, ni temor. Es el compromiso de existir plenamente en cada instante, el yo deja de ser un yo y se convierte en abrazo, el abrazo deja de ser abrazo y se convierte en espacio, el espacio y el espacio se funden en el espacio. De ese compromiso, sin palabras, sin mensajes, sin control, surge la sexualidad sagrada.

Cuando uno ha trabajado ese silencio, esa conciencia en su silencio, y en este camino ha desarrollado una mayor responsabilidad y un compromiso con la vida y con él mismo, entonces surge de manera natural la conciencia del espacio. Una visión trascendental de la esencia de la realidad. ¿Pero cómo puede surgir esa experiencia del deseo?

Cuando uno abraza su sombra, consciente, en calma y comprometido consigo mismo abraza su sombra, entonces sí está amando. Y desde ahí, ¿qué error hay en cualquier de las elecciones que toma en su vida?

1 comentario en “Sexualidad sagrada”

  1. Gracias por tu escrito.
    Obviamente todo es un sentir y una visión.
    Si no aceptas la luz y la sombra personal e individual,no puedes avanzar.
    Buscar en el otro para que cubra tus vacíos es estar carente de amor a ti misma.
    Primero ver en mi.
    Sanar.
    Aceptar el ser que SOY para aceptar las partes en mi.
    Después reconocer al otro como ese ser individual que también camina para crecer y aprender.
    El encuentro entre dos seres que aman su sexualidad sagrada se da cuando ambos pueden abrir el alma, el corazón y compartir desde el ser.
    Con respeto.
    Con amor incondicional.
    Sin posesión.
    Entonces cuando te respeto y te amo por ser quien eres.
    Me amo y respeto por ser quien soy.
    Entonces se da la sexualidad sagrada
    Desde el ser.
    (Es obviamente mi sentir)
    Gratitud infinita.

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