Ciertas personas poseen cualidades excepcionales. Su mente es capaz de vivir y experimentar de formas muy diversas y logran abstraerse con facilidad en complejos procesos de pensamiento.
Imagina por un momento que todo lo que te rodea es igual de importante, y no sólo eso, además percibes con gran detalle infinidad de cosas a la vez. Tu atención no podría enfocarse en una sola cosa, sino que continuamente observaría todo. Algunas mentes logran percibir mucha más información de forma emocional, física o mental. Se trata de gran cantidad de datos que muchas veces no procesan. Entonces se torna el mundo completo y maravilloso.
A veces son conscientes de esta percepción, otras veces se sienten impotentes y se ven incapaces de procesar y retener el mundo tan maravilloso que les rodea.
En estos casos la mente se enfoca en millones de detalles y la persona se queda absorta y perdida en toda la información recibida. Es tanta información que deben primero analizarla, estructurarla, ordenarla. Puede pasar días, meses e incluso años completando todo lo que esté incompleto, buscando ordenar el mundo, su mundo. De tal forma que todo tenga un relativo sentido.
Aquello que sienten tal vez es demasiado intenso, demasiado profundo, secreto, íntimo; pues la multitud de estímulos recibidos hacen que cada vivencia sea intensa. Uno no puede comprender todos los estímulos, sólo los recibe, los siente, por ello no le queda más remedio que clasificarlos y organizarlos. O quedarse impotente ante ellos incapaz de entenderlos.
Desde el niño o la niña que con tan solo 3 años aprende a leer y escribir el sólo, hasta el niño o niña que con 9 años es incapaz de unir las letras porque su mente no puede procesar tanta información recibida, creyéndose disléxico, limitado, y sin embargo su mente es un observador mucho más consciente y capaz que otras personas. Su mente va tan rápido que no tiene tiempo para aprender a leer o escribir.
Un niño así, cuando es reñido, tal vez no entienda una sola palabra, sin embargo, ve la emoción, los gestos, el momento, la ropa que lleva puesta, el entorno, los ojos sobresaltados, el movimiento, no tiene capacidad de entender simplemente las palabras, queda paralizado ante tanta información, colapsado, es incapaz de reaccionar y lo único que aprende es a tener miedo de que algo así vuelva a ocurrir. Con los años, mientras alguien le grita, le insulta, en su mente aparece: “Persona gritando… ¿me quedo quieto? ¿Hablo? ¿Respondo? ¿me voy? ¿Grito yo también? ¿Y por qué me ocurrirá esto? ¿cómo puedo evitarlo? ¿gritará por mí? Hoy es jueves, hace calor. ¿por qué sigue gritando? Me hace una pregunta. Hoy comimos espaguetis. Tengo los dos pies en el suelo y me puse los zapatos azules, no me gusta usar estos zapatos por que me oprimen. Esa frase que acaba de gritar no está bien estructurada. Si me quedo muy quieto tal vez se le pase. Ahora pone sus manos en la cintura. Tiene una mancha en la camiseta ¿se habrá dado cuenta?… ¿Creo que me está preguntando algo? ¿Si respondo me seguirá gritando?”
Mientras en la cabeza de esta persona ocurren un sinfín de pensamientos y observaciones sin poderlos hilar, quien le confronta continúa desestructurándose impotente, gritando, insistiendo. Y el niño, adulto, con rasgos autistas no puede entender ni que le están diciendo ni qué tiene que hacer. Queda colapsado.
Cuando el temporal pasa tal vez se acerque a la persona y observe a ver si todo pasó. O tal vez aproveche para escapar rápido por no haber entendido nada de lo ocurrido. Parece totalmente indiferente a lo que causó el enojo. Su intención no es entender el motivo del enojo, su intención es lo contrario, escapar de él. Hay demasiadas cosas para entender primero.
Las cosas se presentan tal cual, en una realidad inamovible y totalmente objetiva. Una persona con una mente así no logra captar gran parte de la información que normalmente se asume. Toda la información implícita desaparece y todo es entendido de una forma literal. Así una expresión como “¿Vamos a tomar café?” dentro de un grupo de tres personas o más, para alguien así no es en absoluto una invitación. La persona con rasgos autistas se quedará en casa sin entender que fue invitado a tomar café pues en ningún momento le dijeron: “¿Vienes a tomar café?”.
Imagina la infinitud de expresiones mal entendidas, y mucho más dentro de una confrontación:
-Ya no puedo confiar en ti (de forma literal genera el sentimiento de que en el futuro tampoco confiará)
-Estoy muy enojado contigo (en ningún momento dice que es sólo por un momento)
-No quiero volver a hablarte
-Todos los ….. son …..
-Odio los martes
-Eres tonto
-Siempre te equivocas
-No tengo tiempo para ti
-Estás castigado
La vida se torna desafiante en las relaciones pues puede parecer que las personas hablan de una forma confusa. Mucho más confusa cuando las personas del alrededor expresan sus emociones sin decir por qué las tienen. O justifican sus emociones de una forma subjetiva.
No existe malicia, ni segundas intenciones, ni tampoco existe la posibilidad de evasión de responsabilidades. No existe una razón para justificarse. Las cosas se muestran tal cual son. La transparencia es total, la información es clara. Y sin embargo siempre hay una confusión pues para muchas personas las cosas no son tal cual se muestran. En la vida humana existe el cinismo, las bromas, las segundas intenciones, la ironía, el sarcasmo, las metáforas, mucha información implícita. Cuando todo esto desaparece porque la cantidad de información explícita percibida de golpe es demasiado grande, la vida se torna tranquila y sencilla siempre y cuando todo esté claro.
Una persona está en silencio, parece que no se inmuta hacia lo que el otro está haciendo, sintiendo o viviendo, tal vez pareciera que no pueda comprender como funciona la empatía y rara vez se mueve ante el dolor ajeno. Y sin embargo su empatía es tan alta que no puede moverse. No puede hacer nada ante ello, ni si quiera sabe cómo actuar. ¿Por qué debe calmar a quien está llorando si el también sufre por dentro porque la otra persona llora? La mente, en casos extremos, también tiene otras prioridades, tal vez acabar un puzle, leer el libro, ordenar la habitación, mientras la otra persona está llorando, se ha caído, tiene un dolor, y la mente de quien lo observa no puede poner atención en ello pues no sabe en qué punto eso es una prioridad.
Un sinfín de colores se presentan delante de ti, ¿cómo sabes que hay un color más importante que otro?
A veces es desafiante entender cuándo hay que dar un abrazo o cómo saludar a quién. ¿dónde nace esa supuesta cercanía entre dos personas para saludar con un abrazo, dar la mano, o dos besos? Algo tan sencillo hace que un saludo se torne rígido, inseguro, frío.
¿Y cómo diferenciar qué hay que decir a cada persona y en qué momento? ¿las diferentes formas de amistad? ¿cómo actuar ante las emociones ajenas?
Puede haber situaciones donde este tipo de bloqueo emocional surja, cuando la mente recibe cierta información que no es capaz de entender, catalogar, estructurar. Una información que no tenemos forma de incorporar en nuestro mundo. Y entonces resurgen rasgos asperger tal cual pudo haber en la infancia, se habla a destiempo, no se sabe responder o quedamos bloqueados cuando otros nos hablan desde su emoción. No logramos entender lo que ocurre. Tal vez hubo alguna información que debe ser entendida primero, y hasta que no se entienda esa información que tal vez incluso seamos totalmente inconscientes de esto, se colapsa ante todo lo nuevo. Y si es muy grande el conflicto que reaparece, uno puede regresa al punto inicial de pensamiento explícito y olvida dejarse llevar por la vida, tan sólo sentir, abrazar, suavizar. La mente tiene una prioridad.
A veces una persona intentará esbozar rápidamente todo lo que rodea a cada emoción: ¿Por qué siento esto? ¿desde cuándo? ¿qué puedo hacer con esta sensación? ¿Es hambre, tristeza, ansiedad? ¿De qué está formada esta emoción? ¿Dónde la siento? ¿Tendría que llorar? ¿Tengo ganas de llorar? ¿De reír?… Y la mente continúa intentando encontrar sentido a algo sencillo sin permitir que la emoción se exprese con naturalidad. Mientras, de una forma consciente, puede parecer que nos encontramos con una persona con la mente en blanco, sin ninguna empatía ni resentimiento ante nada, o tal vez sin emoción alguna, porque su energía no está en vivir la emoción, sino en medirla, comprenderla, bloquearla con el pensamiento.
Y ¿por qué para una persona con una mente privilegiada puede ser tan completo vivir ciertas emociones y dejarse llevar por ellas? Simplemente porque las emociones son fluctuantes, imprevisibles, no pueden medirse ni entenderse. No puedes determinar cuánto tiempo hay que llorar cuando ocurre que cosa, o cuánto tiempo hasta de sentir tristeza, o ansiedad. Tan sólo lo puedes vivir y dejarte llevar por el proceso emocional, implicándote en él. O lastimarte evitando fluir con las emociones.
Puede ocurrir que cuando una mente así recibe una información muy personal, o una información confusa, se abstraiga del exterior y comience a hilar los pensamientos de una forma engañosa. Tal vez aparezcan comentarios a destiempo, que actúe fuera de lugar, que realice preguntas aparentemente sin sentido. Intentando entender, analizar y comprender todo y dejando a un lado lo que pueda resultar obvio.
Pongamos el ejemplo de un niño con una mente brillante, posiblemente de altas capacidades, y los compañeros empiezan a burlarse de él. Dicen muchas cosas: hablan de su ropa, de su pelo, de sus manos, tal vez hablan de su familia. Todo son cosas que no tienen sentido para el niño o la niña. Son cosas que quedan totalmente claras que son así, no hay nada incorrecto en ellas. El niño o la niña no puede entender el verdadero motivo de la exclusión, tan sólo sabe que está siendo excluido. Entonces, al no poder entender de donde surge ese comportamiento se colapsa y comienza a actuar de una forma más ilógica. Llegará a clase y no podrá concentrarse, dejará de hablar, o incluso le expresará a algún profesor que no le interesa la clase en voz alta, y es verdad, no le interesa, sin embargo, su mente, al estar colapsada, no logra entender que no se puede decir eso en medio de la clase, no entiende malicia ni error alguno en ese comentario.
-Señorita, todo lo que está diciendo no me parece interesante, ¿puedo irme a casa o leer un libro?
Ante esta situación cualquier profesor se colapsaría, se enojaría, se sentiría insultado. Sin embargo, el niño o la niña no pone malicia en su comentario, es totalmente sincero. Honesto. Coherente. No hay motivo alguno de riña ante su afirmación. Y la única manera de salvar la situación es lograr hacer interactuar a esa persona en el aula, lo que la presión emocional que quien sobrentienda el desprecio en su comentario y no pueda ver más allá, no le permitirá actuar con sabiduría, generando más exclusión, más división, más incomprensión.
Una persona así también se deja llevar en todas las trampas de los compañeros, cuando le dicen: “Puedes jugar con nosotros si haces esto o lo otro” “Si mañana me traes un regalo seré tu amigo”. El o ella no entiende el aprovechamiento, el chantaje, solo entiende que puede jugar con los niños si hace tal cosa o tal otra. No entiende la malicia. No entiende que el otro niño no sea su amigo, es más, aunque le grite, le maltrate, le insulte, seguirá siendo su amigo, pues le dijeron que todos los niños y niñas de su colegio son sus amigos, y nadie le ha dicho directamente: no soy tu amigo. Al día siguiente puede aparecer con un regalo con toda la inocencia creyendo que tendrá un amigo nuevo y es entonces cuando aparece la frustración, y aun así, no entiende que las intenciones del otro niño eran aprovecharse desde el inicio.
Pongamos dos ejemplos divertidos de conversación con un niño así:
-Mira mamá, soy capaz de tocarme con los pies la cara ¿la gente normal es capaz de hacer esto?
-En principio sí
-¿Y en el final?
-Quiero un helado
-No te compraré un helado, es invierno
-Hoy no es invierno, hoy es miércoles
Entonces la persona crece y supera este tipo de situaciones, muchas veces sin comprender la grandeza de su mente. Tal vez ni si quiera se dio cuenta de que su manera de pensar es especial y maravillosa. Tal vez se case, tenga familia, tal vez trabaje con algún compañero y en un momento dado se repita una situación similar:
-¡Estoy harto de ti y de que hagas todo mal! – le dice un día alguien en el trabajo.
Observa la frase y descubre todo lo que puede significar en un modo literal. La persona que lo escucha se colapsa, no logra entender lo que ocurre. Puede obsesionarse y estar horas buscando el por qué de esta expresión, de este momento en particular. Más adelante el compañero de trabajo puede pedir disculpas, puede incluso referirse a que está en un día malo, y aun así, quien escuchó la frase sigue colapsado y necesita entender. Su mente en estos momentos puede retornar a algún rasgo asperger nuevamente tal cual le ocurría de niño. Sacará cosas de contexto, mezclará situaciones, se dirigirá de una forma diferente a las personas… hasta que, de forma inconsciente, nuevamente haya logrado entender, uno o dos días más tarde. Sólo cuando comprueba que su compañero continúa hablándole como siempre hizo y todo sigue siendo igual, ante lo cual se relajará y dejará de estar alerta.
Inconscientemente una mente que recibe tanta información, necesita controlarla, y esto es lo que muchas personas sufren en su mente. Deben controlar lo que les ocurre. Todo en su vida tiene que encontrar un equilibrio, un orden, una estructura. Puede parecer que está todo en su sitio, y sin embargo hay un excesivo control para que nada sea alterado. Ha costado mucho poner en orden las cosas y uno no puede permitir que nada lo cambie.
[/vc_column_text][/vc_tab][vc_tab title=»Emocional» tab_id=»194db08a-1130-1″][vc_column_text]En algunos casos, la información que se recibe es emocional o se ve claramente reflejada en las relaciones y las emociones. Entonces pueda ser que iniciar una nueva relación se convierta en un gran desafío, o expresar los sentimientos, salir de lo común, romper una relación o incluso apartarse de los que nos hacen sufrir.
Imagina por un momento que por fin has comprendido el sinfín de las emociones que tienes. Estás tranquilo ante ellas y no te colapsan. No digo que sean buenas o malas las emociones que se viven, sino que están comprendidas, controladas. Uno se siente tranquilo en su propio desequilibrio emocional, y es más importante esa tranquilidad que la búsqueda de la felicidad o la dicha.
Imagina qué sería si de pronto aparece el amor: la vida se alteraría, se desbarataría, uno no sabe si es correspondido, qué debe hacer, si debe pedir permiso a la familia, si debe contarlo o no, cuándo debe mirar a los ojos o cuándo debe callarse. No sabe lo que siente, desde cuándo. No es capaz de ponerle nombre. Es todo demasiado completo. Entonces uno piensa que mucho mejor no enamorarse, no sentir tantas cosas extrañas. Mucho mejor incluso enamorarse en una distancia prudencial donde nada de su vida quede alterado. O mejor aún, que sea rechazado. Y realmente siente que es más fácil así. A veces su incomprensión de las emociones y sentimiento es tan grande que mucho mejor ser rechazado en el amor, antes que vivir el temor a serlo.
El amor es completo, el rechazo es sencillo. Y si el rechazo ya se vivió en la infancia, o con la familia, mucho más fácil, ya es una emoción comprendida, asimilada, pero ¿y la sensación de haber sido correspondido? Esa es complicada, tal vez sea demasiado dolorosa. Una persona así se recogerá ante las emociones tiernas, dulces, cariñosas, huirá de las personas que muestren amor y respeto y tal vez incluso se sienta cómodo y tranquilo en las relaciones que más dolor generen, tan sólo porque ya conoce esas emociones y sabe cómo actuar ante ellas.
Este tipo de rasgos asperger está sujeto a las emociones. Uno no sabe cómo actuar ante las emociones propias o ajenas. Puede insultar a la persona que ama creyendo que le está diciendo cosas hermosas. Puede decirle: “eres feo” “hueles mal”. Y realmente está pensando que, aunque no le guste su olor o no es una persona muy guapa, le gusta igualmente.
Puede parecer cruel, indiferente, incluso tirano en algunos casos, sin embargo, las emociones son tan intensas y tan profundas que la prioridad es entenderlas, no vivirlas. La mente necesita analizar todas las emociones, no dejando paso a la tranquilidad de simplemente fluir con ellas.
Es importante comprender la indiferencia aparente en el comportamiento de una persona con una mente y un sentir realmente brillante y complejo. Su empatía tal vez sea total, sus emociones, su sentir, sus pensamientos son demasiado complejos. Así actúa, vive, se expresa sin tener tiempo en pensar en las demás personas. Tal vez desordene todo lo que toca sin importar que alguien lo tenga que recoger después, y no es desprecio, realmente al observar una persona así, su proceso mental en el juego es tan intenso que olvida completamente que habrá un después o que hubo un antes. No tiene tiempo para comer, para leer, para estudiar, para escuchar nada que le digan, su mente va más rápido y quiere hacer más cosas aún. Y no se trata en absoluto de hiperactividad pues en determinadas ocasiones logra muchas horas de atención profunda y consciente. Se trata simplemente que su mente actúa más rápido que lo que el mundo está dispuesto a entender. Sin horarios, sin organización, sin control de cada momento, la mente constantemente crea, busca, juega, explora, y desde fuera no se puede limitar su inteligencia, se debe aprender a encontrar la grandeza de su mente y desarrollarla en todo su potencial, en vez de limitarla.
Los ejercicios más hermosos ante este tipo de personas son dinámicas de grupo que generen un desahogo emocional dirigido en un entorno controlado. Tal vez crear un espacio dedicado simplemente a las emociones, sin nombrarlas, jugando con ellas. Desarrollar el teatro y a través del mismo cómo actuar ante la empatía y el sentir del otro.
Desarrollar en las dinámicas la conciencia de que otras personas pueden sentirse afectadas por nuestras palabras, actitudes, sentimientos. Comprender que igual que puede resultar doloroso para alguien nuestros gritos, puede resultarle doloroso nuestro silencio.
También comprender, en todo momento, que la indiferencia o las faltas de respeto que se generan, tal vez no sean más que una coraza que uno mismo coloca para no implicarse demasiado. Uno debe ser excesivamente sensible para necesitar analizar cada una de las emociones y sentimientos que tiene, o que tienen los que le rodean.
En el juego nos encontraremos niños y niñas que pueden estar felices durante largo tiempo en el patio de pie o sentados, solos, tan sólo abstraidos. O niños que solo observan como juegan los demás. Niños que dedican demasiado tiempo en entender las reglas de un juego como niños que se inventan las reglas porque no tienen tiempo de aprenderlas. Niños que se inventan juegos continuamente. Niños que no tienen interés en aprender nada que requiera atención. Que evitan los juegos educativos. Niños y niñas que no expresan, que no hablan. Que se van cuando quieren sin despedirse. Que no actúan cuando otro niño se cae o llora.
En las aulas nos encontramos niños y niñas reservados, callados. Que aparentemente no se enteran de nada. Tal vez puedan realizar operaciones completas y les sea muy desafiante las operaciones sencillas. Con problemas de lectoescritura. Niños con gran abstracción. Que cada día hay que repetirles lo mismo y aun así parece que no lo aprenden. Que no logran aprender los días de la semana, los meses del año, las letras, y sin embargo no tienen por qué ser disléxicos. Niños que se levantan o se van en mitad de la clase o que muestran total desinterés en las tareas rutinarias. Aquellos que cuesta situarlos en actividades cooperativas y sin embargo les gusta participar en ellas.
Necesitan sentirse muy motivados para participar, entender que son ellos los que desean aprender y no aprender porque sea importante para sus padres. Necesitan aprender desde la lógica y el pensamiento intuitivo y no desde la memoria. El educador debe comprender que el niño o la niña tiene ya demasiados datos que procesar por lo que cada vez que lee debe relacionar nuevamente cada una de las letras con cada uno de los sonidos, es demasiada información. No es capaz simplemente de enlazar los sonidos y las letras y memorizarlos, debe comprenderlo, integrarlo, hacerlo fácil y sobre todo, cuando intenta leer tiene que comprender porqué alguien pierde el tiempo en escribir cuando simplemente se puede hablar.
Tenderá a inventarse las palabras o las letras en función del contexto o la oración para ahorrar tiempo y se frustrará ante cualquier texto que no comprenda o párrafos largos.
Ante las emociones de otros la mente en seguida recapacitará:
“Ha fallecido un familiar, entonces llora la perdida”. Una perdida se llora entre dos semanas y dos meses aproximadamente. “Le han golpeado, entonces llora de dolor. El dolor se pasará en… por lo que debería de dejar de llorar… ”, entonces miden la cantidad de emoción que se debería de tener o buscan la lógica olvidando que la persona que ha sido golpeada tal vez llore de vergüenza, de temor, de angustia o que la persona que sufre una pérdida tal vez llore de resentimiento, de ignorancia, de temor por lo que pueda ocurrir en el futuro. No comprenden que alguien pueda llorar sin razón.
Uno no logra entender la complejidad de emociones, entonces la mente intentará analizarlas o bien para bloquearlas y para dejar de sentirlas, o bien para tenerlas controladas, de tal manera que no supongan una amenaza.
De la misma forma, si deben dar un abrazo para calmar el dolor de otra persona, será un abrazo forzado, medido. En cambio, si dan un abrazo que surge natural, esté será fácilmente un abrazo cálido, entregado y sin esfuerzo.
Por ello es importante en todo trabajo con personas que sufren un exceso de sensibilidad emocional que genere rasgos autistas emocionales o empáticos, trabajar desde la observación. Permitir al otro emocionarse sin intentar entender su dolor, sin guiarlo ni condicionarlo. Solo comprender que la emoción es bueno que se exprese, que se escuche, y de nada sirve analizarla ni controlarla.
También es bueno, sobre todo en el papel de las emociones, que se juegue a vivir cambios y disfrutar de ellos, comprendiendo que amar también es permitir ir, permitir el cambio, permitir ser transformados por él. Observar si hay algún perfil que se repita en las relaciones y no tratarlo como un trauma en sí, sino como una tendencia que tal vez ya nada nos esté aportando.
También comprender que, aunque aparentemente podemas controlar algunos aspectos de la vida, las personas cambian intensamente a lo largo de la vida. Desde niños hasta ancianos, somos totalmente diferentes, y eso es debido a que a lo largo de la vida hemos sentido muchas cosas, hemos tenido muchas experiencias y sentimientos diferentes, lo cual nos ha ido transformando. Es normal que asuste el cambio que vayamos a vivir, pero también es inevitable que haya cambios, por lo que es importante aprender a vivirlos.
Ante estas situaciones también es bueno comprender como a una persona así normalmente no sabe vivir el duelo de un ser querido, tal vez su mayor sufrimiento es el sufrimiento que le generará el cambio que él mismo tenga que vivir a causa del fallecimiento. Y con amor y cariño, ayudar a la persona a entender que es normal que este cambio se dé, y tal vez ese temor que muestra aparentemente egoísta, tan sólo sea una coraza para no sentir la verdadera pérdida.
En los talleres en grupo aprendemos a saludar, a caminar, a mirar a los ojos, a expresar con honestidad y coherencia. A expresarnos y a poner emocione en nuestras expresiones, a hacer el ridículo y, en ese entorno controlado y dedicado, a expresar desde la libre espontaneidad y la improvisación. A no utilizar la mente para observar, analizar, calcular, interpretar ni controlar, sino para entender, recapacitar y a permitir que las emociones se den con facilidad sin analizar ni juzgar.[/vc_column_text][/vc_tab][vc_tab title=»Mental» tab_id=»1530169016795-2-4″][vc_column_text]En este tipo de personas la cantidad de información que llegan a percibir es tal que pueden volverse maniáticas, obsesivas y extrañas. Nuevamente podemos ver que los rasgos de autismo surgen cuando alguna información no ha sido entendida. Por ello la prioridad es analizar la información que ya se recibió.
La mente se puede disparar ante elementos extraños, incompletos, elementos que se tenderán a rellenar. Observar el vacío que generan letras incompletas, frases inacabadas, puzles sin terminar y la tranquilidad que se siente cuando todo está completo, equilibrado, organizado. Cuando hay un entendimiento de la búsqueda inconsciente de la tranquilidad que genera finalizar cada asunto, entonces uno puede abandonar esta ansiedad o dejarla a un lado. Poco a poco ya no tiene ningún interés en lograr esa tranquilidad momentánea por ver todo cerrado y completado, y la obsesión parece desaparecer.
Cuando la persona se muestra maniática es bueno buscar qué situaciones en la vida o en la infancia quedaron inconclusa. Tal vez un padre que se fue sin decir nada, aunque luego regresara, o tal vez una amistad que se dejara de ver, una mudanza, una situación tensa continuada sin sentido aparente, vivir un tiempo en una sensación de amenaza, tal vez una promesa que nunca se cumplió o incluso saber que los padres están discutiendo y sin embargo descubrir que callan en el momento que uno se acercaba a ellos. Algo hay que se queda en el aire, sin respuesta, sin solución. Algo queda en tensión dentro de uno y necesita experimentar una y otra vez la tranquilidad de tener todo en su sitio. Dependiendo incluso de donde sea el detonante, la búsqueda de esta obsesión será con un asunto u otro: la búsqueda del orden, de la limpieza, en la alimentación, en la salud, en los ritmos de vida, los horarios, incluso los pensamientos y acciones de las personas que nos rodean. Todo debe quedar claro. La obsesión no siempre se generará en todas sus formas, sino normalmente en un tema concreto.
Una información secreta en la familia, un abuso de los padres, una mentira, un objeto que de pronto haya desaparecido o un familiar fallecido del que no se hable puede generar este tipo de pensamiento obsesivo. Según sea de maravillosa la mente habrá captado más o menos información al respecto, y se sentirá más o menos incómoda ante la situación en el aire, por ello se generará una u otra forma de obsesión.
Será importante comprender que no hay una línea definida dónde acaba la amistad y empieza otra forma de relación, donde acaba una idea y empieza la acción, donde acaba nuestro espacio personal y empieza el espacio personal del otro.
En el trabajo con este tipo de personas buscaremos que comprendan que no han de sanar la obsesión, sino comprender cómo opera, dónde nace, cómo les obliga a pensar o actuar de una extraña forma.
Les ayudaremos a comprender que el “control” siempre es aparente y todo en la vida es un continuo, muchas preguntas tardan años y décadas en ser resueltas, muchos conflictos personales llevan toda una vida terminar de resolver, y eso es natural.
También se buscará, en un espacio adecuado, aprender a descubrir la belleza en el desequilibrio y comprender la tensión de la invasión del espacio personal. Poco a poco romper la necesidad de poner tantos límites entre los objetos personales y los objetos compartidos, o al contrario si es necesario, y poco a poco aprender a colaborar en un grupo desde un papel esencial.
Se buscará de una forma más profunda y directa, desarrollar la habilidad de permanecer feliz ante aquello que no se conoce. Buscaremos el bienestar en diferentes espacios.
Con personas que lleguen a extremos se pueden poner diferentes áreas, lugares en una sala, en una mesa, y observar y meditar que ocurre cuando utilizamos o nos sentamos en cada uno de esos espacios. El rincón, el centro de la sala, el espacio desordenado, el espacio ordenado, el espacio vacío, el espacio silencioso o lleno de ruido, el espacio lleno de gente, el espacio con fotografías, el espacio sucio…
Más allá de los rasgos de ser maniáticos u obsesivos, se puede ver la crudeza en cierta información. No parece importante si esta información es mejor o peor, si es buena o mala, es la realidad. Entonces una persona que la haya recibido sin poder entender en qué punto puede beneficiar decirla a otras personas, o en qué punto pueda dañarles, tan sólo la comunica mostrando total empatía por los demás:
-El abuelo se está muriendo porqué es muy viejo
-Esa persona es muy fea
-Has engordado mucho
-No siento nada por ti
-No me interesan tus sentimientos
-Deja de gritar, me haces daño en los oídos
Para una persona así no hay malicia en estas afirmaciones, son la verdad, y no se refieren a que siempre sea así, sino que en ese momento es así. No entiende que no se puedan decir. Tal vez sea algo que todos estén pensando, sin embargo, nadie hablaría de una forma tan cruda. Incluso puede darse que cuanto más cerca esté la persona en sí del conflicto que no puede identificar, comprender o asimilar, más expresiones de este tipo mostrará. Es probable que se vaya de lugares de tensión donde no sepa actuar o qué decir o qué está sintiendo. Y sobre todo que se aleje sin dar explicaciones y sin despedirse. Que se refugie, ponga música alta en su habitación, lea, y aparentemente ignore completamente lo que ocurre en otro lugar, y sin embargo, literalmente, no es capaz de digerir esa situación, no la puede entender, por lo que se siente colapsado y se tiene que apartar allá donde todo sea controlado.
Para una persona con una mente brillante capaz de recibir mucha información a la vez, los objetos, las cosas, las situaciones, incluso las personas, no son bonitas o feas, buenas o malas, son lo que son, tal cual se presentan. Por ejemplo, al ver una silla piensan: “es de madera, de estas medidas, es útil para sentarse, es incómoda…” no analizan si es hermosa, ni les recuerda algo de la infancia. Cuando llaman fea a una persona tampoco hay malicia, tan sólo descubren unos rasgos extraños, diferentes, tal vez unos rasgos que hayan aprendido que son de una persona fea. No analizan lo agradable o desagradable de la belleza y la fealdad, la prioridad es captar al detalle lo que se les presenta.
No pueden entender las bromas, por lo que muchas expresiones se tornan confusas.
Imagina pues la dificultad en entender las formas de amistad, de relaciones de pareja, de cercanías entre las personas. No pueden entender una relación mientras no haya una diferencia clara entre amigos cercanos y lejanos, conocidos, enemigos, amigos íntimos o con derechos, parejas, novios, esposos….
Una pareja que rompe ¿en qué se convierte? No pueden ser amigos porque técnicamente antes no lo eran, tampoco pueden ser enemigos, ni familia….
Unos amigos que discuten ¿qué relación formarán después? ¿Dejan de ser amigos? ¿se convierten en enemigos? ¿Cuándo un conocido pasa a ser amigo y cómo un amigo pasa a ser un conocido?
Un enemigo, cuando se hace las paces ¿se convierte en amigo? ¿Deja de haber una relación?
Y mucho más importante, cuando los padres se separan ¿dejan de ser papá y mamá? ¿sigue existiendo la familia?
Parece un absurdo para una persona que vive sin importar poner atributos a las relaciones, pero imagina que no puedes sentirte tranquilo a no ser que sepas con exactitud el tipo de amistad que tienes con alguien. No sabes cómo debes actuar, qué puedes decir y qué no, si tienes derecho a decir algo bello, qué tipo de saludo realizar… Necesitas aclarar la forma de relación para poder determinar el grado de implicación en la relación. Tal vez el sentimiento sea el mismo, y sin embargo hay muchas variables que hacen imposible sentirse a uno tranquilo.
Una persona así buscará una relación estable, que continúe a lo largo de los años tal cual fue al inicio, algo que no cambie, que no haya riesgos. También las amistades, de haber, serán escasas y con una forma de relación muy exclusiva, donde no quepan otras terceras personas que hagan complicado comprender los comportamientos entre tres o cuatro. De la misma manera, de no tener relación de pareja alguna, es probable que tampoco haya un intento en tenerla, pues tampoco saben en qué punto nace el coqueteo, ni les interesa cambiar su situación de equilibrio personal. A veces no logran comprender que vigilar, espiar, observar o acaparar la atención del otro con gestos extraños, es una falta de respeto. Se pueden volver obsesivos, no tanto por el amor o las emociones que sientan, sino por la necesidad de comprender, controlar y asimilar lo que está ocurriendo.
Y aquí se origina una forma de relación exclusiva que incluso puede generar conflictos alrededor.
Puede ser que uno llega a tener tantos problemas en las relaciones que en el momento que aparece otra persona con un mínimo de interés, buscará que la relación se torne lo más cercana posible, evitando que aparezcan otras personas, aislando y generando, a veces desde la infancia, relaciones muy cercanas. El amigo se vuelve “el mejor amigo”, entonces la persona se siente segura y tranquila, tiene un mejor amigo. Absorbe su atención, su tiempo y su energía para que ambos sigan juntos. Puede incluso tener celos y obsesión por la amistad. El tiempo con el amigo, más que jugar o disfrutar, consiste en alimentar esa forma de relación. El día que la relación se rompe, que la amistad desaparece, puede surgir un rencor grande, un vacío intenso. La persona no aprendió a relacionarse, a jugar, a disfrutar en grupo.
La exclusividad en las relaciones también puede generar rechazo que se conviertan en crueldad hacia todas aquellas personas que puedan romper su equilibrio en la forma de amistad que ya poseen. Excluye a las demás personas y aquellas que sienta como una amenaza en la relación, sobre todo aquellas personas a quienes envidie. En la medida de sus posibilidades excluirá del grupo y apartará, a fin de que ni su “mejor amigo” ni otras personas permitan la cercanía de quienes considera que pueden alterar el equilibrio de la relación actual. Estas personas no tienen por qué llegar a atacar o acosar, pero sí generan momentos de tensión donde manipulan las situaciones hasta que el acoso o maltrato se produce por parte de su amigo o de sus cercanos. La tendencia es que uno rechace todo tipo de relación nueva, primero analiza a la otra persona inconscientemente en el primer vistazo y rara vez se abre a personas nuevas. No sabe relacionarse desde cero pues no sabe cambiar en su mente de “desconocido” a “conocido” y de “conocido” a “amigo”, así que no puede iniciar una relación. Entonces ese desconocido se convierte en una sombra, un problema, un verdadero conflicto. Descubrirá en él todo lo negativo para generar esta exclusión y desvelará todo lo posible estos atributos a fin de que, quien ya sea su amigo o amiga, sienta lo mismo y la relación que ya tiene se mantenga.
Por ello muchas veces, sin darse cuenta, no permite al otro que tenga más relaciones, necesita controlarlas, estar presente cuando aparecen otros, analizar en qué punto el otro es “su amigo”. Cuando hay grupos o trabajos en grupo, buscará la persona más afín, más cercana o el que ya es su conocido, y desde ahí parte para formar parte de la actividad grupal, sin embargo, en las conversaciones exclusivas, en el hablar en privado, en el apartarse del grupo con la persona escogida, genera un gran distanciamiento con los demás e inconscientemente impide que el otro también se relacione adecuadamente con el grupo, así se generan nuevamente relaciones de exclusividad, grupos divididos, lo que no permite que un trabajo colaborativo se pueda dar. Incluso cuando estas relaciones se ven amenazadas podrá poner en peligro el grupo al completo y el trabajo a realizar, insultando, riendo o criticando el trabajo o la persona que guie el mismo, poniendo a las demás personas del grupo en una situación de dualidad, confusión, duda, distanciamiento.
Cuando tratemos con personas así, claramente se desarrollarán directrices para trabajar desde lo lúdico: el juego sin ningún objetivo en concreto más que jugar. Se buscará el descubrir la importancia del trabajo en grupo, colaborativo, y lo hermoso de participar desde los iguales.
En ciertas dinámicas se sacará a la luz todos los elementos que se utilizan que generan división, duda, hostigamientos o confrontaciones.
Se buscará descubrir lo hermoso de los feedback, de delegar y de confiar. Se puede trabajar con los ojos vendados y el descubrir de la motivación y el trabajo libre de intereses personales. Incluso libre del interés de ser “uno mismo” el que protagoniza las acciones desinteresadas.
Se aprenderá a equivocarse buscando formas de generar el error y la autocrítica de una forma satisfactoria y fácil.
Sobre todo, con niños se aprenderá a no juzgar, no criticar, a no decir a las demás personas lo que deben hacer o cómo lo deben hacer, aprendiendo a confiar y a respetar, y permitiéndose ser niños en vez de actuar como pequeños adultos.
Desarrollaremos la capacidad de hablar en público, de comunicar lo que pensamos, de aprender a diferenciar qué información es importante entregar en una conversación, cuál puede dañar a otras personas, cuál no tiene ninguna utilidad expresar.
De una forma lo más amorosa y lúdica posible, trabajaremos la calidad humana y ayudaremos a enfocar la tendencia obsesiva a una calidad de pensamiento imaginativa y creativa.[/vc_column_text][/vc_tab][vc_tab title=»Herramientas para trabajar» tab_id=»1530169238696-3-1″][vc_column_text]Inteligencia emocional
Muchos trabajos de inteligencia emocional se centran en conocer la emoción, sin embargo, el bloqueo que a veces ocurre no es por desconocimiento de la emoción, sino por su negación, la incapacidad de abandonar el control ante la emoción, el miedo al dolor, el temor a perder el poder personal y el equilibrio interior. O por la frustración que genera no saber actuar ante la emoción ajena.
En el desarrollo de la inteligencia emocional sería interesante aprender que las emociones nos hacen la vida más interesante, nos ayudan a aprender, a sentir cómo reaccionar.
Según las emociones que tengamos podremos actuar en las diferentes circunstancias de la vida, en cambio, cuando no permitimos que estas emociones fluyan, podremos actuar de manera equivocada ante las diferentes situaciones que se nos presentes. Podemos sentir dolor o ira, en vez de temor, ansiedad en vez de amor, deseo en vez de seguridad… las emociones que bloqueamos por traumas o por desconocimiento, generan una confusión en la actitud de la persona.
Cuando trabajamos la inteligencia emocional es importante descubrir las diferentes situaciones que puedan emocionarnos, en un espacio dedicado a ello, de tal manera que comprendamos qué emoción deberíamos sentir y cómo ayudar a esa emoción a fluir con tranquilidad.
De la misma manera podemos aprender a escuchar, sentir y comprender al otro en su emoción. Desarrollando no sólo la empatía, sino cómo actuar ante la empatía sentida.
La inteligencia emocional nos ayuda a comprender las situaciones desde el sentir y no tanto desde la mente, ayudando a integrar las situaciones más conflictivas de la vida.
Los juegos y trabajos que se realizan surgen desde las dinámicas de grupo, la confesión y el compartir de sentimientos sin analizar su origen, la escucha profunda, el aprender a reír con libertad y aprender a soltar y perdonar. Comprender la envidia, el chantaje emocional o la manipulación.
En general, ¿es fácil ser feliz? ¿y está reñido ser feliz con ser inteligente? ¿o ser feliz con tener rasgos autistas? La inteligencia emocional nos ayuda, más allá de nuestras limitaciones físicas, sociales o intelectuales, a ser más felices. Lo que nos lleva directamente a realizarnos como personas y a ser parte de la sociedad.
Y esta es la clave para potenciar este trabajo.
Calidad Humana
En el trabajo cooperativo es interesante descubrir la actitud, la participación, la motivación, la búsqueda de un desarrollo grupal. Abandonar roles obsoletos en el trabajo, y tanto liderar como participar en una estrategia liderada. Descubrir lo importante de lograr un dialogo equitativo y grupal, comprender que problemas surgen de la exclusión social, desde el rechazo hasta el acoso.
En los trabajos de calidad humana uno desarrolla herramientas para trabajar en grupos pero también aprende a detectar los conflictos antes de que surjan. Desde la maravillosa individualidad, libertad de opinión y el respeto, se logra un trabajo positivo, armónico y perfecto.
Detectaremos tanto la tendencia a ser el protagonista, a evitar el grupo, como asumir roles de amparo, servicio y ayuda que nos permitan situarnos por encima de los demás.
Nuevamente permitiremos que cada uno realice su papel. En el entorno de niños es interesante permitir que sea el monitor, o el adulto quien determine lo que se está haciendo bien o mal, y no permitir que ningún niño asuma ese rol, pues este rol de dirigir a los demás niño, actuar como adulto, genera exclusión social y distanciamiento de sus compañeros. Se trata de aprender a ser niño, aprender a ser aprendiz, y también aprender a ser maestro.
Para un profesor con una clase cargada de niños y tensión, suele ser muy cómodo tener un niño o niña más inteligente que le ayude recordando a los demás que están haciendo bien o mal, sin embargo, este comportamiento ¿en qué lugar deja al favorito?
Debemos comprender que un padre, madre o tutor tiene la obligación y responsabilidad de enseñar a sus hijos y llamarles la atención en lo que vea oportuno. También en el área que corresponda, un profesor puede hacerlo, corrigiendo en el área determinada y en el momento de detectar algún comportamiento incorrecto puede señalar a sus padres o tutores lo que ha observado para que ellos, los responsables en su educación, se encarguen de ayudar al niño o la niña. De la misma manera un niño o niña, o un amigo, puede reclamar lo que no le gusta sentir, o que le digan o que le hagan, pero ¿qué derecho tiene a reprimir a un compañero por lo que debería reprimirle sus padres? ¿dónde queda el respeto, el cariño, la confianza? ¿En qué se convierte el niño o la niña que adquiere una actitud de adulto represor en cuando ve la oportunidad? Comprender esto es muy importante para poder abolir las relaciones exclusivas.
Expresiones como: “la maestra dice que tienes que hacerlo de esta manera, tienes que sentarte bien, no debes gritar, eso no se hace, si no lo haces bien te van a castigar”, es donde podemos encontrar este tipo de comportamiento tirano donde un niño está abandonando su papel social como niño, o bien porque no sepa ser un niño, o bien porque quiera situarse en un papel que no le corresponde. Se tratan de situaciones que generan exclusión, donde uno de los niños se convierte en “diferente”, superior. Además, cuando este niño o niña tiene la bendición de los adultos para comportarse así, mantendrá esa actitud a lo largo de su vida sin respetar el rol que cada uno debe hacer en su vida.
En las actividades grupales estas personas son las primeras que no querrán participar, querrán tener roles separados, tal vez el narrador en la obra de teatro o el ayudante del director. Y evitar esta tendencia dejándoles participar con roles secundarios a fin de que logren entender lo importante de ser parte del grupo y respetar el papel que juega cada uno, es una tarea ardua difícil para el líder que debe tener en cuenta. Respetar, valorar y reconocer su inteligencia y su talento, a la vez que no se le permitan las situaciones de exclusividad.
Teatro y Clown
En las altas capacidades es muy importante desarrollar el juego dramático como una estrategia para el autoconocimiento. Una persona puede sentirse incómoda, herida, incomprendida, puede acoger conductas desagradables o incluso puede ser hiriente y excesivamente juicioso con los demás. Cuando siente enojo o algún capricho es posible que no comprenda que puede estar siendo egocéntrico utilizando su enojo como excusa para estar mal y hacer que los demás estén mal.
Son rasgos delicados de tratar y a través del juego y del teatro, de la pantomima y de la risa, podemos sacarlos a la luz, riéndonos de estas situaciones y aprendiendo de ellas.
Aprender a interpretar los diferentes papeles de la vida que tomamos, a reírnos de nosotros mismos, también nos ayuda a conocernos, a descubrir cómo actuamos y cómo afectamos con nuestra actitud a otras personas.
Sobre todo, una persona con altas capacidades puede percibir la vida y cada cosa de la vida como determinante, fija, estática, la realidad se vuelve intensa y clara y el pensamiento racional en esos casos no permite la apertura mental o emocional.
Con el teatro cambiamos los papeles, jugamos a ser diferentes, aprendemos que la vida es un teatro, un juego, romperemos los procesos intelectualmente o los observamos sin necesidad de controlarlos.
Creatividad
Algunas personas con altas capacidades necesitan aprender a desarrollar un método de pensamiento propio. A veces creemos que la educación se basa en conocimientos estáticos, en datos, números, fechas. Sin embargo, una mente abierta, capaz de crear y pensar por ella misma, puede descubrir y desarrollar constantemente cambios en su vida.
En la educación de personas con altas capacidades erróneamente buscamos sacar el máximo partido a su mente entregando más cantidad de datos. Enseñamos qué pensar y se nos olvida enseñar cómo pensar, o cómo generar formas de pensamiento dinámicas, novedosas, abstractas o creativas. Un genio no se fundamenta en sus altas capacidades, sino en la capacidad de sacar provecho de las herramientas que posee.
A través de la creatividad podemos lograr a enseñar cómo pensar a una persona. Desde la originalidad, la versatilidad, lo absurdo y la ruptura con lo convencional. Logrando una mente brillante y única.
Cuando a un niño rápidamente le felicitamos por sus logros o le mostramos sus fracasos, su mente rápidamente pensará “esto lo hice bien” o “esto lo hice mal”, ante eso quedará estancado en unas directrices marcadas previamente. Pero, ¿y si fuera posible que corrigiéramos o guiáramos en un tema concreto sin tener que mostrar continuamente atributos de bueno o malo? De esta manera el estudiante no basaría su avance en lo que supuestamente está bien o mal, sino en la búsqueda continua que desde su propio anhelo le ayuda a crecer.
Aquel niño o niña que continuamente es alagado, muy probablemente crecerá y, por muy brillante que parezca, fácilmente su trabajo será mediocre pues no habrá sacado lo mejor de si mismo, sino que continuará trabajando en base a lo que es correcto o incorrecto, lo que está bien o mal, lo que es bonito o feo, según haya aprendido.
Aquel niño o niña que, con las herramientas adecuadas y las pautas adecuadas, se le permite desarrollarse sin acentuar lo que está bien o mal, sobresaldrá logrando un trabajo único y personal. Y poco a poco sacará lo mejor de sí mismo.
Imaginemos el niño que aprende a dibujar. El día que el padre o la madre dicen que ese dibujo es muy bonito, el niño lo tenderá a repetir, bloqueando el autodescubrimiento y el desarrollo personal. Su potencial quedará limitado completamente por la necesidad de volver a hacerlo “bien”. De la misma manera cuando se le dice que el dibujo es muy feo, el niño tenderá a evitar ese dibujo, sin explorar las posibilidades de dicho trabajo.
En el caso contrario, el niño que con las herramientas no es corregido al enseñar el dibujo, cuando no se le acompaña con intención de guiar, sino con amor, comprendiendo la necesidad del descubrimiento de un potencial único y personal. El niño continuará dibujando de una forma libre, abstracta, sencilla, compleja o delicada según él mismo sea. Logrando sacar su máximo potencial y sacando el genio que uno lleva dentro.
Enseñar a pensar es el arte de acompañar sin dirigir potenciando la actitud dinámica y la reflexión. Se muestran las herramientas, las técnicas, y se desarrolla una forma de enseñanza basada en la calidad humana.
En este trabajo se le abre un campo de posibilidades. Se le potencia la búsqueda personal, se le enseñan las técnicas, teorías, trabajos previos, sin catalogar ni determinar, sin calificar.
Recordemos que cuando un niño saca en un examen un 6, inmediatamente se identifica con un 6, deja de ser un niño con infinitas posibilidades y se convierte en un 6. Un niño que logra un 9 o un 10, logra el máximo, no hay más por trabajar. Básicamente cree que todo lo realizado es perfecto, no hay forma de mejorar, no hay error posible. Un niño que saca un 4 ha fracasado, con él mismo y con el alrededor, ya no es un niño capaz, es un niño de un 4. Incluso pasados los años esa numeración sigue en cada persona. Una persona en la educación actual es calificada y catalogada de una forma absurda. Pero el conocimiento de una persona no puede ser etiquetado, el conocimiento es más complejo. Y tampoco se puede etiquetar ni catalogar la capacidad de adquirir dichos conocimientos. La comprensión en general no puede ser calificada con facilidad, mucho menos por números del 0 al 10. Dicho de otra manera, un niño no puede ser un 0, ni un 8 ni un 5, un niño es un ser completo. Cuando un niño o un adulto se identifica con un número, al igual que se cuantifica y califica a una persona según su sueldo, estamos limitando todas las cualidades y aptitudes naturales intrínsecas en el ser humano. Sería como catalogar a la naturaleza en términos numéricos midiendo cualidades subjetivas como belleza o utilidad.
A través del desarrollo creativo una persona deja de identificarse por sus logros cuantificados. Deja de ansiar un reconocimiento y comienza a determinar sus objetivos en base a su autorrealización, generando una vida más saludable y feliz.
Intimidad
Cuando se trabaja con personas de altas capacidades es importante desarrollar unos hábitos saludables en la intimidad y la vida personal.
En el contexto de los rasgos asperger o rasgos autistas, y más en personas con altas capacidades, es fácil encontrarse con hombres y mujeres que no se permitan tocar, ni abrazar. Reservados o tímidos, miedosos. Personas que no expresan sus emociones o no saben comprender cómo cuidar o respetar su intimidad.
No saben cuándo deben o no deben ceder, o les cuesta percibir si realmente tienen ganas de hacer algo. A veces no saben decir “no”, otras veces no saben decir “sí”.
Si no han tenido información o no les han hablado de niños sobre la sexualidad esta se tornará desafiante y basada en una búsqueda personal en base a lo que vean, lean o escuchen. Al igual que todo lo demás, requieren conocer primero, y si no conocen no saben lo que está bien o lo que está mal.
La intimidad nos ayuda a comprender cómo guardar un secreto o cuándo confesar algo que sentimos. Nos ayuda a respetar nuestro cuerpo, a respetar los secretos de otras personas, su espacio.
Con un trabajo adecuado lograremos aprender a tener mayor seguridad en nosotros mismos, aprender a discernir sobre lo que se siente y a actuar asertivamente.
Imaginación
La imaginación en una mente maravillosa es un lugar real y precioso donde todo es posible. La riqueza de los detalles, la fuerza y la intensidad de lo que ocurre dentro de la mente, se puede convertir en un bálsamo y un camino para sanar, comprenderse, crear y desarrollarse.
Cuando una persona con una gran mente no desarrolla su imaginación se siente atascada y sumida en un mundo desconocido y obtuso. No logra cambios y su inteligencia no se desarrolla adecuadamente.
Desarrollar la imaginación y potenciarla es un requisito en el trabajo con personas con altas capacidades. Sobre todo es lo que les ayudará a sacar sus aptitudes a la luz y desarrollar todo su potencial.