¿Donde te lleva tu viaje? ¿Te saca de ti?
Cuando inicias un viaje imaginas como llegas al destino, imaginas cómo regresa, y así, en base a tu imaginación, inicias un viaje hacia ti mismo.
A veces el viaje no te lleva a ti mismo sino que más y más te saca de ti. Entonces buscas y buscas y sobre todo te pierdes más y más, repites las mismas casualidades y una y otra vez aprendes las mismas cosas, y entonces, con el tiempo, comprendes que el viaje no te lleva a ti, sino que más y más, cada día poco a poco, te va sacando de ti.
Así agotado retomamos un viaje nuevamente. Y realmente no sabemos dónde nos conduce el camino porque nadie nos contó que el camino no tiene fin, sino que es el mismo camino el comienzo y el final, y sólo caminando nos realizamos, no llegando al final ni iniciando sino siendo cada momento, siendo principio y final.
El viaje de tu vida no termina ni acaba, sino que continúa hacia la constante transformación.
Cuando inicias un viaje más corto, un viaje hacia algún lugar fuera de ti, de tu vida y de tu familia, visualiza previamente allí donde vas a llegar, cómo llegar, cómo será tu rostro, tus emociones, tú. Así te verás en tu proyección de lo que quieres atraer a ti, o de lo que tu mente está enfocando, aquello que deseas atraer en ese inalcanzable final. Según sea tu visión avanza o modifica lo que consideres oportuno. Si te viste tropezándote, imagina nuevamente a ti caminando tranquilo, tranquila, llegando con una gran sonrisa, con la mente tranquila y en equilibrio. Abriéndote a la experiencia.
Tras esto visualiza cómo regresas a casa, visualiza una llegada plena, con alegría. Donde el amor cálido del hogar te aguarde para celebrar tu llegada.
Luego suéltate en ese ir, continuo, constante, equilibrado, con el corazón abierto y la mente en quietud.
No sabes dónde iras, lo que encontrarás, pero el viaje comienza cuando en tu inercia, te diriges hacia adelante.
Dicen, comentan, que mejor no mirar hacia atrás. Si miras hacia atrás te pierdes, o eso dicen. Yo por si acaso, miro adelante, y regresando, pero no al punto de partida, sino al corazón del hogar, aquel que no está en ningún tiempo ni lugar.
El viaje de regreso es una sonrisa constante. Hallaste, buscaste y encontraste, y ¿qué hallaste? a ti. Por ello en el regreso sonríes, miras el destino, el horizonte, todo es conocido porque todo es una experiencia de tu alma, tu alma cuando acaricia suavemente al infinito en tu meditar oteando el horizonte.
El viaje de tu vida termina en esa plenitud que avanza hacia un nuevo descubrir, una nueva aventura hacia el mañana.
La sonrisa del regreso te la llevas a casa, es tu premio, tu secreto. Podrás contar lo que viste, lo que sentiste, lo que conociste, pero cómo vas a hablar de esa sonrisa, aquella sonrisa que no depende de ningún viaje, sino del encuentro contigo mismo.
Ahora, cuidado, este viaje es un viaje en casa. Aquellos que buscan fuera, muchas veces, las que más, se pierden y se alejan más de lo que ya tienen cerca.
Cuentan la leyenda de un hombre campesino que no tenía apenas nada. Con hambre apenas podía cuidar sus pequeñas cosechas. Dicen que nadie le hacía caso porque allí en el porche de su casa se escondía un tesoro desde generaciones atrás, y el lo veía cada día pero igual, cada día, más y más pobre se sentía porque no sabía ver aquel tesoro.
Los pájaros cantaban en su jardín y el pensaba que se reían de él, de su miseria y de lo poco que tenía.
Un día se levantó y se marchó. Nunca regresó. Pensaba encontrar su oro fuera de su casa, allí donde parecía que no había nada.
En poco tiempo se descubrió que el pobre campesino había perdido la oportunidad de ser rico pues en su mismo porche centenares de monedas de oro relucían y él ni si quiera las había visto.
Así, igual que aquel campesino tan miserable, muchas personas ignoran el auténtico valor de lo que ya poseen y salen fuera, lejos, buscando lo mismo que ya tienen en casa.
Un pequeño paso en cada aventura de la vida y sabes que avanzas hacia el viaje. Donde se encuentra uno. Aquel que es el principio y no tiene principio, aquel que es el final, y nunca termina. Ese o eso que no se puede comprender ni nombrar, solo su sombra parece que te mira, aunque es una sombra que sólo existe en el buscador porque aquel que encuentra no necesita ninguna sombra para asombrarse con el Sol.
Hoy se inicia un viaje, un viaje hacia ninguna parte, un viaje hacia el interior.