San Juan de la Cruz

San Juan de la Cruz, un desconocido en su época, aun hoy recordado por unos pocos versos y prosas y otros cientos robados y aun ocultos, se convierte en una de las personas más significativas para la Iglesia. Y desconocido, pues aprovechando sus encarcelamientos y sus viajes, fueron ocultando gran parte de sus realizaciones en vida.

Él nos muestra el camino hacia el despertar espiritual, un camino silencioso, de rectitud, orden, servicio y abandono. A través del encuentro divino uno abre su corazón al Amor Infinito y Universal, un amor totalmente transformador y sanador.

Juan de Yepes Álvarez nace en Fontiveros, Ávila, el 24 de Junio de 1542. Reformador de la Órden de Nuestra Señora del Monte Carmelo y cofundador de la Orden de los Carmelitas Descalzos junto con Santa Teresa de Jesús.

Mi medio fraile, como lo llamaba Santa Teresa de Jesús, vivió con un pie en la espiritualidad, otro en la tierra y el corazón en el cielo. Su gran mente le otorgó gran claridad y una vida dedicada al servicio de lo divino.

Pudo entrar en el colegio y aprovechó cada gota de conocimiento que recibía. Mientras aprendía humanidades ayudó en el Hospital de Medina del Campo especializándose en la curación de las enfermedades venéreas. Aprendió humanidades, artes, dialéctica, latín con los religiosos. Ingresa en la Orden de los Carmelitas con el nombre de Fray Juan de San Matías, nombre que él mismo cambia por Juan de la Cruz.

Se enfrentó a estructuras religiosas de la época y trabajó junto con Santa Teresa de Jesús en la fundación de conventos y la renovación religiosa.

Encarcelado en dos ocasiones por su trabajo renovador y moderno. Tras su segunda encarcelación es despojado de todos sus cargos religiosos y se retira al convento de los carmelitas Descalzos de Úbeda donde la madrugada del sábado 15 de diciembre de 1591 trasciende el cuerpo con 49 años de edad. Dícese en la crónica de su muerte: “De su cuerpo y de todas sus cosas salía tan suave fragancia y suave olor que aun fuera de su celda se percibía”

Subida al Monte Carmelo

Quien sepa morir para todo, tendrá vida en todo

Modo para venir al Todo 

Para venir a lo que no sabes, 

has de ir por donde no sabes.  

Para venir a lo que no gustas, 

has de ir por donde no gustas.  

Para venir a lo que no posees, 

has de ir por donde no posees. 

Para venir a lo que no eres, 

has de ir por donde no eres. 

Modo de tener al Todo 

Para venir a saberlo Todo, 

no quieras saber algo en nada.  

Para venir a gustarlo todo, 

no quieras gustar algo en nada. 

Para venir a poseer algo de todo, 

no quieras poseer algo de nada. 

Para venir a serlo todo, 

no quieras ser algo en nada. 

Modo para no impedir al Todo 

Cuando reparas en algo, 

dejas de arrojarte al todo.  

Porque para venir del todo al todo, 

has de dejar del todo al todo. 

Y cuando lo vengas todo a tener, 

has de tenerlo sin nada querer. 

Porque si quieres tener algo en todo, 

no tienes puro en Dios tu tesoro.

Indicio de que se tiene Todo 

En esta desnudez halla el espíritu quietud y descanso,

porque como nada codicia,

nada le impele hacia arriba y nada le oprime hacia abajo,

que está en el centro de su humildad.

Que cuando algo codicia, en eso mismo se fatiga.

Monte-Carmelo

Llama de Amor Viva

Canciones del alma en la íntima comunicación, de unión de amor de Dios.

¡Oh llama de amor viva,

que tiernamente hieres

de mi alma en el más profundo centro!

Pues ya no eres esquiva,

acaba ya, si quieres;

¡rompe la tela de este dulce encuentro!

¡Oh cauterio suave!

¡Oh regalada llaga!

¡Oh mano blanda!

¡Oh toque delicado,que a vida eterna sabe,

y toda deuda paga!

Matando. muerte en vida la has trocado.

¡Oh lámparas de fuego,

en cuyos resplandores las profundas cavernas del sentido,

que estaba oscuro y ciego,

con extraños primores calor

y luz dan junto a su Querido!

¡Cuán manso y amoroso recuerdas en mi seno,

donde secretamente solo moras

y en tu aspirar sabroso,

de bien y gloria lleno,

cuán delicadamente me enamoras!

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