Hay un punto en ti que piensa mal, hay un punto en tu mente negativo, pesimista, obtuso. No sabe, no conoce, no quiere aprender. Piensa, de manera cotidiana, que todo el cielo esta en su contra, que todo en la tierra puede llegar a ser un tremendo obstáculo en su vida. Esa parte también eres tú. Es una pequeña parte de tu mente que no conoce la amplitud de lo divino. Se piensa dividido, separado del cielo. Si observas esa parte siempre estuvo ahí, si te detienes un instante, si buscas en ti, lo encuentras en la mayoría de los aspectos de tu vida. La vida no es un obstáculo. La iluminación es justo lo contrario a una lucha. Sin embargo esta parte de tu mente sólo piensa en obstrucción, en miedo, en superación. No deja fluir nada porque si deja fluir piensa que perderá. Así es su miedo.
En definitiva. Una parte de tu mente te dirige constantemente a una involución. A la desesperación del miedo y la dualidad. Cada vez que sigues y alimentas este juego de tu mente, se creerá más fuerte y te aprisionará. Cada vez que descubras sus entresijos y tejemanejes, podrás avanzar y cuidarte de ella. ¿Si desaparecerá algún día? Por supuesto que sí. Pero no depende de ti ni de nadie. Depende únicamente de abandonar la lucha de tu mente.
La frustración, solo tú la creaste. El miedo, sólo existe en tu interior, la rabia, la codicia, la dualidad, sólo tu mente lo han fabricado.
Para acabar con esta parte de tu mente lo primero que has de hacer es armarte y liberarte del miedo. Nada de lo que dice o haga contigo tu mente puede afectarte tanto. Obsérvate. Si tu mente dice blanco, no debes sentir temor, si tu mente dice negro tampoco debes sentir temor. No puedes sentir más miedo a lo que está en tu mente que a la realidad. Observa en la realidad y verás que las cosas no son blancas o negras, existen infinidad de formas y colores que tu mente no puede analizar porque no conoce. Cuando tu mente diga: claro, oscuro, bello, feo, observa tu reacción y libérate de la creencia ciega a lo que tu mente dice, ¿que es imposible? Claro que no. tu mente no dice nada exacto de la realidad. Pon en duda todo lo que ves, piensas, crees sentir incluso. Pon en duda el Universo para abrir los brazos a vivirlo. Ábrete a vivir un instante de apertura y conciencia sin ninguna creencia errónea dentro de ti. La vida nunca podría ser blanca o negra, bella o fea, la vida es la vida. Ni si quiera hay límites en donde empieza la vida y donde termina. La vida ni si quiera puede comenzar y finalizar. Está ahí. Se vive y se disfruta. Sólo una persona viviente puede hablar de la vida, dentro de la vida, entonces, ¿qué es la vida? Vívela. Disfrútala.
Una bella esperanza surge en ti cuando no estás agarrado a ninguna forma concreta. Es una esperanza de poder sentir la divinidad en su totalidad. Pero ahí no hemos acabado el trabajo, todavía allí permanece esa forma de tu mente que bloquea tu visión de la realidad.
Cuando abres tu mente, todo se ilumina, como un rayo de sol entrando en una habitación completamente a oscuras, así tu mente y tu corazón se iluminan nuevamente. Es como descubrir que siempre hubo la luz, pero por fin la has permitido entrar en ti. No miras ninguna forma en concreto, tal vez no veas absolutamente nada más que esa luz, te deslumbra, te ciega, te abraza, y luego desaparece, deja de ser simplemente luz y se convierte en claridad.
Cuando regresa la claridad uno vuelve a pensar ¿y si todo esto es real? ¿Y si estoy ciego y no estoy viendo nada, sino que lo invento? ¿y si soy yo la únicamente que puede ver esto, cómo podré saber que es real? Todo son trampas para vaciar tu mente de claridad. No pienses, ilumina los espacios vacíos de tu interior. No permitas que los pensamientos cambien la percepción de lo que vives. Simplemente déjate iluminar. Deja que entre la claridad. No hay que hacer nada, que decir nada, que pensar nada. Solo dejar que la luz entre en tu mente. Y algo en ti resucita, cargado de fuerzas. Ya no tienes la verdad, ya no “conoces” la respuesta, ahora estas a disposición de la luz clara que inunda tu mente desde la manifestación divina. La claridad. Tu mente ya no sabotea, ya no cambia, ya no obstaculiza. Ahora observa. Date cuenta de este cambio.
En un primer paso, has de darte cuenta, claramente, de los mil obstáculos que a raíz de tus creencias, tú mismo te pones para no avanzar.
En un segundo paso, debes dejar de dar fuerza a esta parte de tu mente. Olvidarla y dejarla de lado.
En un tercer paso, tal vez el más importante de todos, has de poner en duda todo lo que ves y sientes. Con completa fe de que tu mente tal vez no sea realmente tan clara como tu crees.
Entonces te sientes en la oscuridad. Te sientes que vives en un noche oscura donde tu mente sólo te aísla de la totalidad.
En un cuarto paso permites que la luz de experiencia aparezca en tu vida. No pretendes ver ni entender, sólo experimentar, Ser. Vives entonces una apertura mental
En un último paso permites que esta claridad te ilumine tu vida vaciándote de creencias y llenándote del gozo de la vida.
Elimina el miedo a Ser que tan fácilmente se camufla en forma de búsqueda de conocimientos efímeros. Elimina tu creencia errónea comprendiendo que la luz divina llega a todos por igual, que ninguna mente está más confundida que otra, que toda la experiencia se vive más allá de nuestra creencia y nuestra capacidad. Abre paso en tu vida a la claridad mental dando un paso hacia la conciencia y el despertar.