Este día puede parecer un día más, un día cualquiera, sin embargo continuamente ocurren cosas maravillosas. El arte de emocionarse con salud, de inspirarse en cada pequeño detalle, de reir con todo, de alegrarse, de conmoverse, también hay que desarrollar el arte de ser más sensible.
Confundimos ser sensible con herirse por todo, confundimos la persona sensible con la persona fragil, sentir no significa ser fragil, ni estar expuesto al dolor o a algún mal. Sentir es abrir un abanico de sensaciones y emociones que hacen la vida más dichosa y perfecta. Es un error bloquear sensaciones porque las consideramos “malas”, cuando a lo mejor, sólo ocurre que no las entendemos. La vida está llena de pequeños momentos que nos pueden conmover, a los que no debemos tener miedo.
Una experiencia sensitiva plena, puede abarcar mucho más que un instante, entonces parece que se detiene el relo, y que está aconteciendo algo verdaderamente asombroso. Gente importante parece que se reune en algún lugar y nos observa, o que un rayo de luz canalizado desde alguna estrella nos ilumina el rostro. Pero no es más que otro instante, y cuando más importante a ese instante que a otro, cuando damos más importancia a una voz que a otra, a un consejo que a otro porque la fuente la consideramos más pura, entonces estamos perdiendo la sensibilidad. Ser sensible es sentir, emocionarse y dejar que el mundo nos mire, nos cambie, nos transforme.
Cuando la persona evita ser sensible, entonces podrá sufrir por todo, porque aquello que le rodea se torna algo que necesita evitar. Un ruido fuerte, un grito, una palabra hiriente, se convierte en algo horrible que necesita apartar, bloquear. La persona ya no tiene equilibrio, ha perdido el equilibrio al intentar huír de lo que siente. Se llama a sí misma sensible, pero tiene miedo, y el temor se manifiesta por una sensibilidad extrema, una reación extrema a todo cuando le rodea, y sufre, porque cada sensación produce una reacción inadecuada y exagerada. Llora, tiembla, sufre en extremo, porque fuera de ella, hay experiencias que teme vivir y que le provocan un estado de alerta constante.
La persona “insensible” de la misma manera, en el otro extremo, huye de sentir muchas cosas, porque teme cambiar. Se protege. El canto del pájaro ya no le dice nada, la sonrisa de un niño se convierte en algo amenazante, el amor se torna lejano. No se conmueve, no se ríe, piensa que es equilibrio, pero falta mojarse con el agua de la lluvia y sentir alegría al notar empapados los pies, falta reirse de si mismo, falta permitirse equivocarse, permitirse llorar, abrazar la vida, falta, porque teme cambiar. Teme una experiencia que le cambie y no volver a ser la misma persona, o no volver a tener el control.
Nuevamente, en el equilibrio está la verdad. La persona sensible no se lastima con las cosas que ocurren, las experiencias no se tornan asperas ni agridulces, sino una constante lluvia emocional y sensitiva que hacen la vida colorida y hermosa. Esta vida tiene color, tiene sabores, tiene sensciones infinitas, no se trata de vivirlas todas, ni de evitarlas, sino abrirse a experimentarla con salud y plenitud.
Los maestros equivocados, han descubierto unos sentimientos que valoran sobre los demás, unas experiencias que consideran mejores, y las practican y las enseñan, las experimentan y guían hacia esas sensaciones, olvidando todas las demás que consideran equivocadas. El error no está en considerar unas experiencias mejor que otras, ni en creer que existe un camino para sólo sentir lo que uno cree que debería sentir, el error está en no permitir que la vida sea tal cual es.
Los maestros que creen tener sabiduría, viven de su experiencia creyendo que lo que hoy sienten es lo mismo que sintieron hace mucho tiempo, y enseñándolo como la única verdad. Hoy, que es un día nuevo, que todos los aromas son nuevos, creen conocer todo cuando acontece y se evaden de experimentar la dicha de ser en el instante presente.
Seguir a un maestro experimentado, seguir a alguien que ya lo conoce todo, también es caer en el error de nublar la visión y catalogar lo acertado de lo equivocado, cuando la vida, tal cuál es, es perfecta y llena de ricas experiencias nuevas. No se puede decir que se ha vivido lo mismo dos veces, no se puede confundir la verdad de la experiencia con el temor a lo desconocido, porque cada instante es desconocido.
El maestro verdadero te enseña a vivir hoy, a sentirte hoy, a respirar. Todo lo demás, no es más que una ilusión.
Hoy es un día nuevo, ocurren cosas nuevas, que nunca antes ocurrieron, cosas bellisimas, únicas, increibles, cosas que nunca más ocurrirán.
Necio aquel que intenta repetir lo que ocurrió ayer. Ciego quien no logra ver todo lo que hoy está pasando.