Adicción bioquímica con la emocional conflictiva

Estar bien, activo, positivo, enérgico, alegre, es un proceso que lleva mucho tiempo aprender e integrar. Estar mal, triste, apático, ansioso, asustado, es otro proceso que lleva mucho tiempo aprender e integrar. Una persona desarrolla su personalidad durante mucho tiempo, y hay ciertos procesos muy negativos a los que nos acostumbramos durante años.

Ante las distintas situaciones de la vida, el cuerpo reacciona segregando hormonas y generando emociones que nos ayudarán como guía para entender lo que ocurre dentro y fuera de nosotros. El mecanismo es sencillo y natural.

Ante cualquier causa, interna o externa, el cuerpo generará una emoción, la cuál se va calmando según la situación desaparece. Pero en ocasiones, la emoción puede durar días, semanas o meses. En esos casos, la persona deja de sentir que “se siente mal” y comienza a creer que “él está mal”. Se identifica con la emoción, se identifica con esa reacción y se acostumbra a ella. Poco a poco se genera una dependencia química celular.

Las células, continuamente expuestas a un químico hormonal “negativo”, van acostumbrándose a dicho estado y poco a poco se hacen adictas a él, ¿cómo? Tanto tiempo viviendo expuestas a dichos químicos hormonales, las células cambian sus receptores, amoldándose a este ambiente químico hormonal negativo. No sólo se han acostumbrado adaptando su forma, sino que ahora necesitan de ese químico.

Entonces la persona siente que necesita dicho estado emocional, y lo genera cada vez con más naturalidad. En ese estado emocional negativo, en ese estado químico hormonal, la persona se siente aislada, tranquila, cómoda. Determinando en dicha emoción conflictiva una zona de confort que afectará negativamente a toda su vida. Cuando la persona, aunque sea por un instante, salga de dicho estado emocional, se sentirá descolocada, incómoda, mal. Necesita la bioquímica hormonal negativa con la que ya se ha identificada.

El cerebro, mientras tanto, buscará situaciones que generen dicho estado emocional, situaciones de victimismo, de temor, de angustia… para generar los mecanismos hormonales, químicos y celulares a los que ya se acostumbró.

Los circuitos neuronales se construyen durante muchos años, y cuando estos circuitos neuronales están generando un proceso emocional negativo durante tanto tiempo, es más fácil a la persona caer en impulsos y emociones conflictivas, a los que se acostumbra.

Consideramos ante un problema emocional, o ante un estancamiento emocional, que puede haber un trauma, pero pocas veces comprendemos la complejidad de la adicción a los estados negativos emocionales y a los bloqueos emocionales. Pocas veces consideramos la adicción a emociones conflictivas.

El transformar dichos estados emocionales, requiere perseverancia. Es un proceso complicado, pues la persona lleva años preparando su mente y su cuerpo para adaptarse a una zona de confort negativa. Instintivamente, sólo se siente tranquila y cómoda ante la emoción y química negativa. Por más que aparezcan recursos externos, debe dejar poco a poco a poco su adicción a dicho estado emocional.

El trabajo requiere mínimo:

El proceso de reconstrucción de respuesta bioquímica: acostumbrarse a estar tranquilo, evitando emociones intensas, evitando el estrés y la ansiedad, saliendo de los procesos emocionales que siguen a dicho estado. Se requiere un tiempo más neutro, donde no exista la necesidad de profundizar en la emoción.

El proceso de reconstrucción celular: el cuál puede ser muy largo cuando la persona lleva transformando sus células a diario durante años, los receptores químicos hormonales determinados. Dicho de otra forma, pasar “hambre” de estados emocionales ansiosos para desacostumbrar a sus células a las hormonas a las que ha sido expuesto. Evitando caer en la tentación de buscar emociones de bienestar o confort contrarias a las que se habituó, lo cuál generaría una sobrecarga emocional y un retorno al estado de estrés, dolor, temor, tristeza mucho mayor.

El proceso de reconstrucción mental: lo que consiste en abandonar todo juicio y la visión del mundo construida que genera dichas emociones. Los mecanismos de defensa de dichos estados emocionales mentales será muy fuerte. La persona sí o sí, buscará estrategias mentales para continuar estando mal. Romper con esto es comprender que la mente busca fortalecer y defender aquello a lo que se ha acostumbrado. Por ejemplo, al salir de la tristeza puede la persona buscar estar sola para comprender su tristeza, generando más tristeza aún porque se ve sola; también puede acercarse a mucha gente, para no pensar, pero luego regresa a estar consigo misma y la mente buscará la escusa de los malos recuerdos o de lo distante que se ha sentido para retornar a la pena. Cualquier cosa que ocurra, la mente la podrá utilizar para justificar ese mismo estado emocional.

Además de esto, debemos comprender que hay ciertos estados hormonales, normalmente los más peligrosos y nocivos, relacionados con los momentos de ansiedad, estrés y temor. Son mecanismos de defensa hormonales y emocionales que todo organismo tiene. Sin embargo, cuando las personas se acostumbran a dichos estados hormonales, conviviendo a diario en la ansiedad y en el estrés, se vuelven adictas a dichos estados. Equilibrar los estados de dopamina, serotonina, endorfinas, adrenalina… significa también comprender qué generan dichas hormonas en nuestra vida y cómo nos hemos construido una forma de vida adicta a dichas hormonas.

Por ejemplo, la dopamina es una hormona que a corto plazo nos ayuda a disfrutar de cosas breves y placenteras, es visceral al sentirse tan intensamente en el cuerpo. Esta hormona nos excita y genera estados emocionantes y breves. Sin embargo la dopamina es muy adictiva. Cuando, tras una “sobredosis” emocional de placer y éxtasis de dopamina, la persona se siente ansiosa, triste, angustiada…

De la misma forma, muchas hormonas generan procesos intensos a los que nos habituamos y sobre todo, generamos adicción.

Cuando una persona tiene un proceso emocional negativo, para salir de él, debe comprender que, alejándose del trauma que pueda considerarse, o de la identificación con una personalidad determinada, es probable que sea la adicción a la emoción negativa y la estructura de zona de confort en relación a dicha emoción, lo que cause dicho estado, y no tanto el trauma en sí. Por ello, abandonar un estado emocional negativo que lleve años con nosotros, ha de ser un proceso tan delicado y constante como abandonar una adicción a una sustancia, como alcohol o tabaco. Transformar creencias, transformar hábitos, buscar momentos distendidos y relax emocional, aprender a dejar ir y a transformar incluso los gestos. Se trata de un trabajo complejo que abarca muchos aspectos. Fumar o beber son actos físicos, fácilmente podemos ver cuando se hacen, pero las adicciones emocionales son más sutiles y constantes, y mucho más determinantes en la vida.

Los bloqueos emocionales podemos verlos cuando:

  • Existe un agotamiento emocional
  • Tristeza o emociones negativas constantes
  • Se finge que los problemas nos importan demasiado
  • Se busca complacer a todos los que nos rodean.
  • Constante procrastinación o postergación: dejamos todo para hacerlo más adelante. Justificando la falta de acción en estar cansado, triste o mal.
  • Se exige demasiado a los demás, se justifican los propios problemas en las acciones de otros
  • Hay un exceso de imaginación e ilusiones puestas en el futuro
  • No se puede dejar de pensar en el pasado

Salir de un bloqueo emocional requiere:

-Identificar el bloqueo emocional
-Entender cómo funciona la mente, la zona de confort construida al rededor de dicha emoción conflictiva
-Constancia en el trabajo para deshacer los vínculos y estrategias mentales, emocionales y físicas

Mejores técnicas:

-Cambiar la alimentación. Para generar estados hormonales y mentales más equilibrados
-Movernos con equilibrio. Evitando ejercicios intensos y superando la pereza
-Generar hábitos diarios saludables con respeto a los horarios naturales (comer a las horas, acostarnos pronto, madrugar…)
-Aprender a identificar y abandonar los juicios
-Enfocarnos en lo positivo, comprendiendo las estrategias mentales para mantener estados emocionales negativos
-Comprender que la “zona de confort” se ha podido convertir en una zona dolorosa. Comprender que puede haber una identificación con la emoción, comprendiéndola como parte de nuestra personalidad

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