Pensamiento positivo
Simplemente cierra los ojos y siente cómo está tu cuerpo. Siente tu rostro, tu espalda, tu circulación, tu mente….
Luego comienza a tener pensamientos cotidianos más estresantes y negativos, sin abrir los ojos, sólo para comprobar lo que ocurre. Piensa en tu trabajo, en tu economía, en tus relaciones, en la insatisfacción que puedas sentir con lo que sea.
Y respira y siente lo que ocurre en ti. ¿Qué ocurre en tu cuerpo con esos pensamientos? No tienes que analizar los pensamientos, no tienes que pensar sobre ellos, simplemente percibir que ocurre en tu cuerpo cuando tienes ese tiempo de pensamientos. Tu realidad cambiará. Siente el cuerpo, la mirada, la respiración.
Luego vuelve a hacer el ejercicio con otro tipo de pensamientos: pensamientos positivos, alegres. No hablamos de ilusiones, sino pensamientos, basados en la confianza, en el respeto, en el cariño, en la gratitud. Comienza a pensar en positivo por unos momentos. Piensa que el sol te entrega luz y calor y piensa en lo hermosa que es la naturaleza, piensa en las personas sonriendo… y percátate del cambio que hay en tu cuerpo. Notarás que todo es diferente. Notarás que tanto tu cuerpo como tu energía se transforma.
Igual ocurre en tu vida. Los pensamientos positivos dirigen tu energía hacia un camino más respetuoso, grato, agradecido…
Si cada día y en cada momento todos buscásemos un pensamiento optimista y positivo, en el mundo habrá una gran transformación.
Muchos pueden caer en el error de creer que es necesario estar mal humorado para ser responsable con uno mismo y con los demás. Pero no es así.
La persona alegre está más despierta, trabaja mejor, comparte y ayuda a que otras personas también tengan más energía. La persona optimista actúa, no ve los problemas, sino que con fuerza se enfrenta a los desafíos. La persona confiable sabe que siempre puede avanzar y actúa ante las diferentes circunstancias de la vida.