Posiblemente estemos en un momento delicado y complejo de la historia, por ello, a veces, mirar hacia atrás nos ayuda a no cometer los mismos errores en adelante.
La historia nos enseña a unirnos, a recuperar la ética y la solidaridad. En ella podremos ver lo fácil que desde una ética natural, se hace la vida para todos.
Nos hemos acostumbrado, tal vez demasiado, a que nos digan lo que está bien y lo que no está bien, pero y si por primera vez no queda más remedio que aprender la diferencia y actuar en base a nuestros auténticos principios.
Es un tiempo delicado, y no porque haya crisis, o dudas, ni porque los medios estén siendo confusos.
No es la falta de libertad de opinión, ni los problemas económicos, sino la necesidad de amar y pensar, utilizar la integridad y la inteligencia en nuestros actos de cada día.
¿Realmente te sientes orgulloso con lo que eres? ¿Con lo que haces? ¿Tus pensamientos, realmente son libres de egoísmo y vanidad?
¿Te gusta todo aquello en lo que día a día te estás convirtiendo.
En este tiempo no hay justificación. El dolor, las heridas del viaje, los reproches, deberían quedar a un lado.
Sólo depende de uno mismo utilizar la propia fuerza y la propia voluntad para autodestruirse y romper con todo lo conocido, o para construir y vivir en paz con el entorno.
Y no importa tanto como creemos si lo que hacemos está bien o mal según los estándares sociales, éticos y modelos de conducta. Posiblemente, llegados a este punto, podemos afirmar sin lugar a dudas que estos estándares están manipulados y juegan un poco más de lo que creemos con nosotros utilizando influencias y modelos inadecuados.
Pero sí importa lo que tú elijas ser, en quien tú decidas comportarte.
Estes o no enojado con la vida, estés o no en una disposición adecuada, o incluso tengas o no apoyos, eres la única persona responsable de tus actos.
¿Cómo podemos empezar un auténtico cambio social, político y espiritual? La única forma es cambiando la integridad y la voluntad. Y cuanto menos esté influenciada dicha voluntad por fuerzas externas ni por el dolor, más fuerza y dirección alcanzarán nuestros pasos.