Siddharta, que significa quien logra su propósito, contando con 35 años y tras siete años de severo ascetismo y a los pies de la muerte, completamente debilitado, descendió de la montaña que le había dado cobijo tanto tiempo y paseo por un bosquecillo. Allí encontró un hermoso árbol y se resguardó en su sombra del calor del día.

Sujata no podía ser madre. Aunque era de una familia libre y tenía comodidades, no podía ser feliz. Confiando en la sabiduría del Deva de un anciano árbol le pidió un deseo y cada día iba a realizar una ofenda para que su deseo se hiciera realidad. Un día encontró a los pies del árbol una figura tan etéreo y frágil que pensó que sería el mismo espíritu del árbol. Era Gautama meditando a los pies del del árbol de Sujata.

Cuando Shidarta tomo el arroz con leche comprendió la necesidad de avanzar por el camino medio, aquel que evita los extremos, tanto el extremo de los placeres mundanos, como el de la carencia absoluta.

En el atardecer de aquel día, justo al pasar el calor del día, Gautama salió del bosque y cruzó el río. Esa misma noche de luna llena se sentó en el árbol de Bodhi donde se prometió a si mismo no levantarse hasta conseguir la iluminación.

Cuentan que Svasti, un joven intocable, ofreció un puñado de hierva kusa para que usase como asiento en su meditación y tras 49 días de meditación logró la iluminación en el quinto mes del año lunar. Desde entonces a Gautama se le conocería como Buda, el despierto.

Una visita cerca de Bodhgaya que muy pocos turistas realizan es la estupa de Sujata en Sujata Garh. Es una gran estupa circular de ladrillo que se construyó en la residencia familiar de Sujata en honor a ella.

En ese mismo pueblo, justo enfrente de esta hermosa estupa, se encuentra una escuela muy especial, Sakya Sujata Children, como fruto del Proyecto Mamatierra. Un proyecto solidario de educación y cooperación con las familias de la zona impulsado y dirigido por Javier.

Es una escuela para los niños y jóvenes que potencia la creatividad, el autonocimiento y la cooperación.

Un poco más adelante , cruzando los arrozales, encontramos el antiguo árbol donde Sujata entregó aquel bol con el alimento a Gautama, un verdadero templo al servicio y el amor. No se trata de una visita para ver, sino un lugar para sentir.

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