Los ciclos del Sol y la Luna

Podemos entender la relación del Sol y la Luna como una hermosa danza entre dos aspectos esenciales de la naturaleza, el masculino y el positivo, el padre y la madre.

Según el Sol y la Luna danzan, generan las estaciones, las fases lunares, los ciclos del día y la noche. Y con su luz cambiante, influyen sobre todas las cosas.

Analema

La luz del Sol nos entrega fuerza, creatividad, inspiración, voluntad. La necesitamos para el equilibrio físico, emocional y mental.

La luz de la Luna nos entrega frescor, regeneración, cicatrización, sube defensas, ayuda al sistema límbico y a la circulación, calma y da serenidad.

Toda materia se alimenta de estas dos luces, de estas energías. E igual que el día tiene sus ciclos y sus fases, la luz de la Luna nos nutre de forma completamente diferente en cada una de sus fases.

Una analema es la curva que describe la posición del Sol y de la Luna en el cielo en un dibujo representado todos los días del año. Suele tener forma similar a una lemniscata, el símbolo del 8 infinito, aunque a veces varía según el lugar de la tierra.

El Sol describirá una analema perfecta y retornará al inicio del ciclo en el transcurso de un año terrestre. Los Solsticios corresponden a la parte más alta y baja del 8.

La Luna también dibuja una analema en el cielo, aunque retorna a la misma posición en un ciclo de 50 minutos y 29 segundos, repitiendo este pequeño ciclo constantemente. Luego, realiza otro ciclo mayor, más conocido por todos, donde se transforma a diario en las cuatro fases: Luna llena, Luna nueva, creciente y menguante. Son un total de 13 Lunas a lo largo del año.

Cuando observamos todos los días del año el Sol o la Luna desde un mismo lugar, encontraremos en el cielo una hermosa figura geométrica, similar a un infinito inclinado.

En arquitectura, se utiliza este dibujo para cuadrar las fases Lunares o Solares más intensas, y que estas impregnen un determinado lugar.

La mayoría de los altares de cada iglesia cristiana están iluminados desde algún rosetón por la luz del Sol en una hora de un Solsticio determinado, o por una fase de la Luna llena de un mes del año.

Me sorprendió especialmente este fenómeno en la iglesia de Santa María de Obarra, Huesca, con una orientación perfecta que permite que el rayo de Sol del Solsticio de verano y el rayo de Luna de la segunda Luna llena de otoño, durante media hora, justo a las 21h de la noche, impregnen el altar y el interior del templo desde la ventana del ábside central.

Analema solar

Así muchas construcciones antiguas están enfocadas en esta línea, intensificando a luz del Sol y la Luna, para permitir que sus cualidades nos iluminen y nutran.

La analema nos muestra los ciclos del Sol y la Luna, como una apertura, la luz influyendo en cada espacio de la tierra abriendo su energía en un infinito cíclico y equilibrado. El Sol tiene ciclos, nos nutre de forma diferente con esos ciclos. A veces es más intensa su luz, a veces se eleva, a veces se esconde… La Luna tiene ciclos, y estos ciclos nos equilibran, calman, armonizan…

Analema lunar

No necesitamos conocer estos ciclos a la perfección a no ser que seamos arquitectos o artistas, pero sí es bueno comprender que la influencia del Sol será más directa o menos en función, no sólo del momento del día, sino también del año. Y que paulatinamente, el Sol también regresa a su inicio, para retomar el ciclo y comenzar de nuevo, sin variar ni un ápice su movimiento y por ende su influencia sobre nosotros a lo largo de cada fase Solar.

Todos necesitamos el alimento de la luz, tanto de la luz del Sol como de la Luna.

Un exceso de la energía de la luz del Sol nos quita la paz y nos da estrés, agitación, frustración, un ritmo acelerado que acaba agotado, orgullo, exceso de calor, tozudez, rigidez…

Un exceso de luz nocturna nos agota emocionalmente, nos genera impotencia, frío, humedad, depresión, exceso de ensoñación, locura, retención de líquidos, problemas de huesos, articulaciones, tendones, mucosidad, amargura…

Además, esta luz cambiará dependiendo del momento en que nos nutramos de ella.

Los humanos estamos diseñados para despertar justo antes del amanecer, y poco a poco emprender el día con mayor intensidad. Las mañanas la mente está más lúcida, despejada, enfocada. El medio día, con el Sol más elevado, los humanos buscan nutrirse, es un momento enérgico, alegre, que invita a compartir y alimentarse. En la tarde, según la luz del Sol desciende, los humanos están diseñados para tener un ritmo más tranquilo, se recogen y descansan. Ya no tenemos tanta necesidad de alimentarnos, ni de hacer tantas cosas, sino a guarecernos y estar más con nosotros mismos. En la noche, el cuerpo humano necesita descansar. Cuando hay dolor, desequilibrio, es probable que la noche llame a la reflexión con la luz del fuego y la Luna, pues la Luna tiene cuatro ojos, dos que permiten ver en el día, y otros dos que permiten ver en las sombras. La noche nos ayuda a observar aquello que está oculto, la Luna ilumina las cicatrices y las puede sanar.

Aquella persona que tienda a trabajar más desde media mañana, o al medio día, con la luz Solar más intensa. Tenderá a tener un ritmo desproporcionado, intenso, agitado. Comienza su agitación en el momento más elevado, sin prepararse para ese instante. En la noche no logrará calmar su ritmo y puede producir estrés, la sensación de que quedó algo por hacer. Es posible que le cueste descansar, que tenga una respiración más agitada o que sus ritmos de ir al baño estén completamente alterados. Es una persona con exceso de energía, pero también que puede perder con facilidad toda su fuerza al vivir en un ritmo contrario a su cuerpo.

Fases de la luna

Las personas nocturnas tenderán a tener exceso de frio en la mente, en el cuerpo. En la noche, ciertos sentidos se agudizan, pues inconscientemente aparecerá un estado de alerta más intenso. Es posible que se escuche mejor, que se sienta más, que se perciban más cosas. Y esto es algo que los clarividentes y magos aprovecharon siempre, para obtener visiones trasformadoras determinadas. Los humanos que viven en la noche, se acostumbran a la luz de la noche, la cual otorga un mundo más ilusorio, fantasioso y emocional. Sus ritmos de alimentación y movimiento serán más caprichosos, pues la Luna a veces es caprichosa e incierta. Podrán pasar temporadas sin apenas moverse, con pantallas y libros, y podrán pasar etapas con exceso de ejercicio y energía que no sepan calmar.

Cuando las personas abusan de la luz artificial durante el día, ignorando que es el Sol lo que necesitan, y alteran su ritmo natural. Llega la noche y no tienen sueño, pues requieren luz natural, y poco a poco se alimentan únicamente de luz Lunar. Les cuesta dormir temprano y madrugar, y poco a poco, aun teniendo hábitos diurnos, acaban sufriendo por el exceso de energía Lunar. Es alarmante descubrir como la mayor parte de las personas que requieren atención psiquiátrica o psicológica, tienden a ser más nocturnas y les cuesta dormir cuando llega la noche.

La naturaleza en general, también se ve influenciado por estos ciclos, y se adapta a ellos. Las plantas, al igual que las personas, se alimentan de la luz. La mayoría de la luz del Sol, pero ciertas plantas se alimentan de la luz de la Luna, y tienen hábitos nocturnos.

Las flores blancas en general, el sauce, el plátano, jazmín de noche, el lirio blanco, el trébol, la margarita, la artemisa, la lavanda, la amapola, galán de noche, muchas algas…

El equilibrio de la luz nocturna y diurna en nuestros cuerpos es igual que en las plantas. Y los humanos, están creados para vivir con la luz del Sol. Los ritmos de todos nosotros son perfectos y equilibrados cuando, sin esfuerzo, nos despertamos justo antes del amanecer, antes de las primeras luces del día.

Podremos aprovechar la energía de la Luna y de la noche cuando la requiramos, pero en exceso, nos podrá perder en tinieblas mentales y pantanos emocionales.

Las mujeres, por su naturaleza Lunar, son ligeramente más nocturnas que los hombres, y requieren un tanto más de luz Lunar que ellos, tenderemos a dormir menos y a sentirnos mucho más lúcidas en la noche. La luz de la Luna nos recarga, nos transforma y nos influye notoriamente. Pero un abuso de esta luz nocturna, altera considerablemente el ritmo de la mujer, al potenciar todo aquello femenino de nuestra naturaleza: retención de líquidos, intromisión, emociones atascadas, pensamientos repetitivos, imaginación en exceso, apego….

Ciclo del Sol a lo largo del año

Alimentarse y rodearse de plantas también es una forma de alimentarse indirectamente de las propiedades de la luz del Sol o la Luna, pues toda vegetación está influenciada por la luz de la Luna y el Sol.

Si observamos con detalle, podremos ver que todas las plantas Lunares, se han identificado como sanadoras, femeninas y mágicas.

Aprender a identificar dónde está el desequilibrio en tu vida, qué necesidades tienes, de qué energía te alimentas, te ayudará a recuperar el ritmo, el equilibrio y encontrar la armonía para sanarte más rápidamente de cualquier dolor.

Muchas veces observamos qué comemos, con quién estamos, qué hacemos, qué nos ocurrió… Pero son los ritmos los que han de fluir de forma más armónica. Por ello te invito a aprender a observar tus ritmos, tus fases, aprende a observar tus necesidades y vivir sin ignorar tu naturaleza. A veces una transformación se da de forma natural tan sólo acostándose un poco antes, o comiendo a la hora adecuada.

Dormir y descansar, alimentarse, el baño… Ritmos naturales que, si se alteran, todo nuestro mundo está alterado. Mente y cuerpo requieren que estos ritmos estén en armonía, en equilibrio, igual que el Sol y la Luna. Una Sola función fisiología es alterada, y la persona sufre en gran medida sin comprender por qué. Descansar, comer, ir al baño. Lo natural se debe hacer sin esfuerzo, fluyendo con la propia naturaleza, entendiendo que somos como la naturaleza, tenemos un equilibrio natural que nos ayuda a regenerar y armonizar la vida.

Estos ritmos fluyen con la vida, con los ciclos del Sol y la Luna, del día y la noche. La necedad te llevará a creerte por encima de ellos, a intentar trascenderlos, a olvidarte de comer, de dormir…, pero la sabiduría es escuchar y atender lo pequeño, lo natural, lo perecedero, y sin perder de vista todo cuanto vive en un ciclo y tiene una regeneración continua, crecer y conectar con lo imperecedero, lo eterno, lo espiritual en nosotros y en todo.

Si te ocurre algo malo en un ciclo nocturno o en una fase Lunar determinada, te costará más recuperarte. Si te ocurre algo malo en un clico Solar, es probable que el conflicto te fortalezca. Si vives en ciclos Lunares y nocturnos, cada vez te costará más recuperarte de los conflictos y los problemas tenderán a mezclarse y multiplicarse. Utiliza la luz del Sol, utiliza su energía, pero no ignores la Luna, que poderosa te enseña a cicatrizar, con sus emociones sanadoras y su agua purificadora.

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