Meditación en uno mismo

No necesitas decir nada cuando todo se ha dicho ya, ¿verdad?
No necesitas estar continuamente diciendo algo, enseñando algo. Entonces, ¿qué queda? Tal vez aterra pensar que ya se ha dicho todo, que ya se ha hecho lo que se debía hacer, que solo queda descansar.

Entonces, ¿qué queda? Pues queda descansar en esa contemplación del mundo creado. ¿No es un maravilloso sentido de vida este?
Tal vez aterra el vacío, pero tú también eres vacío. Eres creación y eres vacío.

Imagina que callas, un momento. Sin esfuerzo. Y callas. Ya no lo imagines: callas. Cuando tu mente crea algo, tu cuerpo, tu propia mente, sigue esa creación.

Imagina que amas, un momento imagina que estás amando, sin esfuerzo, solo imaginando. Ese es el secreto de crear: lo estás imaginando, lo estás viendo, lo estás sintiendo; entonces lo estás creando, y entonces amas. Así de sencillo. Ya no necesitas imaginar: lo estás haciendo.

Es así de sencillo.

Ahora imagina que callas, y callas. Y sientes esa paz, esa calma. Estás callado; lo has podido imaginar, lo has imaginado, así que tu mente está en paz.
Respira un momento y observa tu mente callada.
Sonríe a tu mente callada.
Tu mente se convierte en un bálsamo de todo el ruido que suele generar. Tu misma mente, que otras veces es ruidosa y molesta, cuando imaginas que callas, se convierte en un bálsamo, una medicina para lo que ella misma creó.

Es como hacer una guerra, un comentario violento, o incluso discutir; entonces le das la vuelta, reconstruyes el lugar, reconstruyes a las personas, pides perdón. La misma mente que genera la guerra puede y debe generar la paz.

Entonces, calma, cree en ello y lo harás.
La mente es apasionante, intensa, poderosa. Puede crear lo que tú imagines y sientas que puedes crear. Pero si crees que no eres capaz de crear nada, no podrás crear nada; solo dejarte llevar.

Si tu mente ha creado muchas cosas y no las controlas, y tu vida no la controlas, y te hace daño o te duele algo de tu vida… no hablo de cuando todo en tu vida te gusta y apasiona, sino de cuando tu vida es dolorosa, cambiante e impredecible de forma dolorosa… entonces calma, considera que puedes callar la mente y observa ese calmar, observa esa calma, ese silencio.

Entonces te vas convirtiendo en ese silencio. Tú eres primero quien observa ese silencio; luego eres ese silencio. Eres calma, eres paz.

Siempre nos gusta una persona que tiene paz dentro, pero ¿sabías que todas tienen paz dentro? Siempre nos atrae esa persona que transmite una paz por la mirada, algo que no se describe, algo vivo, una mirada que no juzga, que no ata, que no controla, que solo observa. Una mirada del amor, porque el amor calla; no habla tanto. Pues así debes mirarte a ti mismo, así debes mirar tu silencio. Sin más. Escuchándolo.

Es fácil, ¿verdad?

¿Cuántas veces tenemos tantas cosas que hacer que olvidamos callar y mirar ese silencio?
¿Cuántas veces creemos que sabemos algo, estamos convencidos de que sabemos algo, incluso hablamos a otros de eso que sabemos, pero no callamos y miramos todo lo que no sabemos, ese espacio donde no hay nada, porque no necesitamos nada? Tal vez no sepamos nada, tal vez eso que sabemos no es; no importa en ese espacio lo que uno sabe y lo que no: importa la vida, la experiencia que se vive.

Un recién nacido no tiene nada en la mente, porque no le dio tiempo de tener nada. Un anciano que está dejando la vida no tiene nada en la mente, porque ya lo sacó. En su mirada solo hay una cosa: experiencia. Así debes mirar hacia dentro de ti mismo: experimentándote, conociéndote, siendo este momento.

En este momento todo puede cambiar.
Da lo mismo lo que ocurra en tu vida: este momento, como todos, tiene el potencial de cambiar el universo entero. Muchos momentos cambian todo; un momento lo cambia todo. Entonces mira hacia ti mismo consciente de esto.
Descansa la mirada solo en ti.

Si algo cae, si algo suena, si algo te dicen, si algo ocurre… entonces mira a ti: ¿qué ocurre en ti cuando se cae aquello, o esto, o lo otro? ¿Qué ocurre en ti cuando suena ese sonido? ¿Qué ocurre cuando te dicen algo? Observa qué ocurre cada instante de tu vida dentro de ti mismo.

Has intentado controlar qué ocurre fuera de ti, pero no has prestado suficiente atención a lo que ocurre dentro de ti. Esto lo cambia todo: cambia el destino de la humanidad, cambia la vida, cambia lo que somos, lo que nos identifica. ¿Por qué? Porque si miras lo que ocurre dentro de ti, actuarás en coherencia con lo que eres, no de forma automática, reaccionando sin control, sin comprender por qué haces esto o aquello. Eso precisamente genera el miedo.

El miedo de no tener el control, de no saber quién es uno; el miedo que nos lleva a sentirnos solos, perdidos, divididos, a generar conflicto y dolor en otros. El miedo surge de ahí. Actúas y no sabes por qué; pasan cosas en ti y no sabes ni lo que pasa; piensas cosas que no controlas, que no sabes siquiera si las has pensado. Tienes envidia y no sabes que eso es envidia; tienes ira y piensas que estás calmado; vives algo y lo tergiversas con tus recuerdos. Entonces no estás en ti; no sabes quién vive en ti.

Miras hacia fuera y hay esfuerzo; cuando miras hacia dentro, hay calma.

Pero imagina que toda la humanidad se conociera, que toda la humanidad, ocurriera lo que ocurriera, primero mirara hacia dentro. Desde las escuelas, las familias, las calles… todo, primero miran hacia dentro: ¿qué ocurre dentro de mí?, ¿en quién me convierto?, ¿qué pienso?, ¿qué siento ante esta situación?

Entonces hay un silencio. La reacción ya no es tan automática; la reacción surge de uno mismo, consciente de uno mismo. La reacción es coherente, honesta, sincera. Entonces la reacción parte también del autoconocimiento y del amor propio. Desde ahí, el mal del mundo desaparece. ¿No es sencillo así?

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