Emociónate.
Sobre todo permítete emocionarte. No te censures, no te castigues. Tal vez no existan emociones positivas y negativas, las emociones son emociones, surgen. Déjalas fluir con libertad y aprende conscientemente a convertir aquellas experiencias, pensamientos y sentimientos que te causan dolor, en emociones, pensamientos y experiencias que te construyan y te eleven.
De esta forma también podrás aprender a trabajar con las emociones. Cuando vivimos las emociones positivas nos sentimos llenos de dicha y alegría, con más seguridad, con más confianza en uno mismo y en el Universo.
Las emociones en equilibrio nos muestran el camino en la vida. Así nos proporcionan mayor salud física, mental y espiritual y nos conducen por el camino hacia la libertad y la felicidad. Cuando las emociones se convierten en un obstáculo en la vida, déjalas fluir, respíralas, siéntelas, no las ahuyentes con tu miedo, sino permítelas convertirse en un suspiro de equilibrio.
A veces esas emociones negativas se camuflan, en ese caso aprende a verlas, trabaja la confianza y la honestidad y poco a poco aprenderás ver dentro de ti. Sobre todo descubre como las emociones «ya están en ti», no hace falta que vivas nada, ni que ocurra nada externo para que se manifiesten, trabaja consciente de que todas las emociones, su experiencia y su observación, ocurren dentro de ti.