León Tolstói 1828 – 1910
«No hay más que una manera de ser feliz, vivir para los demás»
Todos nuestros pensadores son grandes eruditos en su camino. Tal vez hayan estudiado, o hayan viajado, tal vez hayan conocido cosas que nosotros jamas conoceremos. Tolstoi no, claro que estudio, pero su belleza estriba en que sus conocimientos y su ciencia es el quehacer de cada día. Su búsqueda de la felicidad es en la simplicidad y los valores cotidianos. Y su vida, se transforma en un ejemplo de grandeza y sencillez.
Podemos encontrar en él un rico, noble, con buena cuna, con gran herencia, que no necesita trabajar, ni estudiar, ni hacer nada especial en la vida más que disfrutar, y descubrimos un buscador, que se esfuerza por encontrarse a sí mismo, que abandona todo lo que tiene y se entrega a los quehaceres del campo, la familia, una pequeña escuela que funda, los libros, el día a día. Con coherencia vive cada una de sus experiencias, incluida la trágica muerte, en la que sale de su hogar con su hija Alejandra, buscando luz, aire, desahogarse, y en una estación de tren al sur de Moscú, sólo se arrepiente de no haber dado más al mundo que sufre.
León Tolstói nos enseña a vivir en calma, a reencontrarnos con nuestro espíritu de entrega, sincero, amable, cariñoso, a ser respetuoso y a gobernar nuestra vida. A no ser codiciosos y sobre todo a valorar lo que tenemos, tal cual así nos llega, agradeciendo. Gran amigo de Gandhi, nos muestra en occidente como vivir una vida vegetariana, entregada y austera ya sea con una buena educación o con la más humilde de las vidas. Todos somos iguales en su enseñanza.
Llegó a tener 13 hijos lo que le convirtió en un gran patriarca, y durante años se ofuscó en entregar todos sus bienes al pueblo de Rusia, por lo que los últimos años de matrimonio y hasta después de la muerte, tras una relación de gran admiración, respeto y amor, su mujer se enojó con él al defender el dinero y las posesiones por encima de todo.
Tolstoi no habla sólo de valores, habla de libertad de espíritu. Por ello también se convierte en un símbolo para librepensadores, pero la belleza de su libertad reside en la necesidad de obediencia al espíritu.
Como nota, quiero intentar atrapar aquí lo que León Tolstoi deja escrito sobre el arte.
De sobra sé que la mayoría de los hombres, hasta los más inteligentes, con dificultad reconocen una verdad, aun la más sencilla y evidente, si esta verdad les obliga a tener por falsas ideas a las que están aferrados, que han enseñado a otros y sobre las cuales han formado su vida: En su búsqueda de encontrar un sentido a la historia global, nos hace partícipes unos de las vidas de otros, y así utiliza el arte como medio conductor de un gran cambio social.
¿Qué es el arte?
El arte es, como la palabra, uno de los instrumentos de unión entre los hombres, y, por consiguiente, de progreso, es decir, la marcha progresiva de la humanidad hacia la dicha.
[…] El arte tiene ante sí una tarea inmensa: con la ayuda de la ciencia y bajo la guía de la religión, debe hacer que esa unión pacifique a los hombres, cosa que no se obtiene hoy por los tribunales, la policía, etc., y sin embargo puede ser realizada por el libre y plácido sentimiento de todos.
El arte debe destruir en el mundo el reinado de la violencia y de las vejaciones. Es esta una tarea que sólo él puede cumplir. El sólo puede hacer que los sentimientos de amor y fraternidad asequibles hoy a los mejores hombres de nuestra sociedad, se conviertan en sentimientos constantes, universales, instintivos en todos los hombres. Provocando en nosotros, con la ayuda de sentimientos imaginarios, los sentimientos de la fraternidad y del amor, acostumbrándonos a experimentar esos sentimientos en la realidad. Puede disponer en el alma humana canales sobre los cuales discurra en adelante la vida, conducida por la ciencia y la religión. Y uniendo a los hombres más diferentes en sentimientos comunes, suprimiendo entre ellos las distinciones, el arte universal puede preparar a los hombres para la unión definitiva, puede hacer ver, no por el razonamiento, sino por la misma vida, la alegría de la unión universal, libre de las barreras impuestas por la vida.
El destino del arte en nuestro tiempo es transportar, del dominio de la razón al del sentimiento, esta verdad: que la dicha de los hombres consiste en su unión.
1897. León Tolstoi , ¿Qué es el arte?