Todo en tu cuerpo habla de ti, incluso tu color de ojos debería tener un significado. No es casualidad que el sol del planeta tenga el brillo que tiene, que las amapolas sean rojas o que la nieve sea blanca. Cada arruga, grieta, cicatriz, cada lunar, cada granito, cada forma y dibujo de tu cuerpo habla de ti, de tus emociones, de tu inconsciente, de tus padres, de tus vidas pasadas. Conocerte te puede ayudar a descubrir el porqué de tu vida. Que tu cuerpo pese más o menos, sea más alto o más bajo, tenga más o menos bello también habla de tu misión de vida, del porqué estás aquí, que debes aprender o hacia donde te diriges. Con qué fuerza. Habrá cosas en ti que rápidamente puedas entender por qué y otras te lleven toda la vida.
Tal vez tus manos sean muy anchas y eso te ayude a entender tu deseo de hacer grandes cosas, o tal vez tus manos sean anchas y te sientas torpe, y te ayude a entender tu necesidad de controlar tu fuerza, actuar con paciencia y dirigir con precaución tus pensamientos.
Cada cuerpo es único igual que cada momento es único, por ello conocerlos te pueden ayudar a conocerte a ti.
El cuerpo te dará todas las respuestas que necesitas para la vida. La intución más básica, los pasos que debes tomar, incluso si debes o no confiar en alguien, tu cuerpo te lo dirá. Aprender a escucharlo es aprender a estar sintonizado con él.
Para desarrollar nuestra consciencia corporal se requieren tres ejercicios claves:
1. “Marcas” del cuerpo y significado:
Cada cicatriz, tatuaje, herida, operación… significará algo para ti. Intenta primero descubrir esas marcas y diferencias y lo que para ti significan. Con tu imaginación imaginación intenta describir de donde podrían venir las marcas de tu cuerpo. Puedes escribir un breve cuento imagnario de cada una de ellas.
Tal vez veas estrías y pienses en tu cuerpo llorando, o en latigazos. Tal vez veas una cicatriz y pienses en una herida de guerra.
Siente y utiliza tu imaginación para este ejercicio. No se trata de lograr encontrar respuestas exactas, sino de llegar a la emoción a la que quedaste prendido, no la vida o el recuerdo exacto.
2. Consciencia corporal
Muévete durante 5 minutos por una sala y pon toda tu atención en cada movimiento que realices. Luego medita durante otros 5 o 10 minutos.
En este trabajo habrás notado la conexión con tú propio cuerpo. Es sencillo y hermoso. El ejercicio no sólo te ayuda a potenciar dicha conexión sino que también te ayudará a saber cómo logras conectar con lo que ya vive tu cuerpo. Mientras movías un brazo, por ejemplo, ¿eras consciente de todos tus gestos y pequeños movimientos en el resto del cuerpo? ¿Te agotaba la concentración en el cuerpo? Si durante una semana cada día dedicas unos minutos a realizar este ejercicio habrá grandes cambios en la consciencia de ti mismo.
3. Estar en el cuerpo
Este ejercicio trata de aprender a sentarse, hablar, soñar, meditar, amar, estudiar, leer esto, desde tu cuerpo. Sin dejar que la mente o las emociones te saquen de ti. Estate en ti.
Nos podemos centrar en la respiración, o en el peso del cuerpo, o simplemente en los sentidos y todo lo que percibimos por ellos. Sentimos, hablamos, caminamos y vivimos desde el cuerpo, más sin darnos cuenta, muchas veces nos desconectamos de él.