No somos motores exactos en la vida. Las personas, como tú sabes, no somos máquinas. Nuestros engranajes, perfectos, mucho más perfectos y equilibrados que los de cualquier máquina, tienen un gran defecto: el error. El error en las personas está perfectamente calculado y medido, al igual que el ritmo del corazón, la circulación de la sangre, los músculos tan precisos y la respiración. La vista tan perfecta, el oído. Nuestro cuerpo y nuestra mente están programados para equivocarnos. Y es necesaria esa equivocación. Cuando uno observa la vida humana puede darse cuenta en la perfección de nuestra creación. Parece que cada detalle ha sido planeado en equilibrio con todo lo que nos rodea. No es sólo una adaptación al medio, es una precisa máquina de evolución y crecimiento. Sin embargo, al ver algo tan preciso nos podemos preguntar, ¿porqué tantos errores? ¿por qué el cuerpo tiene tantos desequilibrio y aparentes fallos?
Todas las “humanidades”, todo aquello que creemos que nos limita y nos bloquea, tal vez sea un engranaje más en nuestro motor para avanzar en la vida. Necesitamos de nuestros errores para continuar. Menospreciar nuestros fallos sería como menospreciar nuestros mayores potenciales. No existe el error en un cuerpo humano, siempre es una forma exacta para experimentar la vida. Sin embargo podemos entender que hay formas, rincones en nosotros mismos aparentemente inexactos. Todos tenemos un error garrafal. Algo en nosotros, una forma, una emoción, un hábito, una manera de pensar, tal vez está aparentemente en desequilibrio con todo lo demás. Y ahora sopesa en una balanza esto y comprenderás como todo tiene un sentido superior. Apóyate en tus aparentes errores para crecer. No los alimentes, pero tampoco los niegues.
No hay errores en ti, no hay fallo en tu experiencia vital. Eres lo que eres. Salir de uno mismo, buscar fuera de uno mismo, eso sí es un gran error.
Confía en ti y en tu naturaleza. Pocas cosas puedes elegir de tu naturaleza. El Universo te entrega tu cuerpo y tu mente como un regalo prestado que algún día tendrás que devolver. Un maravilloso regalo al que no puedes poner ninguna tacha, porque es perfecto para la experiencia vital que tú vas a tener. Mira el cielo, lo inmenso que es todo, y tú, tan minúsculo y sencillo. A lo mejor podría haber alzado sus manos el cielo y haberte entregado en una experiencia vital de una estrella, que eres una estrella, o en una experiencia vital de un sólo átomo, que también eres sólo un átomo. Pero te entrego tu cuerpo y tu mente intermedios en este mundo. Un átomo minúsculo llamado humano dentro de un cielo profundo llamado Cosmos.
Es momento de dejar de intentar cambiar los aparentes errores, las taras que creemos que tenemos, y vivir con nuestra forma. Tenemos la oportunidad de experimentar la vida. Como seres sencillos, completos, magníficos, inmensos, minúsculos y totales.
No hay error en ninguna forma. Todo es parte de una ola vital de unidad.