Los 5 venenos de la mente

Los 5 venenos de la mente

Ante una crisis nos enfocamos erróneamente en los traumas, conflictos, emociones conflictivas… pero muchas veces nos olvidamos de enfocarnos en las malas actitudes que generan la crisis personal, o los valores humanos, incluso pudiera ser que justifiquemos nuestra ira, nuestro apego, nuestro temor, o la envidia. Pudiera ser que una experiencia negativa generase una emoción dolorosa, pero es sobre todo la mente quien cristaliza ese sufrimiento en un bloqueo personal. Experiencias dolorosas todos hemos vivido, pero cómo actuamos ante ellas, eso sí cambia en función de los valores humanos. Cómo nos enfrentamos a los distintos desafíos cambia en cada persona. Entonces, para superar un conflicto personal, para poder salir de él libremente, es necesario observar nuestros malos valores, nuestras malas actitudes, sin justificarlas, aceptando lo que ocurre en nosotros. Todo sufrimiento se sustenta desde los 5 venenos de la mente, que es lo único que deberíamos trabajar.

Los 5 venenos en la mente son: ignorancia, ira, orgullo, apego, envidia.

Se trata de 5 emociones que perturban la paz y no nos permiten ver las cosas tal cuál son. Distorsionan la realidad y provocan sufrimiento.

Muchas veces nos enfrascamos en una superación del sufrimiento, como si el mismo sufrimiento fuera aquello que debemos cambiar, pero olvidamos que son los estados mentales perturbados, los venenos de la mente, los que nos atrapan en el dolor y generan que estemos atrapados en él.

Aprender a entender la vida de una forma diferente, aprender a cambiar la forma de vernos a nosotros mismo y nuestro alrededor, descubrir qué ocurre en nuestra mente y qué perturba nuestra alegría y paz, es clave para poder avanzar y superarse.

Envidia

La envidia surge cuando necesitamos sobresalir ante el otro. El ego busca estar por encima del otro y su luz, su sabiduría, su suerte, genera dolor al envidioso. La persona que sufre envidia se aparte de los demás, los juzga, los rechaza, no les da importancia y no valora sus éxitos. A veces copia lo que hacen, otras veces se estanca en la sensación de desprecio. La envidia genera que uno no soporte ver a los demás con grandes cualidades y que ante los éxitos ajenos, uno sólo sienta crispación y dolor. Juzga y rechaza a los otros, se compara con ellos, busca igualarse y no logra sentarse a su lado como igual, ni aplaudirles por lo que han logrado. Las personas envidiosas buscan tener sus mejores amigos, no soportan que estos brillen demasiado o se aparten de él. Cuando sus cercanos triunfan es gracias a él, cuando fracasan es porque no le hicieron caso.

Apego

El apego está relacionado con el deseo, la ambición, la codicia. El apego fácilmente se confunde con el temor, pero tiene mucha más relación con el deseo. Es la necesidad de aferrarse a algo, a persona o cosas. Tanto cosas que nos gustan como las que nos disgustan. La persona apegada busca controlar a las personas, las situaciones. Busca ese control y busca poseer, necesita poseer. En los recuerdos, las relaciones, los éxitos, incluso las experiencias buenas o malas, la persona apegada se agarra a ellas y se identifica con su dueño. Con los poderes místicos, el apego está muy relacionado.

La persona apegada cree ser poseedor de dones, los agarra y atesora como parte de él mismo. En las relaciones personales, el apego lo podemos ver en la preocupación excesiva, el control del otro, el invadir su intimidad “por su bien”, el intentar dirigir su vida y manipular situaciones para que se logre lo que uno quiere. La persona apegada manipula, chantagea, es cambiante y justifica su apego en necesidad y el amor que vive, justifica su mala actitud en la preocupación o en la capacidad de control, en la sobreprotección, siente que se exige más que los demás, y que esto le da más derecho de controlar. Cuando aquello que desea no se manifiesta, la persona sufre, al igual el envidioso cuando no se siente por encima de los demás, y en ese sufrimiento, el apegado busca aferrarse con más fuerza su dolor, en vez de comprender cómo surgió y cómo liberarse de él.

Ira

La rabia es la tendencia a rechazar lo que no nos gusta. Es lo contrario del apego. Es el sufrimiento que surge cuando la vida no es lo que desearíamos que fuese. Las personas no son como uno desea y la persona tiene frustración, ira. El cuerpo no es como uno desea y la persona siente adversión, rechazo hacia sí misma, la vida no se manifiesta como uno quiere, y uno siente ira, dolor, insatisfacción. La rabia, tanto hacia uno mismo como hacia el exterior, tiende a ser destructiva, porque aquello que existe, a quien sufre este veneno, le causa sufrimiento, no puede soportar ese sufrimiento. En vez de aceptar que todo surge de su rechazo hacia la vida, hacia uno mismo, o hacia otros, en vez de sanar esa tendencia a rechazar el alrededor, la persona se torna rabiosa. La vergüenza es una forma de rabia, uno se rechaza, rechaza lo que es y lo esconde. Muchas adicciones y muchos problemas de conducta surgen aquí, en este rechazo hacia la vida, en esta falta de aceptación de las cosas que nos rodean.

Orgullo

El orgullo, junto con la envidia, surgen del ego. La persona orgullosa se sitúa por encima o por debajo del mundo, nota esa comparación y busca ser mejor que otros, en lo bueno o en lo malo. A lo mejor cree que experimentó más que otros, que sabe más que otros, o en lo malo, que sufrió más que otros. El orgullo busca proteger ese personaje ilusorio que hemos creado, apartarlo del amor, de la unidad, de la alegría. Necesita diferenciarse, y sentirse reconocido en lo bueno o en lo malo. Necesita ser reconocido, y teme más que nada derrumbarse en la ilusión que és. El orgulloso se torna arrogante, no quiere cambiar porque todo lo sabe, o lo supo, no busca aprender nada nuevo, y cuando quiere aprender algo, lo hace diferenciándose y comparándose con los demás.

El orgulloso piensa que debe ser único, tener una razón de vida especial, busca conexiones espirituales mágicas o especiales con otras personas. Puede tener batallas fieras con sus enemigos, y alianzas profundas con quien considera amigos. Pero los demás, los que no le adoran, los que no le reconocen, pasan cada vez más a un segundo plano. El orgulloso se recuerda en el centro de la acción, como eje de las experiencias pasadas. Se recuerda como quien más sufrió, a quien nadie vio, el que logró que todo fuera posible, y si genera un vínculo nuevo, busca ser especial para el otro. El orgulloso sufre al no comprender las ilusiones tan grandes que entreteje con tal de proteger una falsa y temporal identidad.

Ignorancia

La ignorancia está relacionada con la falta de reconocimiento de la esencia, y la sabiduría. Ocurre cuando no somos capaces de ver la vida tal cuál es. La ignorancia generará uno a uno todos los venenos anteriores. Unas veces veremos la ignorancia como inocencia, dulce y graciosa en una persona que poco sabe o poco intenta conocer, quien se tropieza una y otra vez en los mismos lugares, quien se siente extraño en el mundo y tergiversa todo cuando ve. Otras veces veremos la ignorancia como indiferencia. La persona deja de emocionarse, conmoverse. Cree saber, cree haber vivido, cree tener las claves. Entonces es indiferente a todos los cambios y actúa, piensa, siente igual que ya lo hizo. En un abismo de soledad y autoengaños, la persona ignorante deja de fluir y adaptarse. Se torna testaruda, concienciada con una realidad que sólo ella posee, obcecada en recuerdos que nadie más tiene, atascada en diferentes aspectos de su vida de los cuales no sabe salir.

Aquí tenemos los 5 venenos. Evitar mirar aquel trauma que generó tanto dolor, nos ayudará a centrarnos en cuál es la mala actitud que está generando este sentimiento. Si estamos atascados, si estamos derrumbados, o simplemente si buscamos mejorar en la vida, entonces meditamos sobre los venenos.

La meditación de los venenos busca ahondar y profundizar hasta la raíz del veneno para que no vuelvan a manifestarse. De nada serviría reconocer que uno tiene apego, o ignorancia, aceptarlo y seguir adelante. Se busca profundizar en el porqué, cómo se manifiesta, cómo surgió, y cortar ese veneno con la auténtica sabiduría. Transformar el veneno en su opuesto y escuchar con más sinceridad nuestro ser para no volver a identificarnos con aspectos tan negativos de la mente.

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