Encontrando el mapa de vida
Las emociones son una guía, una herramienta necesaria para vivir la vida. Se nos presentan tal cual un manual de instrucciones que nos pertenece, y desde la más tierna infancia nos avisa de peligros, nos ayuda a comprender la vida, a avanzar o retroceder, a confiar o desconfiar, a cambiar o lamentarnos. Las emociones en equilibrio nos ayudan a vivir en esta desconcertante vida.
Es probable que nunca poseamos las verdaderas respuestas a las preguntas esenciales: ¿Quiénes somos? ¿qué es la vida? ¿Por qué estamos aquí? ¿Cuál es ese lugar-tiempo que nos determina y atrapa? etc. Nuestra pequeña conciencia está manifiesta en un cuerpo humano que muchas veces, todos observamos al otro lado del espejo como un extraño que con el tiempo cambia y nos obliga a aceptar la inevitable muerte.
Pero sea como fuere, todos tenemos un manual de instrucciones preciso para vivir la vida, y ese manual son las emociones. Lo aceptemos o no, las emociones de forma saludable, natural, amigas los instintos y de la intuición esencial, acompañan a una persona desde su nacimiento guiándola en el transcurso de la vida.
Para muchos son molestas, innecesarias, nos debilitan, para otros son adicciones, para otros son desconciertos, pero si las observamos bien, si en el momento que debemos estar tristes, estamos tristes, la tristeza nos ayudará a comprender algo doloroso, a aceptarlo y desahogarlo, compartirlo, solucionarlo. Si en el momento de tener ira, tenemos ira, logramos superar y afrontar los mayores desafíos. Si en el momento de huir, de dar un paso atrás, protegernos, o con humildad reconocer nuestros límites, el temor nos guía y nos puede acompañar.
Malo es cuando una persona siente miedo en el momento que debería sentir amor, o siente tranquilidad cuando debería estar enojado, o siente tristeza cuando debería sentir gratitud.
Entonces su manual, su guía innata para la vida, le están obligando a conducirse por senderos de amargura y dolor.
El problema no son las emociones, el problema es la mente confusa que nos lleva a imaginar, y sentir emociones adversas o que no nos permite identificar el contexto ni avanzar por el camino que la vida nos propone, por lo cual la persona víctima de la confusión emocional, se queda inmóvil, o responde de forma inadecuada ante lo que sea que ocurra en su vida.
Preocupados intentamos eliminar dicha emoción, cuando lo sabio sería comprender porqué estamos teniendo una emoción adversa o contradictoria en un momento determinado de la vida.
Una de las emociones más preocupantes y que más dolor genera, es la frustración por que la vida no es lo que nos gustaría.
Los humanos muchas veces se sienten frustrados, dolidos, enrabietados, tristes, porque su vida no es como querrían que fuese. Es una rabia que muchas veces nos lleva a la autodestrucción con malos hábitos, y malas decisiones, sólo porque los pasos que damos no nos dan los frutos que deseamos. Y qué emoción más extraña ¿no? ¿Qué tendría esa emoción que enseñarnos? Aparentemente nada, sin embargo, si la observamos con detenimiento podemos comprender el orgullo, la falta de gratitud, la carencia completa de humildad, el temor a no ser perfectos, la vergüenza que siempre acompaña a la soberbia, el terror existencial de tener una vida que no sea útil ni valiosa.
Tal vez, la persona víctima de este malestar, ha sido criada para ser o vivir algo diferente de lo que ya es, tal vez crea que es educado vivir de una forma completamente diferente. Lo que es, no le gusta, lo que ya posee, no lo desea, y surge la rabia.
Un dolor desgarrador que lleva a creer que se necesita algo más para ser felices. ¿Una casa? ¿el amor? ¿hijos? ¿un nuevo trabajo? Lo que sea no importa. La persona no es feliz en el presente. Y muchas veces cree que la culpa la tiene la misma vida que no le entrega lo que merece. No hay calma en el presente. Su cuerpo, su contexto, su vida, no es de su gusto. Y nace la frustración como una mala aliada que le guiará hacia un camino de autodestrucción y sabotaje personal. Un camino de reclamo, necesidad, y odio hacia uno mismo.
Todo el poder personal, en estos momentos, tiende a irse, acompañado de la rabia, hacia el pasado injusto que se vivió. Ese pasado que no entregó las herramientas para estar donde uno cree que debería estar.
Toda la energía y fuerza vital se pierde en el ilusorio futuro que no está y tal vez nunca esté. Esas esperanzas en que algún día la vida cambiará completamente y ya no volverá a sufrir más. Un futuro merecido que llegará cuando por fin sea reconocido por el cielo, por los padres, por la vida, cuando por fin tendrá lo que consideramos justo.
Entonces la venda de los ojos, esa rabia que dota a su víctima de ignorancia y dolor, le lleva a negar sus verdaderos recursos y su situación actual, apoyándose en especulaciones, hipótesis e ilusiones sobre el mañana y sobre la posibilidad de haber sido víctima del egoísmo ajeno.
¿Por qué sino una persona no vivirá la vida que merece? Al hilar sobre la madeja de su propio rencor, comienza a creer que fue porque sus padres, sus hermanos, o incluso Dios o quien sea, no se lo dio y no se lo da. Entonces esa rabia, esa ceguera se vuelca en la creencia de la injusticia y el rencor hacia los demás. “La vida le ha tratado mal”, “la vida ha sido injusta”.
La persona, en su arrogancia, pregunta y pregunta al más allá por ese futuro generoso donde recibirá el premio y la felicidad, y mientras más lo hace, más rencor anida en su corazón. Mientras más busca ese futuro, más piensa que no lo merece, y más sufre porque no recibe el premio deseado.
En estos casos, la mente confusa no ha aprendido ni puede aprender de sus emociones, porque realmente cree que merece lo que considera apropiado. Habla de premios, castigos, necesidad, merecimiento….
Es una especie de tiranía con uno mismo: si no logra lo que desea, fulminará cada instante de belleza y felicidad, logrando convivir con la desilusión y el dolor.
Si partimos de la base de que las emociones nos guían y enseñan el camino, ¿qué nos enseñará este tipo de emoción tan dolorosa y cruel con uno mismo?
Si seguimos el hilo de dicho dolor llegaremos a una sencilla respuesta: Claramente, cuando una persona siente frustración por su vida, injusticia y dolor porque su vida no es lo que desearía o cree que merece, podemos observar que el mapa de vida que se posee, la guía que se otorgó de nuestros padres, y a la vez recibieron de sus padres, y de sus padres, en estos casos no sirve.
Todo lo aprendido de los padres, en la escuela, todos los consejos recibidos, no sirven.
Ese dolor indica que tenemos un mapa equivocado.
Y eso genera rabia, frustración. Pues comprendemos que cada uno de los pasos que nos han guiado justo hasta donde estamos, no nos han hecho felices.
Pudiéramos recordar a aquellas muchas que se sentaban en la entrada del hogar a tocar el piano justo cuando la visita se acercaba. Aquellos jóvenes que acompañados de sus orgullosos padres acudían a la guerra a luchar por su honor. Aquellos otros que eran “bien aconsejados” en asuntos de matrimonio. Aquellos que estudiaban todo aquello que no querían estudiar por ese futuro mejor. Aquellos que tantos esfuerzos hacen por operar, cambiar y manipular su cuerpo para ser diferentes y al fin, ser tan hermosos como les han enseñado que deberían ser. Aquellas tantas que les decían que esa falda más corta y más corta y máss corta, y las rodillas juntas y los zapatos altos y el contorno de ojos, las harían hermosas y deseables. Aquellos consejos que desde siempre llegaron a esos oídos del joven que buscaba una guía externa para entender la vida y estaban totalmente equivocados, no sirven.
No sirve el mapa que se entregó y la persona se encuentra frustrada, dolida, impotente y sin saber avanzar en la vida.
Tal vez nuestro mapa sea muy diferente al de un matrimonio feliz, tener varios hijos, una casa en propiedad. Tal vez simplemente sean tener un peso ideal, o lograr ser musculoso, tal vez esa guía nos haya hecho creer que estudiar esto o aquello nos hará ser más inteligentes y valorados por la inteligencia, o tal vez la creencia de que una vez tengamos dinero podremos viajar por todo el mundo. Si hay rabia y frustración por la vida, el mapa no es correcto.
Todo son consejos, guías, totalmente inútiles para uno, que sea como fuere, a unos le sirven a otros no.
Y surge la rabia.
No es rabia como pudiera parecer por no haber alcanzado lo añorado, sino una rabia por sentirnos estúpidos, engañados, impotentes. Es la rabia por comprender que se tuvo un mal consejero en los asuntos esenciales de la vida. Un consejero que nos ha situado en un lugar de frustración e impotencia.
Es hermoso recordar aquí el cuento de la bella durmiente.
Tal cual como la bella durmiente nos enseña, la muchacha, poseyendo todos los dones, tienen una vida dirigida hacia la perfección. Tan perfecta y tan perfecta, con todos los dones y regalos recibidos, que, a los 16 años, la pobre, queda sumida en un sueño profundo y ya no podrá despertar más. Ya no podrá crear su vida por sí sola, ya que toda su guía, todo lo propuesto por sus padres, de nada sirve. Tiene un mapa de vida corrupto, tiene la idea de que necesita y merece ser perfecta y llevar una vida perfecta y poseer esa perfección. Tiene la convicción de que merece ser perfecta sólo por haber nacido.
Entonces queda dormida. No se duerme en cualquier momento, la bella durmiente se duerme el día que por fin decide crear su vida. Por fin sube a la torre más alta de su psique, se sienta ante una rueca e intentando enfrentarse al sagrado hilo de la vida, ese hilo con el que entretejeremos nuestro futuro, la ingenua y orgullosa niña queda inutilizada pinchándose con la misma ruega ¿por qué? Porque tienen un mapa erróneo. No sabe hacia done ir, no sabe como crear su vida, no sabe cómo avanzar, ni si quiera sabe quién es más allá de toda esa perfección impuesta. Igual que las pobres muchachas que se sentaban con elegancia en el piano para adornar la visita del pretendiente, pero nada sabían en realidad sobre el matrimonio, o si al menos deseaban el matrimonio.
Impotente la bella durmiente se sienta en esa banqueta de ese lugar tan oscuro y desconocido para ella, ya que sus padres siempre la impidieron “tejer” sus asuntos, crear su vida, y la pobre ilusa, creyendo, como tantos y tantos creen, que la vida le pertenece y lo merece todo. Que merece el amor, la inteligencia, el dinero, merece todo sólo por haber nacido. Y duerme sin saber que su mapa de vida es inexacto. Queda dormida la conciencia sin comprender lo que la dejó dormida.
En el cuento tradicional duerme 100 años tras un castillo olvidado rodeada de kilómetros de zarzas y espinos que impiden a la alegría y el amor acercarse. Y es tal cual ocurre, la persona incapaz de crear su propio destino, dejándose llevar por los necios consejos de los padres, queda envuelto en espinos de rabia, su corazón se torna inaccesible para todos los demás, y la persona sufre sintiendo que su vida no es justa, que necesita y merece algo más, siente que se odia y siente que le han negado todo aquello que le podría hacer feliz. Entonces encerrada en un castillo impenetrable, lleno de dolor, queda dormida la conciencia y el corazón. La persona no es capaz de crear, de vivir, de ser feliz con su propio mapa de vida, y se afana por continuar repitiendo los pasos que le obligaron sus padres a dar.
¿Y todo por qué? Porque su guía, su mapa de vida, no es correcto.
Y es sabio a veces revisar cuál es nuestro mapa de vida. ¿Quién nos lo dio? Y sobre todo si esa persona era feliz. ¿Fueron felices nuestros padres mientras nos mostraban el plan de vida que tendríamos? ¿Cuando nos enseñaban como crear nuestra vida y hacia dónde dirigirnos?
Acontece que algunas personas, al descubrir dicha rabia en la juventud, lo primero que hacen es negar el mapa. Tal vez comprendan que ese mapa no estaba bien señalado, que sus padres eran infelices, o que ellos jamás podrán ser felices viviendo la vida que les proponen, entonces intentan, inconscientes de su objetivo, hacer todo lo contrario de lo que en dicho mapa aparece. No sueltan el mapa, no crean uno nuevo, lo intentan sabotear. Si en su mapa original debían casarse, eligen no tener pareja; si en el mapa original decía que tenían que tener un trabajo estable, encuentran gran inestabilidad laboral; si en el mapa heredado habla de buscar fortuna, buscan derrochar y perderse en ese derroche. No cambian su mapa, la rebeldía los lleva a dibujar sobre el mismo, pero los cimientos, la base, sigue sin funcionar.
La rebeldía es una forma de la rabia tan dolorosa o más que la anterior, porque la persona, impotente de crear su vida, justicia su fracaso hacia los demás, y con grandes esfuerzos dedica su energía vital a ir en contra de otros, en vez de ir al encuentro de uno mismo.
No es fácil a veces determinar qué emoción tenemos o porqué, pero si es necesario profundizar en ellas y fluir en la vida para aprender a gobernarnos a nosotros mismos, en vez de ser peonzas sin vida que giran y giran intentando llegar a ningún lugar.
Finalmente, la bella durmiente despierta con un beso de amor verdadero ¿Así es en el cuento tradicional? Realmente creo que no. En el cuento olvidado se debía tornar una bruja horrible, pues la persona que aísla su corazón y su sentir en busca de la perfección, y avanza sin coherencia hacia la vida que cree que merece y no la vida que logra construir, se acaba volviendo tirana consigo y con los demás ahogando toda posibilidad de felicidad. Sin embargo, los cuentos acaban siendo una ayuda para encontrar el camino, así que nos muestran ese final que necesitamos conocer. La bella durmiente tras largos años, es ablandada. Esa persona orgullosa y que busca tanto la perfección, olvida aquel mapa de vida que tanto daño le hizo, olvida el porqué, y cuando ya nadie nadie se acuerda de aquello, entonces su fortaleza se empieza a quebrar y el amor, la felicidad, la dicha, la luz de la conciencia, puede despertar. Cuando la belleza, y todo lo efímero se va con el tiempo, entonces el corazón rompe las zarzas y espinos y la bella durmiente logra despertar de su sueño, ahora sí, con un mapa de vida propio, una aceptación y consciencia plena hacia la vida y hacia sí misma.