Las Relaciones Conscientes

Las relaciones son esenciales en la vida, y la búsqueda de las relaciones en armonía, consciencia y amor, son algo intrínseco al desarrollo humano. Pero ¿qué significa una relación consciente?

La escucha profunda

Una relación consciente es aquella que se basa en la presencia, la escucha y la conexión, donde dos personas deciden realizar un camino juntos para crecer, superarse, conocerse mejor a sí mismos, compartir y crecer en el amor.

En una relación consciente, es esencial la plena consciencia, lo que conlleva una escucha profunda. Escuchamos sin juzgar, sin interrumpir, buscando comprender y conectar con el otro. En la escucha no intentamos entender, sólo estar ahí. No damos por sentado, no tenemos una “historia” previa, ni analizamos, tan sólo respiramos y escuchamos, igual que observar la mente en la meditación. La persona amada se convierte en espacio infinito, donde se refleja la esencia divina, y al escuchar, al estar presentes, plenamente conscientes, tan sólo contemplamos ese océano de luz.

Al hacerlo comprendemos lo que la otra persona siente y necesita, estamos presentes y podemos percibir realmente lo que la otra persona vive. No lo intentamos cambiar, ni lo intentamos señalar. Sólo lo observamos y escuchamos con amor.

Para practicar este tipo de escucha siéntate frente a frente, sin nada en las manos, sin prisa, sin nada que intentemos decir, sin nada que recordemos, sin cosas pendientes, simplemente estamos presentes, primero inhalando y exhalando ese momento, mirándonos a los ojos, luego comunicándonos en esa presencia. La otra persona nos comunica con su mirada, con sus palabras, con sus gestos. La otra persona y tú estáis presentes, escuchando y comprendiendo que estáis ahí.

Es probable que muchas veces el otro ni si quiera sepa lo que está expresando o compartiendo. Es probable que la emoción sea intensa y no logréis decir todo cuanto querríais expresar. También es probable que surja su dolor y temor, oscuridad. Es probable que necesite desahogarse o que uno de los dos no logre mantener la misma atención y presencia. Aun así nos mantenemos en esa escucha.

Este tipo de escucha genera que muchos malentendidos desaparezcan. Al principio comprenderás cuántas cosas intentó decirte que nunca entendiste, o prejuzgaste, o dabas por sentado y no eran así.

Al principio de practicar esta forma de escucha también sentirás que has estado muy poco ahí, presente, escuchando. Comprendas el intenso llamado de atención que hubo hasta ese momento por tu ausencia en algo es esencial en cualquier forma de relación. Tú no estabas y la otra persona “gritaba” a su manera, o tal vez ya se apartó de ti, o tal vez tarde un tiempo en querer volver a estar a tu lado. Cuando esto pasa, uno siente vergüenza, temor, le cuesta estar presente sólo mirando, escuchando, respirando.

Luego tal vez notes tu soberbia o la soberbia del otro al intentar aconsejar, guiar al otro. Estas frente al otro y no hay sorpresa, ni emoción, ni conexión. Hay una sensación de que ya lo conoces, o de querer “ver” cosas energéticas, sutiles, raras, que nadie más ve. Tal vez querer intuir algo más profundo en la otra persona que ni el otro conoce. Puede que te veas siempre en ese lugar que “escucha”, ignorando que era tu ego altivo el que estaba al lado de alguien que quería compartir de igual a igual. Tú escuchabas, o eso creías, observando todas las limitaciones del otro, todas sus inseguridades, su dolor, su angustia, pero con un muro de superioridad que no te permitía sentirte amado.

Tanto en la persona que nunca está presente, como en la que está presente analizando y aconsejando, guiando y controlando todos los detalles incluso cuando no se lo piden, no está escuchando conscientemente. Ellos están solos, divididos. Su entendimiento del otro es resultado de su ego, o de su dolor.

La escucha consciente y profunda en una relación te conecta, y hace que sientas una presencia hermosa y profunda.

Comenzamos así, frente a frente respirando, mirándonos a los ojos, dándonos las manos y hablando desde el amor.

Puedes “romper el hielo” agradeciendo a la otra persona, admirándola, agregando a ese espacio todo cuanto puedas que sea constructivo, hermoso. Sobre todo, hablando de lo que el otro te regala y te aporta, y no de lo que ves en él. Céntrate en todos los regalos que has recibido por su parte, en todo lo que te enriquece, en todo lo que te suma.

Céntrate en comunicar desde ti: lo que tu sientes, lo que tu vives, lo que tu necesitas… pero no en lo que el otro debería, necesita, vive, piensa… Entonces, comunicando desde ti, escucha desde ti.

La escucha profunda en pareja se rompe cuando uno se centra en el otro, en ataques al otro, en lo que el otro piensa, necesita, vive… porque entonces está juzgando. Cuando esto ocurre, no queda más remedio que seguir practicando esa escucha, desde ti, aprendiendo a escuchar la vida, lo que te rodea, tu entorno, tu propia mente, tus emociones. Seguir en esa atención y escucha consciente. Porque no se puede forzar a otra persona a realizar un recorrido que no tiene intención de hacer.

Comprender la interconexión

En una relación, ambas personas están conectadas. Todos somos uno, y todos estamos conectados. Nuestras vidas, nuestros procesos, nuestro pasado y futuro, son hilos de un mismo tejido.

Al comprender esta conexión, las personas se sincronizan, como los instrumentos de una orquesta. Todo lo que uno es, afecta a otros, todo lo que uno tiene es del otro, todo lo que uno logra, lo consigue para todos.

Desaparece el egoísmo, la envidia, la competitividad y se promueve un tipo de relación donde todos se cuidan.

Algunas personas prefieren seguir solas, avanzar solas, incluso dentro de las relaciones. Comenzando por las relaciones con sus padres, olvidan o niegan que sus mayores les hayan aportado algo, y avanzan por la vida creyéndose completamente autosuficientes. Pero espiritualmente, energéticamente, mentalmente, emocionalmente, en todos los aspectos, esto no es posible. Mires por donde mires, estás completamente conectado con tu entorno.

Comprender la interconexión hace que vivas consciente de que formas parte de algo grande, y sincronizarte con los ritmos y procesos ajenos, te ayudará mucho más de lo que imaginas.

Comunicación con amor

Hablar con amor consiste en comunicarse con una intención compasiva, intentando aliviar el dolor. Cuando nos comunicamos con amor evitamos juzgar, atacar, desahogar nuestra frustración o criticar, porque nuestro objetivo es otro completamente distinto.

El secreto de la comunicación no es tanto qué decir, si no qué quieres que el otro reciba, entienda, ¿cuál es tu objetivo al comunicarte?

Nos comunicamos con gestos, con posturas, con actitudes. Las palabras también forman parte de la comunicación, pero la comunicación es mucho más que eso.

El silencio, por ejemplo, mal utilizado, puede generar indiferencia, rechazo, puede ser un insulto o un menosprecio.

Comunicarnos es la postura, la vestimenta, los gestos, nuestra higiene personal, el lugar donde nos sentamos, si somos los primeros en aportar o los últimos. La comunicación está en lo que tenemos en las manos mientras hablamos, lo que estemos interrumpiendo, lo que no decimos o lo que damos por sentado.

Comunicarnos con amor se centra en una sola cosa: amar. Este es el único objetivo y por tanto, este es el motivo de nuestras palabras, de nuestra actitud.

Cuando nos comunicamos desde el dolor, expresamos dolor y generamos dolor. Cuando nos comunicamos desde el miedo, expresamos miedo y generamos miedo. Nuestra expresión, de todo cuando hacemos y generamos, dependerá del lugar del que partimos.

Por eso la comunicación con amor no es tan sencilla.

El amor requiere honestidad, transparencia. Tanto en lo que sentimos como en lo que pensamos. Pero esta sinceridad no es hiriente, sino respetuosa y parte de una comprensión.

El amor construye, crea, entrega, agradece… por eso cuando nuestra comunicación es desde el amor, creamos y construimos.

A veces el ego se siente herido ante una persona sincera de corazón. Por eso, es bueno entender esa intención de aliviar el sufrimiento, centrándonos en sanar, crear, construir, unir, armonizar…

Superar los conflictos

En una relación consciente, cada conflicto es una oportunidad de crecimiento. Por ello, las personas que tienen una relación consciente, no se paralizan ante los retos, buscan abordarlos y superarlos. Así, juntos, transforman los problemas en crecimiento, comprendiendo que cada situación desafiante en la vida es una oportunidad.

Superar las emociones conflictivas en una relación

Las emociones conflictivas bloquean nuestra apertura mental y de corazón. A veces son esenciales para comprender que hay un conflicto, pero también deben comprenderse como tales, acogerlas y transformarlas en sabiduría.

Imagina una cazuela donde se suman todas las emociones, pensamientos, experiencias… de dos personas. Entonces imagina una emoción de dolor, empañando toda experiencia de ambos. Las experiencias de dolor, las emociones de dolor, afectan a todos.

Algunas personas creen ingenuamente que si esconden sus emociones no afectan a nadie, pero forman parte de sus vidas, y por tanto afectan a todo en sus vidas, incluidas las personas que les rodean. Eliminar las emociones conflictivas no sirve de nada, porque no se pueden eliminar, ni esconder. Seguirán ahí, manifestándose de una forma u otra.

Es esencial hacernos conscientes de ellas, sanarlas, abrazarlas… en una relación mucho más.

Cuando convivimos y una persona se niega a aceptar su dolor, este dolor va salpicando a todos cuanto le rodean, acaba siendo parte de la relación, de la convivencia, de la vida. Cuando el dolor se normaliza, las personas aprenden a vivir con él, normalizándolo. Entonces este dolor asfixia la vida e impide la felicidad.

No podemos hacer que el otro se haga consciente de su dolor, pero sí podemos nosotros trabajar con nuestro propio dolor, incluso con el dolor colectivo o grupal.

El dolor tiene una misma raíz: la ilusión de separación.

Para trabajar la transformación y abrazo de las emociones negativas, podemos abrazarlas conscientes de lo que generan en nosotros y las personas que nos rodean. Podemos buscar su origen, sentir desde cuándo están con nosotros. En resumen, escucharlas. Escuchamos las emociones con amor, y las transformamos en sabiduría y dicha.

Amar en el cambio

La vida entera es transformación, cambio. Todo está en constante movimiento. Hoy día cuesta mucho amar en el cambio. Tal vez la visión engañosa del romanticismo, o tal vez la ignorancia de los propios cambios que tenemos a lo largo de la vida, hagan que sea especialmente difícil amar a lo largo de la vida.

Uno de los secretos de amar en el cambio es la admiración del otro.

Una relación consciente, admira y valora a la otra persona, incluidos sus cambios y transformaciones con la edad, con el trabajo, con su propia personalidad.

Amar en el cambio consiste en sentir admiración, deseo y amor hacia la persona amada, simplemente por ser ella. No por ser mejor, no por ver su perfección, sino por aprender a mirarla desde el amor.

Las relaciones que duran años, e incluso toda la vida, y cada día están más enamorados, no es que surjan de que vean a la otra persona perfecta, sino que aprenden a valorarla, la admiran y la desean porque es la persona que aman, simplemente por eso.

Muchos enamorados aman el instante perfecto, pero con los años esto decae, el instante cambia, las personas cambian, y el amor se disipa. Las excusas son miles, pero en muchas ocasiones son totalmente superficiales como los cambios naturales que hay con la edad, o los cambios que se producen tras una cirugía, o las huellas tras el caminar por la misma vida. Entonces los problemas son absurdos, los conflictos no tienen mucho sentido, las mismas personas de la relación no saben cuál es el problema, pero es muy sencillo: los cambios de la vida. Cuando una persona se resiste a sus propios cambios, mucho más se resistirá a los cambios de otra persona.

Los cambios no sólo son físicos, cambiamos en todo, nuestros gustos, nuestra personalidad, nuestras creencias, todo lo que hay en nosotros cambia a lo largo de la vida.

Amar en el cambio es valorar y admirar estos cambios día a día, buscando conocer más, escuchar más, profundizar, compartir…

Para muchas personas es hermosa y excitante la experiencia del amor nuevo, y pierden energía en esta búsqueda de aventuras pasajeras, pero lo realmente maravilloso es el amor con esa persona que ya conoces hace años, y conoces lo que le gusta, lo que le disgusta, sabes cómo hacerla reír, y la sostienes en tu cariño desde hace años.

Cultivar ese amor es cuidar los detalles, respetar esos cambios y sobre todo, admirarlos.

Entonces las cicatrices y marcas de la vida de la otra persona no son un obstáculo, sino algo que genera más ternura y cariño.

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