Cuidado personal

Muchas veces nos acostumbramos a adornarnos con peinados, cortes especiales de pelo o barba, maquillaje, complementos en el vestir. En tantas ocasiones el aseo se convierte en un lugar donde, en vez de limpiarnos y purificarnos, buscamos un estilo, una moda, una insinuación, tapamos defectos y buscamos potenciar virtudes de cara al resto del mundo. Es algo que, al repetirlo durante años, se convierte en un hábito.

Baños sanadores

Los baños que se proponen son para tres ocasiones diferentes, con mínimo dos días entre ellos. Un baño específico para sanar tus emociones, o para entregarte un regalo a tu piel y a tu cuerpo. Una crema específica no para lucir bien, sino para sanar las memorias de dolor, o para proteger la piel…

Día 1: Purificación

Previo al baño purificador es bueno ordenar y limpiar tu casa y tu agenda. Es un día especial que tendrás que dedicar un tiempo y un espacio agradable y de silencio.

Hiervas como ruda, romero, eucalipto, tomillo o poleo menta pueden acompañarte en este baño. Puedes acompañar el día con una dieta e infusiones desintoxicantes.

Cuando limpies tu cuerpo puedes usar barros, arcillas o simplemente el agua, sintiendo que lo purgas de emociones, del dolor del pasado, de las memorias celulares.

Si utilizas inciensos o velas pon la intención de la purificación y limpieza.

Tras un baño similar medita en ti, dedica un tiempo al silencio.

Día 2: Sanación

Un trabajo de sanación con el cuerpo te puede ayudar a sentir las emociones que estaban en desequilibrio y armonizarlas. También impulsar tu cuerpo hacia donde deseas que vaya.

Previo al aseo es bueno que observes tu cuerpo desnudo ante el espejo. Observa que sientes, qué te hace sentir tu cuerpo. Observa tus emociones, tu agrado, tu forma de observarlo. Tu crítica constructiva o destructiva. Tu cuerpo es reflejo de tu memoria. Habla de todo lo que has vivido. Tus ojos, tu rostro, tu barriga, tu espalda. Tus cicatrices, tus pies, tus manos, tus varices o tu celulitis. Son emociones, son recuerdos, son instantes del pasado a los cuales una parte de ti se agarró con fuerza y aún no se soltó. Mirar tu cuerpo es como mirar tu vida. Todo lo que has sido, lo que has vivido, lo que has sentido está en él. Tal vez haya demasiado trabajo por dirigir tu cuerpo hacia una forma específica, por cambiarlo, tal vez haya demasiado esfuerzo por ser diferente. Tal vez haya dejadez, olvido. Tal vez haya total desconocimiento de cómo eres y al mirarte al espejo pareciera que lo miras por primera vez descubriendo cosas que no sabías que eras así. Tal vez haya un autoengaño y te veas totalmente diferente de como realmente eres. ¿Te hace sentir mal o bien mirarte? ¿Te sientes cómodo? ¿incómodo? ¿Te reconoces? ¿Te recuerdas a otra persona? ¿Te aceptas?

Plantas como jazmín, rosas o lavanda. Tanto flores frescas como frutas pueden ayudarte en este trabajo. Esencias de flores o sándalo, incienso, ylang ylang u otras son buenas acompañando en este trabajo. Según las propiedades que busques, para el trabajo que desees hacerlo.

Si deseas sanar tu autoestima, una herida de separación, abandono, temor, si deseas hablar a tu cuerpo con mimo, reconciliarte con tu parte física, si deseas comprender por qué rechazas el dinero y la prosperidad en tu vida, por qué abandonas, si sientes que necesitas trabajar la voluntad, la dulzura, la sensibilidad o la hipersensibilidad… Busca unas plantas en función del trabajo que deseas realizar contigo mismo.

Igual que en el trabajo anterior dedica un tiempo a preparar el lugar, a acondicionar el espacio. Es un día para estar a solas. Es un regalo de amor para ti mismo.

Muchas personas deciden realizar este trabajo para sanar aspectos de la sexualidad. La sensación de no haber sido abrazados, la necesidad de protección, el dolor en el parto o el dolor, impotencia en la sexualidad. Si es tu caso, evita utilizar aceites esenciales afrodisíacos, ve a la base del problema. Ve a las emociones que no te permiten vivir con armonía la sexualidad y trabaja primeramente en dichas emociones.

Cuando te limpies el cuerpo con el agua, con el jabón que elijas, o cuando te apliques la crema que desees darte, simplemente recuerda que cada vez que tocas tu piel es una memoria nueva. Te puedes entregar el mensaje que desees. Será un mensaje cariñoso, dulce, en armonía. Un mensaje nuevo para tu vida. Evita pensar: soy así y quiero cambiar. O me ocurrió tal o cual cosa. Simplemente piensa en amor hacia ti y tu vida. Aplica el jabón, la crema, el agua, como si fuese a un bebé recién nacido que por primera vez siente el contacto de otra piel humana. Con dulzura. Sin remordimientos y sin proyectar mucho un pensamiento hacia el pasado.

De igual forma se realista. Si has abandonado tu cuerpo mucho tiempo, si no lo cuidas o lo tratas de forma descuidada, es bueno ser consciente de esto en vez de ignorarlo y mirar hacia otro lado. Pon toda tu atención en lo que ocurre en ti, desde tu niño interior hasta tu ego y sus formas de autoengaño a las que ya te has acostumbrado.

Día 3: Protección

Por último, un baño de protección es un baño que nos ayuda a estar con nosotros. Puede servir para un trabajo, para proteger que no regresen emociones del pasado o para proteger que no entren nuevas energías negativas, si acaso eres una persona susceptible a percibir energías ajenas.

Se puede realizar con miel, leche, barros y arcillas, esencias como tomillo.

Suele ser un baño en el que buscamos aplicar una capa sobre nuestra piel, una capa de protección que con amor nos cuide y proteja sobre todo nuestra intimidad.

Toda persona nace con una protección natural, y es a lo largo de la vida, con las emociones y conflictos diarios que dicha protección desaparece.

Al realizar este baño puedes aprovechar y proteger tu casa. Con un trabajo donde proyectes una esfera de cristal luminoso alrededor tuyo, sintiendo y tomando consciencia que ninguna energía negativa puede invadir pues todo lo que hay en ti vibra en armonía, amor, luz, libertad…

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