Hay un frutal en ese patio que cada año entrega la misma fruta y siempre sabe diferente, incluso cada año, cada fruta es única. Su sabor, su textura, su frescor, es completamente único. Es maravilloso descubrir la belleza de la naturaleza.
Tal vez la emoción con mayor equilibrio que podamos sentir es la gratitud. Incluso cuando sentimos gratitud somos conscientes como todas las emociones están relacionadas. Por esto es tan complicado entender las emociones.
GRACIAS son 4 formas de pensamiento:
Te amo
Te perdono – te permito
Te veo – Te acepto (honestidad)
Te siento – Estoy presente contigo
Todas las emociones que conocemos surgen de aquí y del perfecto equilibrio interior que nos entrega la gratitud. Incluso puedo asegurar que todas las emociones positivas y constructivas se desarrollan a raiz de la gratitud.
Muchos creen que surgen en el amor, pero cuando miramos con objetividad descubrimos que gran parte del amor que creemos sentir no es más que apego, cariño, necesidad… el verdadero amor compasivo en nuestra pequeña vida humana surge de un profundo sentimiento de humildad y gratitud.
Cuando agradecemos amamos:
Al agradecer nuestro corazón se abre y experimentamos al otro con totalidad, no lo limitamos, no lo censuramos, lo vivimos y lo respetamos como es. Lo sentimos completo y bello tal y como es. Crecemos al verlo en su totalidad y nos sentimos vinculados desde el amor en esta totalidad.
El agradecimiento puro no exige, respeta, entrega, permite, acepta. Se desvincula de cualquier resultado, y así experimentamos el Amor.
Cuando agradecemos perdonamos:
Muchas cosas quedan sin resolver en nuestro interior. Se trata de emociones y pensamientos que hemos tenido, muchas veces inconscientemente o involuntariamente y no hemos sabido resolver en su momento. Por ejemplo, alguien nos ha hecho daño y hemos juzgado a esa persona que nos dañó, la hemos juzgado, criticado, censurado. No hemos sido conscientes del sufrimiento en nuestro interior, así que tampoco lo hemos afrontado sino que hemos permitido que ese sentimiento se convierta en frustración y esa frustración en emociones y juicios sin resolver.
Al agradecer una situación o a una persona, directamente se resuelven las emociones conflictivas entre ambas, se resuelven todos los rencores y logramos liberarnos de todo aquel sufrimiento que albergábamos en nuestro interior. Nuestra visión se amplia porque no limitamos, no juzgamos, permitimos y aceptamos, y esta aceptación es pura y completa. Así al agradecer permitimos que cada cosa regrese a su lugar, incluido nosotros, recuperando nuestro equilibrio interior.
Cuando agradecemos vemos:
Si no hubiese agradecido la comida en mi mesa, no hubiese visto con claridad la trascendencia de poder comer. Si no hubiese agradecido mi vida, no hubiese podido amar y respetar a mis padres. Si no hubiese agradecido mi cuerpo, no hubiese entendido la importancia de estar aquí presente.
Cuando agradecemos, inmediatamente comprendemos y aceptamos la vida.
Nuestras limitaciones ya no son limitaciones, si no que las vemos, y agradecemos por tenerlas, así se convierten en nuestras mayores virtudes. Aquello que en el pasado creíamos que nos limitaba, se convierte a través de la gratitud y la inmediata aceptación que conlleva, en nuestro mayor potencial. Observa en ti. Observa cada día aquello que menos valoras, lo que menos te gusta, agradece a la vida por eso, acéptalo y descubre como eso que no amas, es muy probablemente lo que te hace único y lo que construye y da sentido a todo lo demás.
Algunas personas odian una parte de la vida, perdonar y agradecer nos ayuda a aceptar esa parte. Una vez que se acepta se permite, se integra. Y una vez integrado aquello que tanto nos molesta, se conoce y se convierte en nuestro aliado, en nuestra mayor virtud. Lo que nos entrega mejores cualidades y nos ayuda a crecer.
Cuando agradecemos estamos presentes:
La verdadera gratitud surge en el momento presente. Estás con todo tu ser, con todo tu sentir, plenamente, respirando conscientemente. Te enfocas y entonces surge la gratitud.
Estamos presente oliendo, saboreando, viendo, tocando, degustando, sintiendo, viviendo, y entonces agradecemos. No podemos agradecer aquello que no hemos vivido, agradecemos cuando nos hacemos conscientes, agradecemos con todo nuestro ser.
La verdadera gratitud es un acto completamente transformador, liberador, es un sentimiento de gozo instantáneo. La verdadera gratitud no podemos forzarla pero si lo podemos trabajar, poco a poco, saliendo de nuestra actitud egoísta.
Ejercicio para trabajar la gratitud:
Cada pensamiento, emoción, acción que realizas a lo largo del día surge como respuesta de algo que has vivido. Puede que en tu vida hayas fortalecido mucho la obediencia, el miedo, el juicio, etc. de la misma forma has podido fortalecer emociones positivas y constructivas. La gratitud no sólo es un sentir, sino también una forma de pensar y una actitud que podemos alimentar.
Cuando piensas de una forma egoísta hay frustración, esa frustración produce más división. Cuando piensas de una forma positiva hay felicidad y gratitud.
El trabajo para fortalecer la gratitud es ir eliminando poco a poco a lo largo de tu día a día todos los pensamientos egoístas. Sal del pensamiento limitante y deja de castigarte en cada acción. Las cosas llegan a ti no por que las merezcas, sino porque las atraes. Con tu pensamiento y tus emociones atraes un tipo de realidad a tu vida, atraes experiencias y personas que fortalecen tus pensamientos.
Al agradecer todas aquellas experiencias que llegan a tu vida, agradecer a las personas, el aire que respirar, los alimentos, agradecer no a algo en concreto sino a la VIDA, entonces te liberas de la ansiedad y del auto-castigo.
Comienza agradeciendo al medio día, cada vez que vayas a alimentarte, después agradece antes de ir a dormir.
Una enseñanza antigua que podemos descubrir en casi cada cultura es la bendición de la mesa y las oraciones antes de dormir. Se trata de una poderosa llave maestra que nos traerá protección, alegría y fortalecerá todas las cosas buenas que ya vivimos. Esa llave es la gratitud.
Descubre en qué punto de nuestra cultura esa llave se ha ido perdiendo. Cuando las personas han dejado de bendecir o agradecer los alimentos que tomamos, en qué punto nos acostamos sin dar las gracias por la vida. Medita en ti, cuándo, en qué momento no deseas agradecer a nada ni a nadie, y nota tu egoísmo en esos momentos. E igual que dejas de alimentar una actitud positiva y amable ante la vida, deja de alimentar tu egoísmo y comparte un sentimiento de gratitud con las personas que amas.
En este tiempo se han multiplicado en nuestras librerías los diarios de gratitud. ¿Será que por fin hemos descubierto la importancia de agradecer aquello que está en nuestras vidas?