Poesía de amor del cielo. De ese amor que había en todas las cosas, de esa búsqueda que está en todas las personas. Más allá de lo conocido y del presente.
De todas las luces que hay en el cielo, hay una que me recuerda a ti.
Tu mirada es como la sonrisa de aquella estrella,
igual se agita en el firmamento. Igual me agita en el alma.
Y si mi alma estaba dormida, el día que ve la estrella despierta,
y si mi alma cabalga con mucha prisa,
el día que mira la estrella que tanto me recuerda a ti,
recupera la calma.
Y tu mirada es tan hermosa que cuando miro a la estrella,
dejo de ser yo y me convierto en el resplandor de un sol del
que ni si quiera su nombre puedo nombrar,
pues tal vez ni si quiera existe.
Tu quién eres, que en mi corazón caminas descalzo.
Tu quién eres que cuando te miro dejas de estar
y cuando no te miro tus huellas me transforman.
Quién eres que mi mente se divide en dos,
aquella que te observa y te adora,
aquella que no te tiene y te continúa siguiendo hasta el infinito ocaso,
y ya de nuevo, otra vez dormida, me encuentro en tu almohada abriendo los ojos
y regresa toda mi felicidad.
Quién eres tú, que sin verte, te reconozco, te amo.
Tú que no estas, pero habitas en todas partes
que no me tienes, pero desnuda me descubres buscándote.
Ya no hay marcha atrás, cuando mis ojos se entreabren allí te presentas
pero cuando duermo, en esas noches largas, oscuras, parece que no hay nada,
ni tu, ni la estrella, ni el resplandor del Sol
y luego despierto, y ¡ay!, qué belleza tu aliento, tu amor.
Ya no estoy en ninguna parte, sólo en tu recuerdo, mirando
ya ni si quiera miro, me apoyo en lo que algún día has dicho:
Lo repito, me repito, te siento
Cabalgo buscándote;
caminas buscándome a mi.
Y cuando de nuevo nos encontramos
qué dulce es mirarte y estar a tu lado.
Nos apartamos un día, descalzo, desnuda, brillando la estrella en el firmamento,
y no hay nada más en el cielo, sólo habita tu mirada en ese resplandor,
y no hay más en mi pecho que este amor
que no es de nadie
pero todo lo que existe lo mira y lo sabe
tan profundo que no tengo fuerza para no verlo
tu mirada en mi pecho desnudo
tu rostro que se apoya en mi
y te amo
y tu, renovado, sobre mi,
tu mirada en una estrella continua rozando mi mente infinita
pero ahora tu estás aquí
en mis brazos
dormida
ligera de tu viaje largo
¿Quién eres? Tú
¿Qué haces? Amanecer