La Mente en Equilibrio

Cuando estamos despiertos, la mente mira hacia fuera. Observa el mundo y todo aquello que siente, piensa, genera en su interior, intenta compartirlo con el exterior.

Cuando dormimos, en sueños, la mente mira hacia dentro. Observa el mundo interno y aquello que siente, piensa y se genera en el interior, se proyecta en forma de sueños.

Este equilibrio no se basa sólo en el día y la noche, si no que depende de la frecuencia u ondas cerebrales. En ciertos estados, la persona mira hacia dentro durante el día, entonces aprende, memoriza, imagina, crea… las personas más sensibles, artistas, tienden a tener una mirada hacia dentro, generando un rico y maravilloso mundo interior.

Muchas personas no logran imaginar, les cuesta entrar en un estado de la mente que les permita crear, mirar hacia dentro, observar sus propios sentimientos. Otras personas pasan tanto tiempo mirando hacia dentro que olvidan cómo mirar hacia fuera, cómo vivir en el mundo, desconectando de la realidad que viven y enfocándose cada vez más en el mundo interior.

En el camino interior, la búsqueda interior puede hacer que una persona mal entrenada o con una guía inadecuada, pierda el sentido de la realidad, centrándose demasiado en su mundo interior y olvidándose de cómo conectar con las personas, con las experiencias, con la vida que les rodea. Con el tiempo incluso pueden parecerles que todo su entorno es venenoso y dañino. Su mundo interior les resulta cómodo, el diálogo con ellos mismos les genera paz, pero el contacto con la realidad que les rodea, les resulta sobrecogedor y estresante. Entonces se quiebra la línea que equilibra el mundo interno y externo, apartando cada vez más de la realidad.

En los pequeños casos, tendríamos las neurosis, un ejemplo son esas neurosis infantiles en las que el niño asegura que hay monstruos bajo la cama. En otros casos obsesiones, paranoias, manías… La persona piensa que le persiguen, tiene una fijación mental con un tema, se queda atrapado en sus fantasías, proyecta hacia el mundo todo lo que siente y vive…

El camino interior es una escucha respetuosa y amable con uno mismo, requiere aprender a integrar la realidad de esas visiones para que la mente no se fragmente.

Todo lo que sientes, lo que imaginas, lo que piensas, ocurre dentro de ti, tiene un importante significado para ti, aunque no sea “real” para el resto del mundo. Dar fuerza a esas imágenes es olvidarse del objetivo de un símbolo. Esas imágenes, esos sentimientos te están señalando algo que vives dentro de ti que posiblemente aun no sabes interpretar.

Como un sueño de un maremoto. No significa que habrá un maremoto, puede significar que temes que tus emociones lo inunden todo, o que temes que tus emociones se descontrolen. No significa que vaya a existir un maremoto en la realidad.

Algunas personas se obsesionan con el amor y creen sentir lo que la otra persona siente.

Otras personas con imágenes invisibles, que pueden ser reales, pueden no serlo, pero desde el subconsciente, la simple mirada hacia seres invisibles, intangibles, representa que de alguna manera estás mirando en el mundo invisible.

No se trata de convertir estas realidades internas en externas, lo normal es que para ti sea real, para esa persona es real lo que ve, siente, piensa, es su mundo interno y es valioso e importante. Anularlo sólo genera un quiebre con nuestra propia mente. Se trata de comprender que la mente está generando esa visión por algo. Puede que sólo sea un símbolo, un mensaje de algo interno.

Muchas personas se quedan atrapadas en un recuerdo que repiten en sueños y en su mente. Siguen en una obsesión con una persona determinada. Pero cuando la mente proyecta algo, como en un sueño, se agarra a la imagen más representativa cercana. Por ejemplo, tienes miedo de un rechazo, entonces lo normal es que la mente se agarre al recuerdo más representativo del primer rechazo que viviste, que pudo ser el primer amor. La persona en estos casos sueña con aquella persona, la sigue viendo, cree que la siente. Si la persona está en equilibrio con su mundo interior, esto sólo será un sueño. Si no está en equilibrio con su mundo interior, entonces la persona considera que el sueño es real, que recuerda ese primer amor, que hay “algo” místico, o que esa persona reaparecerá en su vida. Pierde el contacto con la realidad que vive y se enfoca en ese símbolo onírico.

Pero los símbolos oníricos, los sueños, sólo son llaves, claves, donde la mente intenta proyectar lo que siente, lo que el mundo exterior refleja en su interior.

El trabajo consiste en comprender que aquello que uno “interpreta” o las imágenes, pensamientos, emociones, en las que uno se queda atrapado, sólo son una parte de lo que es. No rechazar ese mundo interno, ni rechazar ese mundo externo, si no recuperar el equilibrio. Recuperar la armonía entre ambos mundos.

Tenemos que recordar que cuando esta línea se quiebra, es porque ocurrió algo que no hemos sido capaces de asimilar ni entender. Por ejemplo, los niños que sufren el divorcio de sus padres, durante un tiempo su mente está en su mundo interior, no son capaces de aprender, su memoria empeora, no llevan tan bien las relaciones exteriores y se puede generar un quiebre en su infancia. No porque un divorcio sea doloroso, que lo es, si no porque el niño no entiende lo que ocurre, el reflejo en su mundo interior de lo que está viviendo en el día a día no es claro, no es lúcido, por lo que las imágenes, sentimientos, pensamientos, emociones internas son intensas y reclaman atención.

En adultos ocurre igual, cuando mayor sea el choque con la vida, cuanto mayor es la incomprensión de un pequeño detalle de la vida, más conflicto interno habrá.

A veces hago un juego sencillo en el piano. Coloco un portalápices lleno de lápices de colores al lado del piano y entre los lápices, sin que se note mucho, coloco un tenedor, un simple tenedor. La persona, adulta o niña, no se fija en ese detalle, no ve lo que hay en su entorno. No se fija en que hay un “elemento” extraño ante sus ojos, un elemento que no encaja, que no tiene sentido.

Cuando guio a la persona y le digo que toque unas notas, mientras está el tenedor ahí, comete muchos más fallos y le cuesta mucho más ejecutar un simple movimiento de dedos. Se desconcentra, está ansiosa y no coordina bien.

Cuando, sin que la persona lo sepa, quito el tenedor del portalápices, la persona ejecuta sin problema todos los movimientos. No hay tanto esfuerzo y no hay ansiedad.

Es un ejercicio sencillo, pero muestra claramente que mientras nuestra mente no pueda procesar un pequeño echo en nuestro entorno, tenderá a bloquearse. Entonces empezará a proyectar internamente una fantasía, una ilusión, una emoción, un pensamiento… separándose de lo que le rodea, hasta que ese mundo exterior tenga sentido.

Cuando lo que hemos vivido es más grave, cuanto más cuesta entender lo que ha ocurrido, o digerirlo, mayor será el quiebre con la realidad. A veces no son cosas tan graves, sino cosas que ocurrieron en un momento que no estábamos preparados para entenderlas ni vivirlas.

Ahora que entendemos esto, ¿cómo sanamos este quiebre con la realidad?

Mirar hacia dentro es un regalo, un don, un trabajo precioso de amor propio, pero mirar hacia dentro no deberían separarnos de la realidad. Aprender a vivir el mundo interior en equilibrio con nuestra familia, nuestras relaciones, nuestro trabajo, es esencial.

Cuantas personas, por el proceso espiritual, abandonan en vano sus parejas, sus trabajos, cambian su alimentación, cambian ellas, creyendo que eso es crecimiento, creyéndose demasiado sensibles para el mundo… si el mundo te hace daño, no es tan bueno alejarse de ese mundo, sino aprender a convivir y vivir en él, porque formas parte de ese mundo. Si el mundo te hace daño, el problema no es el mundo, sino que ese entorno es justo tu medicina.

Así, al alegarte de tu mundo interior, generarás un quiebre contigo mismo, un autorrechazo que obligará a que cada vez estés más lejos de tus propios sentimientos. Pues la persona que evita sentir, llega un momento en que no puede sentir. en estos casos la mente se torna cruel, dañina, con uno mismo y con el entorno, porque la persona necesita sentir algo, y como le cuesta, busca cualquier experiencia, aunque sea extrema para sentir algo. Evita sentir el amor sencillo con la persona que ama, y ya no siente, no siente amor, pero necesita sentir, así que empieza a tener cada vez más relaciones superficiales, dolorosas, cortas, explosivas, con tal de sentir algo, porque se alejo de sentir quebrando su conexión psíquica consigo mismo.

Y cuando al contrario, se profundiza más y más y más, enfocados en el símbolo, en lo que vemos, en lo que sentimos, se pierde la conexión con el mundo exterior, las emociones y sentimientos, las imágenes internas y la experiencia en general interna se hace tan vívida y grande que se externaliza proyectándose a todo cuanto nos rodea. La persona pierde la conexión con la realidad y su mundo interior se vuelve el único mundo, la única realidad que proyecta sobre todo cuanto le rodea. Entonces se tiene que alejar del mundo, del trabajo, de las personas, porque todos proyectan algo que no quiere ver ni sentir, todos son formas aterradoras en su mente. Si en el caso anterior el niño deja de tener miedo al monstruo bajo su cama, evita y niega todo miedo, hasta el punto de que se convierte en temerario, rechazando cualquier temor e incluso jugando con el peligro, en este caso el niño empieza a tener miedo a todo, el monstruo de debajo de su cama se esconde en el armario, en la cocina, en sus padres, en sus profesores, en todo cuanto le rodea. Entonces el niño deja de ver el mundo que le rodea y sólo ve su mundo interior.

Entonces toca aprender a tener un equilibrio, comprendiendo que todas esas sensaciones, imágenes mentales, pensamientos, alucinaciones, paranoias, obsesiones… significan algo para ti, tu mente las genera por algo. No las rechaces, dales sentido, comprende que te muestran una descompensación. Sin obsesionarte en ello, alejándote de la forma, porque no importa “cómo es el monstruo que el niño asegura que vive debajo de su cama”, es más importante el echo de que el niño genere miedo cuando está solo, o considere que algo le acecha, algo le persigue, algo no quiere vivir o enfrentarse, y tal vez sólo sea el miedo a una discusión durante el desayuno, o a que ningún niño hable con él, o que su madre llegue muy tarde mañana, pero él no soñará con eso, soñará y creerá que hay un monstruo bajo la cama. Por eso no importa tanto la imagen en sí, importa mucho más que tu mente está generando esa imagen para señalar algo, algo que debes aprender a interpretar de tu vida.

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