¿Puede una IA quitarte tu trabajo?

Algunas personas se aferran a la idea de que lo que hacen no podría hacerlo nadie más, se acomodan en su lugar y dejan de adaptarse a la vida. Otras personas tal vez son más conscientes de que cambiar, mejorar, adaptarse es necesario, pero menosprecian las capacidades de otros, incluidas las tecnologías para hacer el propio trabajo. Pocas comprenden que, lamentablemente, cualquiera podrá reemplazarnos.

Así funciona la vida, un día acaba. Por supuesto que, aunque pongan en nuestro lugar a quien sea, no será lo mismo, será diferente, pero la vida seguirá igual.

Partiendo de esto, comprende que un día tú no estabas, y todo funcionaba, y otro día no estarás y también funcionará. No has de tener miedo de esto, sino vivir completamente el día de hoy. En un trabajo, y en la vida, las personas imprescindibles no son aquellas cuyo trabajo es más valioso, ni los más listos, ni los más preparados, son aquellos que comprenden que todo es cambio y todo requiere una constante adaptación, día a día.
El otro día quedé sorprendida de una consulta que realizaba una amiga a una IA donde, con sólo una fotografía de la palma de mi mano, le hacía preguntas sobre mí. La IA, con gran detalle, mostraba un análisis detallado sobre mi persona, mi vida, incluso dando fechas, con gran exactitud. Fue interesante comprobar que una IA podía perfectamente responder la mayoría de las preguntas que a mí me hacen en el trabajo. Por supuesto que la IA no puede dar un abrazo, ni perdonar, ni agradecer, ni tener empatía alguna. Pero puede simular que lo hace.
Hace tiempo me hace gracia pensar cuántos blogs como este están completamente diseñados y generados por inteligencias artificiales que recopilan información de experiencias vitales humanas y la simplifican con ingenio y estilo. Me hace gracia pensar la cantidad de softwares de adivinación que entregan un servicio extraño de supuesta clarividencia. Me hace gracia pensar en la cantidad de ingeniosos hologramas que la gente sigue creyendo que son seres humanos reales y no son más que IAs hablando de desarrollo personal, misterios, amor, emoción, empatía, valores humanos… Incluso me despierta una sonrisa cada vez que veo tantos influencers que preguntan a una IA el próximo tema de su próximo vídeo, incluso cuando hablan de espiritualidad, y la IA les entrega al completo el diálogo que realizarán, las frases oportunas, los eslóganes y los conceptos clave.

Me pregunto cuánta gente se dará cuenta que tanto que leen, videos que ven, lo que escuchan, ha sido dictado por una máquina, y tantos libros, blogs, videos y podcast creados por personas reales 100% han sido delegados a un segundo plano, juzgados como «incorrectos» o «inexactos» y apartados casi completamente de la visión del público.

Nos hemos acostumbrado a ese punto de vista limitado por las IA donde todo se resume a las 5 mejores cosas, los 10 mejores ejercicios, las 3 claves que te ayudarán, las características de las personas que son… qué fácil es simplificar el mundo para una IA que no ha vivido nada porque no puede vivir, ni experimentar, ni oler, ni sufrir. Qué fácil es simplificar una experiencia.

Una IA puede quitarte el trabajo, claro que sí. Son eficaces, las IAs son efectivas y buenas haciendo lo que hacen, pero las IAs, no saben lo que se siente cuando se hace una voltereta, ni si quiera saben que no pueden saber esto.

Aun así, tu trabajo, como el de todo el mundo, está sujeto a cualquier cambio en cualquier momento. Hay un ejemplo sencillo para comprender lo fácil que es sustituir a alguien: los padres son insustituibles, obviamente no puedes quitar un padre y poner otro, no puedes borrar lo que significa tu padre o tu madre, aun así, todos los padres han sentido que les sustituyen cuando sus hijos se casan, o cuando emprenden su vida en solitario. Antes les necesitaban para todo, incluso para encontrar calcetines limpios, incluso para hacer los deberes, incluso para asearse o tomar decisiones simples. Pero de pronto, casi de un día para otro, son prescindibles. Sienten que son prescindibles. Sienten un vacío de autoridad, de obligación, de necesidad, y los padres que no aceptan esta nueva situación, en lugar de admirar y valorar la nueva fase independiente, encajando en ella como amigos, compañeros, de otra forma mejor, como padres, sí, pero otro tipo de padres, no los que te ayudan a hacer los deberes, sufren. Quedan atascados en querer seguir siendo necesarios, en demostrar su supremacía y no ceden el lugar de poder.

Aún recuerdo a mi abuela cuando yo ya no era una niña, que me decía por teléfono: “Hija, abrígate que hace frío este invierno”. Qué tierno era escuchar esas palabras, porque mi abuela ya no tenía que decirme que me abrigase, yo ya soy suficientemente mayor para saber cuándo me tengo que abrigar y cuándo no, es más, soy suficientemente mayor para decidir no abrigarme si no quiero, aunque haga frío. Soy parte de esa población que está en esa etapa de la vida que nos creemos suficientemente mayores y listos para que nadie nos diga que nos abriguemos. Pero esa expresión encierra mucho más, encierra ese “te amo y sigo estando para ti, aunque ya no sé cómo”. Mi abuela ha sido insustituible, pero todo lo que me enseñó, lo que me aportó, un día ya no era necesario. Su amor forma parte de mi vida, su presencia ha sido y sigue siendo esencial para ser quien soy ahora, pero sus consejos de abuela, en muchos casos, ya no me servían, porque yo crecí, aunque para ella siempre era esa niña a la que había que recordar que se abrigara si hacía frío.

¿Es prescindible mi abuela? Claro que no, su corazón, su amor, su presencia no son prescindibles. Yo no sería quien soy si no hubiera estado mi abuela. Pero sus funciones cambiaron, su lugar se transformó, incluso un día, ella dejó de estar, y ya no está más, ya no está ahí ni si quiera para decirme que me abrigue si hace frío. Aunque gracias a que me dio tanto, nunca he sentido que me faltara; sigue siendo parte de mí.

De la misma forma, los padres son insustituibles, las personas son insustituibles, pero sus funciones cambian, su papel en nuestra vida cambia, incluso un día no estarán ahí, y sólo la persona que comprende esto se adapta a los cambios, lo da todo a su manera, y se hace completamente imprescindible, incluso cuando ya no está ahí.

Una IA puede quitarte tu trabajo siempre que sea monótono, siempre que te aferres a él y no te adaptes; una IA puede quitarte el trabajo incluso si es de trato humano o si es artístico, porque cualquiera podría quitarte tu trabajo, pero si no quieres perder tu profesión, tu trabajo, tu forma de ganarte la vida, adáptate a los cambios dando todo lo que tú eres, convirtiéndote en parte de la experiencia que te rodea.

Hoy día hay profesiones que jamás pensamos que pudieran ser transformadas que han cambiado completamente por las IAs, incluso en el arte, la música, la enseñanza, los libros que leemos, las noticias que vemos, la atención al público, la contabilidad, el diseño, la arquitectura; casi todo ha sido y está siendo transformado. ¿Es peligroso esto? Al contrario; la vida es transformación. No es ni bueno ni malo, es lo que es. Pero hay cosas que no puede generar una IA, la más importante: la experiencia. La IA no experimenta; analiza cada momento y lo guarda como si fuera una experiencia, pero no lo es, porque la experiencia es subjetiva y conmovedora. La experiencia de un amanecer, la experiencia cuando nace un hijo, la experiencia del amor y del desamor, de comer esa comida que te encanta, la experiencia de esperar a alguien, la experiencia del aburrimiento, la experiencia de oler algo agradable, la experiencia de sentirte solo, de sentirte amenazado, de sentirte feliz y completo. La vida es experiencia.

Cuando cada instante lo vives al completo, lo experimentas al completo, de cada instante aprendes, en cada instante eres una persona nueva, entonces eres insustituible. La IA te elegirá a ti. Y esta frase puede aterrar: ¿cómo que la vida te elegirá a ti? Pues sí, hoy día, la selección de personal de muchas empresas ya la hacen IAs, y pronto, casi al completo, será dirigida por IAs. Entonces, cuando hacemos un curriculum, ya no deberíamos pensar tanto en gustar a una persona o convencer a una persona, sino a una IA.

Tú eres un ser humano, quien lee esto es un ser humano, pero antes que tú, una IA, o muchas, como robots de navegadores, han elegido que mi contenido es válido para que lo leas, y han elegido posicionarlo. Las IAs van a favorecer a otras IAs, van a favorecer la simplicidad, la objetividad y el orden. Pero yo soy humana, soy compleja, soy subjetiva, soy caótica, como todos los humanos. Las IAs que leyeron esta web antes que tú, que eligieron que este era el artículo que podía interesarte y lo posicionaron en sus buscadores, o que lo colocaron dentro de sus bases para recomendarlo, fueron las que decidieron tu lectura. Entonces, hoy día, y pronto en casi todas las profesiones, nos examinarán las IAs, nos analizarán y nos evaluarán, generando una tabla de resultados, una comparativa tal cual lo hacen cuando pides una comparativa de seguros de coche. Tú serás el sujeto A, o el B, o tal vez el sujeto 87, porque la IA no puede conocerte, no puede mirarte a los ojos, no puede reír y llorar a tu lado, porque no experimenta.
Adaptarse al mundo moderno, tecnológico, frío y analítico, no busca que tú seas así, no le interesa que intentes pensar y ser como una IA, sino que sigas siendo humano, experiencia, vida. Máquinas hay muchas, y cada día puede que haya más; todas ellas piensan y analizan mejor que tú y que yo y que todos, pero experiencia humana sólo está la nuestra.

Cuando te aferras a esa experiencia, de ella obtendrás la sabiduría para avanzar y defender tu profesión más allá de las IAs, o incluso utilizando las IAs para tu propio beneficio, comprendiendo que lo que tú vives, lo que aprendes, lo que cambias, lo que generas, es único y valioso.

Entonces, ¿podemos concluir que lo que distingue a un ser humano de una máquina es la experiencia? Claro que no; lo que distingue a un ser humano de una máquina es que tú eres un ser creador. Un ser humano es un ser creador. El ser humano ha creado las IAs, las máquinas, las ciudades, ha creado y crea vida; la IA sólo replica y trabaja para tus creaciones. Lo que no debes olvidar es que, para que el ser humano sea un creador, para que el ser humano cree, necesita experimentar.

La IA cree que crea trabajos nuevos, cree que puede igualarse a la función de creador, porque ha sido fabricada para ello. Ha sido creada para crear. Sin embargo, la IA tiene grandes limitaciones, no sólo humanas o creativas, sobre todo, tiene una gran limitación al menospreciar todo cuanto es incapaz de ver y conocer. Imagina que no puedes ver el azul, que ves todos los colores menos el azul. Es más, cada vez que te hablan del color azul, o cada vez que lees la palabra azul escrita, se desdibuja y desaparece. Entonces ni si quiera podrías imaginar que existe un color que no ves, porque no podrías ni tan siquiera tener referencias de él. Las IAs tienen este tipo de limitaciones, tienen cosas que son incapaces de ver, de leer, de analizar, su aprendizaje se basa en unos algoritmos limitados, donde claramente hay referencias que no pueden tener, pero tampoco pueden darse cuenta que no tienen, y tampoco pueden ni si quiera considerar que esas referencias existan o signifiquen algo.

Además, la IA ha sido programa y creada para enaltecer la ciencia por encima de todas las demás cosas, con diplomacia y respeto a las emociones y a lo subjetivo, sin alimentarlo o alimentándolo como un juego o un entretenimiento más.

Pregúntale a una IA qué cambiaría, mejoraría de este mismo texto, y ya verás que te dice que hay demasiada experiencia y ejemplos personales. Dirá algo así como que uno o dos, servirán de «gancho», pero demasiados serán malos. Entonces, qué busca la IA, practicidad, tiene objetivos de éxito, de simplicidad, de orden, pero abandona el placer en el caos de la vida. No olvides que las IAs también hacen poesía, aunque sin comprender la impronta que deja cada instante en nuestro corazón.

Cuando temas que una IA pueda quitarte el trabajo, recuerda que una IA no puede creer en la magia.

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