Recuperando el símbolo del lobo feroz

¿Es el lobo feroz nuestro amigo?

En la actualidad se ha puesto mucho empeño en los cuentos actuales, series y películas infantiles, de transformar la imagen de aquello que es peligroso por amigable, bueno o incomprendido.

En las librerías infantiles encontramos muchos cuentos que relatan historias donde la sombra, el monstruo o incluso el temido lobo feroz, se transforma en un héroe y un amigo para el indefenso.

Sin embargo, esto no es tan sano como creemos. Un símbolo lleva milenios formando parte de nuestras vidas y tiene un sentido, en este caso en concreto, un sentido de protección.

Es necesario creer que el lobo feroz es malo, no es un amigo, el hombre del saco es malo, no es un amigo, el monstruo de los sueños no es nuestro amigo, no es nuestro aliado. Y transformar esta imagen, genera que los niños y niñas tengan una actitud de apertura y confianza hacia aquellas figuras que deberían de temer.

Nuestro instinto nos dirá quien es ese lobo feroz, y los cuentos de hadas nos preveen para que podamos huir a tiempo, incluso hay algunos que nos dicen por dónde podemos escapar y por donde no.

Es curioso, el cuento de Jack y las habichuelas mágicas, donde el malvado es un gigante que vive en los cielos, invisible para la mayoría, pero que adora el oro y comer humanos. Aunque parezca una fantasía tenemos una historia muy similar a los dioses babilónicos, y muy similar a lo que muchas culturas en la antigüedad decían. Transformar esa historia tal vez genere más confusión que otra cosa.

El lobo feroz es un personaje incomprendido, sí, porque es salvaje, irracional, come personas, las devora sin masticar, no perdona, no tiene compasión. El lobo feroz prefiere las presas más débiles, porque le son más sabrosas. Trataría de señalar un peligro como el pedófilo o el asesino. Es un personaje que, a través de los cuentos de hadas, se le expresa al niño que existe y que no se acerque a él. Y obvio no voy a entrar en ese simbolismo, pues todos sabemos quién es el lobo feroz, el problema es aprender a diferenciarlo en la vida cotidiana.

¿Leerías un cuento a un niño pequeño donde el protagonista se va de la mano con el lobo porque son amigos? ¿Leerías un cuento donde se muestre la debilidad del lobo o del monstruo haciendo ver que el lobo no es tan malo? No tiene sentido. Proteger a los niños es enseñarles a defenderse y ser precavidos. ¿Qué adulto le diría a un niño que los peligros no son peligrosos? Un adulto le enseñará a un niño a diferenciar qué es peligroso y qué no lo es, en qué sí puede confiar y en qué o en quiénes jamas debería confiar.

En lugares donde los cuentos continúan siendo tradicionales y los niños aun no ven televisión ni otros medios, ellos temen al lobo feroz. Son lugares donde aun los niños no confían en su totalidad en extraños, saben que pueden ser secuestrados, que les puede ocurrir algo extraño cuando confían en quienes no deben. Algo que no ocurre en occidente, donde los niños, guiados por lo aprendido en los medios de comunicación masivos y apoyado por todo lo que a través de la literatura sus padres con tanto amor les han contado, se van de la mano sin dudarlo con cualquiera. Y no es una exageración, hay multitud de experimentos sociales que lo confirman. Los niños actuales de nuestra sociedad se van de la mano de cualquiera, aunque no sepan quien es, sin apenas palabras, sin dudarlo. Los experimentos sociales lo demuestran.

Por ello el cuento tradicional, con la figura temida del lobo, el monstruo, el peligro, no debe ser algo transformado sino comprendido. Es necesario entender que los niños son frágiles, e igual que todas las crias del bosque, cuando están a solas no sabrán diferenciar muy bien y por ello requieren una desconfianza justa y natural que les ayude a discernir y salir corriendo a tiempo.

Cuando el niño comprende cuáles son los peligros reales en la vida que le acechan y sabe como protegerse de ellos, el niño duerme tranquilo. Pero cuando continuamente se le expresa que los peligros no existen, que no debe temer nada y que puede dormir tranquilo, al contrario de lo que parece, el niño continúa sin poder dormir, porque siente que existe la oscuridad, pero no sabe cómo es ni cómo defenderse de ella.

El niño siente desprotección, y siente vulnerabilidad, porque aun no tiene el juicio que le ayudará discernir y protegerse. Pero a la vez tiene un instinto que existe en todas las crías, en todos los bebés, en todos los retoños, que es un instinto de temor natural que le ayuda a protegerse y confiar sólo en los suyos y en aquellos que los suyos le han dicho que son de la familia. En nadie más.

Amar a nuestros hijos, a los niños, sobreprotegerlos, tal vez está bien, pero transformar símbolos que tienen más de mil años sólo por creer que los niños dormirán más tranquilos, no tiene ningún  sentido. Hacer creer a los niños que no existen los peligros no tiene sentido.

Vamos a releer aquellos cuentos, los adultos por separado, para entender si son valiosos o no, y vamos entonces a decidir que hacer con estas figuras de temor.

Vamos a escuchar esos temores de los niños y vamos a entender qué señales de alerta se despertó en el niño que no le deja dormir y que situaciones, personas, cosas están potenciando ese instinto natural, para señalar al niño, si existiera un peligro, cuál es.

Pero por de pronto espero que yo, tú o cualquiera, si estamos solos en el bosque oscuro, y encontramos de frente un lobo feroz, lo último que vayamos hacer es darle un abrazo o intentar ser su amigo. Pues tal vez nuestra vida no dependa tanto de un instante o una decisión, pero habrá muchas veces que nos encontremos con lobos, y habrá muchos momentos en los que tengamos que tener cuidado, y si desde niños se nos enseña a confiar en el peligro, entonces solo se puede entender que, o estamos intentando que los niños de ahora sean los lobos feroces del futuro, o estamos poniendo en la boca del lobo a nuestros hijos.

Es normal encontrarnos desesperados cuando los niños tienen miedo y no sabemos cómo ayudarles. A veces son miedos absurdos, a veces son más profundos, pero entonces vamos a acompañarles, a escucharles. A lo mejor sólo es una figura, a lo mejor es el lugar donde están. Por ejemplo ¿sabes que simplemente si al dormir el humano no duerme mirando hacia la puerta, ya sea de frente o de lado, su instinto de protección le llevará a dormir intranquilo porque no puede saber si viene un peligro a atacarle? Existen pequeñas cosas que pueden potenciar el temor en los niños, incluida la inseguridad de los padres o la sensación de desprotección que puedan sentir si pasan demasiado tiempo sin ellos. Los carricoches, la cuna, las jaulas infantiles de juego pueden potenciar esa sensación. También que el niño siempre esté con adultos, o que estos adultos sean cambiantes. Mudarse, cambiar de colegio o no sociabilizar bien. Cuando un niño tiene miedo no es justo ni sabio enseñarle que los peligros no existen sino observar dónde puede nacer el miedo, ayudarle a transformar esa situación, y ayudarle a diferenciar entre los verdaderos peligros y los peligros de la imaginación.

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