Aprender a meditar es vivir una historia de amor con uno mismo. Tú te sientas con el único objetivo de mirarte, conocerte, reconocerte, valorarte, recargar tus energías, quitar tus malas hiervas, cuidarte. Siéntate en una postura cómoda, con la espalda recta y buscando un equilibrio en tu cuerpo.
Es importante que primero aprendas a respirar. Escucha tu respiración, siéntela. Siente cómo estás justo después de respirar, cómo te sientes entre respiración y respiración. Cómo se vive la respiración dentro de ti.
Cada día un poco hazte amigo de tu cuerpo respirando. No intentes escapar de lo que eres, no intentes llegar más lejos. Sólo se trata de estar contigo mismo.
El verdadero templo, está en ti.
El camino, está en ti.
El ego querrá más, aprende a escuchar de qué forma te pide más. Si de forma natural notas como avanzas, como te encuentras más cómodo contigo mismo en tu silencio, si con el tiempo vas notando más los cambios en tu mente, perfecto, simplemente evita pensar en ellos, evita buscarlos.
A veces un sentimiento de plenitud, una visión clara, un mensaje, se convierte en un deseo más, en un apego que debemos aprender a liberar.
En el tiempo que estés contigo, aprecia el silencio, aprende a escuchar el silencio igual que escuchas todo el ruido que hay en ti, aprende a escucharte a través de los silencios y no tanto de los ruidos.
Durante un rato al día, simplemente escúchate a ti mismo, conócete, ámate.
Luego, conviértete en el infinito.
Meditación en conciencia guiada por Altaïr García Boletín nº 0 Kailāsh Magazine