Desarrolla la capacidad de estar presente. Estar presente es liberarse del apego, es aprender a amarse a uno mismo, es descubrir el silencio y conectar con él.
Liberarse del apego es liberarse del odio, de la avaricia, de la ambición. Cuando aprendemos a identificar nuestras actitudes negativas, nuestros propios juicios, nuestras adicciones, entonces debemos actuar ante ellas. No basta con reconocer el problema, hay que actuar. Si descubres que en ti hay ira, por muy pequeña que sea, actúa, igual que te gustaría que otra persona reconociese y actuase contra su ira si esta te hace daño.
No esperes que una emoción te afecte porque te separe de los demás, o te perjudique en tu trabajo, actúa mucho antes. Si ves actitudes negativas en tus cercanos, en tus hijos, en tus padres, utiliza la Ley del Espejo para trabajar esa actitud en ti.
Cuando las personas no son responsables de si mismas echan la culpa de sus procesos personales al alrededor, muchas veces indirectamente, buscan razones fuera de ellos mismos para comprender lo que les ocurre en su interior. Miran al pasado y descubren “causas” de un dolor, de un problema, de una situación conflictiva actual, pero el pasado no existe, ya no está. Otras veces miran en los antepasados, en aquellos padres, abuelos o bisabuelos que ya no están. Y si ya no están, ¿cómo su problema está presente? Cuando uno se ama a sí mismo sabe que la respuesta está en uno mismo, en el presente. Puedes buscar entonces en el pasado, en los antepasados, para que te muestren un reflejo de lo que hay en ti ahora. La culpa, el odio, la rabia, la crueldad, el miedo, la inconsciencia, la avaricia, no esta en aquella vida pasada que reviviste, ni en tu infancia, ni en tus antepasados, está en ti, en el momento presente.
A veces la vida parece un río de agua turbia, conectas con ese río y al instante es un río abundante de sabiduría. Conectas con los problemas sin ninguna evasión, y la misma situación conflictiva actual te da la respuesta, puede que con una imagen, con un recuerdo, con una emoción liberadora, y esa respuesta que te llega, aunque tenga forma de pasado, es un reflejo que te ayuda a conectar con más fuerza contigo en el presente.
Cuando desde el silencio hay amor propio, te valoras y te aceptas en todas tus apariencias. No buscas esconder ningún aspecto de ti. La creencia de lo que eres, como una niebla densa, no permitirá que veas lo que realmente eres. La creencia se convertirá en tu visión.
Cuando crees que una persona es de una determinada forma, a eso se le llama juicio. Sin embargo cuando abres los ojos al otro, siempre cambiante, siempre nuevo, siempre perfecto para ti, le aprendes a “ver” sin juicio alguno. La creencia te tapara la visión y no te permitirá descubrir la auténtica belleza del otro, no podrás descubrir su grandeza ni todo lo que te enseña para que puedas crecer o aprender. Lo mismo, la creencia sobre tu propia vida, sobre ti mismo, no dejará que te descubras. Por ejemplo, si tienes una creencia establecida de que tú, jamás tienes envidia, ¿cómo podrás descubrir la envidia en ti? Si tienes la creencia de que en ti no hay odio, ¿cómo descubrirás el odio en ti? Si el odio existe, en ti también existe. Si la envidia existe en el Universo, también en ti habrá envidia. Eres un microcosmos perfecto, un pequeño Universo que refleja todo lo que hay en el ancho cielo. Y si logras conectar con tu propia envidia, la podrás transformar en admiración. Si logras descubrir y conectar con tu propio odio, lo podrás transformar en apertura y aceptación. Muchas personas realizan esta transformación rápidamente y sin esfuerzo, otras requieren aprender a amarse y aceptarse sean como sean.
Amar y abrazar las partes de ti que valoras es sencillo.
También es sencillo amar y abrazar las partes de ti que han sufrido. Ahora, el reto está en amar y abrazar las partes de ti que han creado sufrimiento. La parte de ti que te rechaza, que tiene juicio, que miente, etc. Según descubres las actitudes negativas en ti, y sólo desde este punto, puedes pulir tu comportamiento y liberarte de gran parte de bloqueos. Sin sentirte víctima de tu inconsciente, con cariño te observas. Te vas conociendo poco a poco. Te vas descubriendo. Así tu actitud no será un reflejo de tu inconsciente y con sabiduría podrás dirigir tu vida.