Por todas las cosas que esperamos y no ocurren, los miedos que alimentamos. Nos evadimos de nuestra responsabilidad de enfrentarnos a nuestras propias creaciones. ¿Y que somos? Creadores. Creando momento a momento nuestro destino, y cuando este se nos presenta como un regalo del Universo, lo rechazamos y nos evadimos de él. ¿Tal vez no sea el destino que hemos imaginado? Tal vez aun no estemos concienciados de que tal destino es parte de nuestro camino, es nuestra responsabilidad. Y cuando se presenta pocas veces alzamos la bandera de victoria y lo celebramos. Nuestro destino, una parte más de nuestra alma donde alojamos todo lo que en el pasado no supimos canalizar. Lo que obtuvimos fue fruto de todo nuestro esfuerzo en nuestro camino.
Si lloras, si no caminas, si te lamentas, mira hacia atrás y decide cuántas cosas has de cambiar para moldear tu camino. No creas que el camino se hace solo, se hace según avanzas. Insatisfecho sólo atraes insatisfacción, con miedo sólo atraerás más miedo, más dolor.
Y cuando amamos sólo atraemos el amor.
A veces, por casualidad parece que se nos acerca un resplandeciente sol, sin embargo entre nubes no somos capaces de divisar bien su grandeza y lo ahuyentamos rápido con nuestro miedo a ser inundados por su luz. Un sol en nuestro camino es buena señal, simboliza que por fin estamos trabajando bien, pero enfréntalo, ten el valor de enfrentarlo.
Cuanto nos lamentamos cuando no somos capaces de disfrutar del sol, y nuevamente nos apegamos o con rabia lo rechazamos. Ahí, no somos conscientes del valor de nuestra creación.
¿Tú te crees que lo que hoy te llega lo creaste hoy mismo? No amigo, es fruto de mucho tiempo de caminar. Avanzaste por tus sombras, te elevaste al cielo y nuevamente regresaste a ti, a tu centro, te rendiste, te abriste, regalaste palabras, ilusiones, y una vez más, te acercaste a lo que temías encontrar. Aquí estás, en tu destino creado por ti. Tu casa, tu vida y todo lo no tuyo, lo que llega a ti y lo que no entra en ti, lo que rechazas una parte más que acercas a ti, lo que evitas, esperándote a la vuelta de la esquina. ¿Quieres amor? Entonces lo estás dejando atrás. ¿Lo vives? Entonces llega a tu puerta.
Cuando rechazamos la grandeza de nuestras creaciones y dejamos la responsabilidad de ver eso que entra en nuestro camino como una parte de nuestra mente, como una creación nuestra, perdemos inevitablemente todo el poder personal. Toda la gloria, todo el poder, en un instante se va, pues aquello que tanto esfuerzo te costó atraer a tu vida, ahora es dividido dentro de ti.
Acepta aquello que es parte de tu vida, intégralo, te guste o no, hazte responsable de tus creaciones y admíralas. Serán lo que has deseado o sean lo que tu miedo atrajo, admíralas como parte de ti, como parte de tu grandeza y tu belleza, y poco a poco, aprende a transformar tu mente y tu camino dirigiéndote hacia aquello que si valoras y amas. Si es más conciencia que así sea, si es más amor, que así lo puedas vivir dentro y fuera, sin el valor adecuado para enfrentarte a tus creaciones de ahora, difícilmente podrás dirigirte con fuerza a tus creaciones del mañana. Tú eres tu vida, tu eres tu destino, tu eres tu camino y lo que creas en él. No eres la mente pensante sino la manifestación y la experimentación de la misma. La mente pensante, vagamente existe en un sueño creado por ti, no está, no hay nadie ahí, pero en la vivencia, en la experiencia, allí encontrarás tu totalidad.
Quieres aprender a disfrutar de la vida? Se parte de tu vida activa, crea tu vida, se responsable de ti y de todo lo que originas, rechazas, creas, amas, lamentas, eres parte activa de este momento.
Y si quieres fluir por el libre río del amor, déjate llevar por tu corazón, integrando y amando todo lo que tu corazón atrae hacia ti, que eres tu mismo visto desde fuera.
Mucho tardamos en querer ver lo que está fuera, y si tal vez está dentro? Y si tal vez las ilusiones que te rodean no son más que una parte de ti bellísima y amable que se te presenta como una toma de conciencia del macrouniverso. Acaso te ves capaz de descubrir la grandeza del universo, de mirar la realidad sin haberla vivido plenamente en ti. Aquello que te rodea no es otra cosa más que tú. Y tu lo crees fuera, lo imaginas fuera. Así lo hieres, lo maltratas, lo insultas, lo rechazas, lo sostienes pensando que se te escapa, y eres tú, sin vivirte vives y te lamentas de ti. Observa tu Universo, que eres tú, observa la persona que amas, que eres tú, ese fragmento de ti que habita dentro de ella, ese fragmento de ti que habita en lo que te rodea. Y fúndete en un abrazo cósmico con todo lo que habita en ti. Tu silencio es un bálsamo para las heridas de tu viaje, tu corazón es la brújula para dirigirte hacia ti mismo. Y la meta, la verdad, el camino, siempre es uno mismo.
Tu que miras hacia fuera, buscando, ansiando, deseando; espera, quieto, en silencio, verás que tú mismo te acercas a ti y a través de tu mirada atenta, descubre que tú eres tu propio destino.