Cuando los tiempos se ponen difíciles es importante tomar conciencia de los pasos que damos. No simplemente vigilar todos los aspectos que nos rodean, sino más allá de esto, el porqué de cada decisión. A veces creemos tener la respuesta, pero más allá de las razones que solemos tener, suele haber razones más inconscientes que se ocultan tras cada una de las decisiones que tomamos.
Muchas veces por ejemplo surgen enemistades de supuestos problemas en la amistad y tras nuestra observación podremos encontrar envidia o rencor no reconocido.
Por su puesto que no lo sabemos todo, ni mucho menos. Y hay que armarse de valor para abrir los ojos y querer descubrir la verdad. Hay que tener el coraje para escuchar al otro con su verdad y replantearnos todas nuestras creencias.
Una persona valiente cambia de opinión, reconoce que no sabe nada, es honesta y profunda en su auto observación.
En nuestra sociedad admiramos de más a las personas que han logrado grandes cosas materiales o fama. Nos dejamos llevar por los títulos, los méritos, los cuales de nada sirven en la verdadera búsqueda y nada dicen realmente de la persona y su coherencia y honestidad.
Por ejemplo, casi todo el mundo cree en los doctores, cuando una persona se reconoce como Doctor… todo el mundo escucha con atención lo que tenga que decir. Sin embargo se puede ser doctor de muchas cosas o de nada, aun teniendo el título. E incluso un buen doctor en su profesión no tiene por qué ser buena persona, ni honesta, ni tener la razón. Simplemente haber aprobado una serie de exámenes y asignaturas que poco o nada dicen de la verdadera experiencia de la vida.
En tiempos complicados lo importante es tener valor para abrir los ojos y descubrir dónde se encuentra el error en nosotros mismos. Qué podemos hacer ante la situación y cómo variar nuestro camino o aceptar lo que llegue en caso de que no haya posibilidad de cambio.
Dejamos de valorar todo lo que creemos y con sinceridad miramos hacia nuestra vida. Sin creernos nada ni nadie especial.
Solamente al derrotar el ego uno se convierte en una persona auténtica y comprometida con la vida.
Para derrotar tu ego debes abandonar el apego a la fama, debes abandonar la necesidad de reconocimiento, los méritos adquiridos, la necesidad de comparación, el miedo al fracaso y la necesidad de tener razón o hacerlo bien. Al derrotar al ego uno comienza de nuevo sin prejuicios, sin hipocresía y con valor.
Esto, en tiempos difíciles, ya sean situaciones familiares, personales o profesionales, es necesario para lograr un cambio importante.
Podemos copiar las decisiones que otros han tomado. Cuando en nuestro camino nos vemos atascados, cuando no logramos liberarnos completamente de nuestras creencias limitantes y no encontramos ideas o el nuevo camino para avanzar, entonces busca una persona a la que admires e imítala. Imítala consciente de lo que estás haciendo y porqué, y ojala esta acción te muestre el camino para que mañana puedas realizarte tu mismo sin tener que seguir las vías de otros.
Imitamos así creencias, ideologías, formas de comunicarnos, ideas y proyectos, e incluso formas de vestir, no está mal. No está tan mal hacerlo, siempre y cuando seamos honestos y comprendamos que este seguir el valor de otra persona original surge de nuestra falta de honestidad con nosotros mismos y la falta de voluntad propia. Y así, poco a poco, podremos realizarnos desarrollando esta originalidad y camino hacia el emprendimiento y la autonomía sin tener que imitar en un futuro a otras personas. Pero si cuando imitamos a otros, careciendo de toda originalidad, no somos honestos, mañana no habrá cambio, el día de mañana, si nos vemos atascados y no encontramos a quién imitar, no sabremos cómo realizar cambios en nuestra vida.
Los pasos serían sencillos: observar cómo está la situación y detallar nuestra actitud y aptitud ante la situación actual y un posible cambio. Pues está muy bien notar que es necesario un cambio pero muchas veces no estamos preparados mental, emocional o físicamente para un cambio. Valoramos por ello no sólo la situación y la actitud que tenemos sino las aptitudes y recursos reales para poder cambiar la situación. Y si este cambio realmente no es posible, vemos la forma de cambiar nuestra actitud y reorganizar la situación problemática sin realizar ningún cambio externo, sino únicamente cambios internos.
Posteriormente, cuando hemos visto con claridad la situación emprendemos el viaje hacia una idea nueva, un nuevo propósito más adecuado a nosotros mismos. Y está bien soñar, pero sobre todo hay que ser valiente para afrontar las limitaciones presentes y dirigirnos hacia un futuro factible. Esto significa que aun teniendo grandes sueños comenzamos por la base y poco a poco ascendemos.
Cuando una persona acaba de sacarse el carnet y está aprendiendo a conducir no se compra un gran coche, sino un coche económico, pequeño, manejable, pues es muy probable que el coche se lastime con acelerones, decelerones, aparcándolo mal… y poco a poco vamos aprendiendo a conducir y tomando confianza en nuestra vida, hasta que un día, fruto de nuestro esfuerzo personal, tendremos un vehículo más adaptado a nuestras futuras necesidades. Algunas personas comienzan comprando un coche muy bueno y muy caro nada más tener el carnet, pero todos sabemos que es mala idea. Y todos, cuando vemos un joven de 18 años o 14 años con un gran coche, nos damos cuenta del error y de las posibilidades que tiene ese vehículo de acabar mal.
De la misma forma es en las empresas, en las relaciones, e incluso en la maternidad y la paternidad. Toda superación personal es fruto de un trabajo de mucho tiempo y un reconocimiento honesto de nuestras capacidades y nuestros verdaderos recursos. La persona valiente que emprende un camino hacia su superación, ha de ser muy arrogante o inconsciente para comenzar la casa por el tejado.
En tiempos difíciles, claro que es hermoso soñar, pero vamos a comenzar por la base. La base de los problemas, la base de nuestro dolor, de nuestro temor, e incluso la base emocional de nuestra necesidad de cambio.
Al analizar con detalle ya podemos continuar el camino comprendiendo que avanzamos paso por paso, conscientes, dirigiéndonos a la meta. No sólo hemos divisado la dirección y la trayectoria sino que alerta, y con el corazón limpio, nos dirigimos hacia ella.
Muchos caemos en la trampa de no divisar la dirección real de nuestro proyecto de vida, y que triste es cuando tras años avanzando nos damos cuenta que no era la dirección correcta, que no nos hacia felices o que esa dirección nos llevaba a un problema de salud, o un problema en las relaciones. Las ideas mal tomadas nos conducen mal. Y no significa esto más que no nos percatamos de la dirección y aun así sí vimos el camino y sí dimos los pasos. En grandes recorridos impuestos. Por ejemplo casi todas las relaciones o acciones que tomamos casi por compromiso y por tradición, no vemos la dirección, no vemos hacia donde vamos, sin embargo nuestras creencias nos impulsan con fuerza por ese camino casi sin pensar acarreando las consecuencias mucho más adelante.
Si este fue tu problema, si tu dirección fue errónea y te dirigiste durante años por un camino al que alimentaste que no te hizo feliz y no te ayudó, evita entonces imitar el camino de otros y aprende a escuchar dentro de ti.
Muchas veces vemos la dirección que queremos tomar, podemos caminar, pero no encontramos forma alguna de avanzar. Impotentes miramos nuestro sueño como se aleja cada día más. En estos casos uno se siente atrapado en su vida y no hace nada, pues no encuentra la forma de dirigirse a la meta. Es aquí cuando sí podríamos imitar los pasos de alguien. Seguro que no nos servirán pues el camino de la vida no existe y los pasos son únicos para cada persona, pero en un inicio ver lo que el otro hizo para lograr el cambio y aprender de sus pasos, nos ayudará a salir de la impotencia y frustración y poco a poco encontraremos la fuerza para seguir solos.
También existe la situación en que viendo la dirección, y viendo el camino que hay que tomar, uno se paraliza y nada hace. Tal vez su creencia le enseñó que si se queda quieto todo ocurre mágicamente. Tal vez de niño todo se lo hacían y por nada tenía que esforzarse. Sin embargo si queremos un cambio ahora sí hay que aprender a esforzarse. Aprender a cambiar el “no puedo” por “Puedo y lo estoy haciendo”. Comenzamos el camino siempre, siempre, valorando el esfuerzo del otro. De otra manera no es posible. Muchos parece que logran grandes cosas sin valorar el esfuerzo ajeno. Menospreciando al otro. Puede ser que intenten cobrar de más, puede ser que triunfen a base del trabajo de otras personas, o incluso puede ser que no valoren a su familia y la utilicen para su propio bienestar. Pero este tipo de triunfo es pasajero y pronto se derrumba cuando la persona comprende que la base estaba equivocada.
Y también hay que ser honestos cuando nos damos cuenta que no estamos reconociendo el esfuerzo ajeno, ya sea físico, emocional o mental. Ya sea que hay un menosprecio por su edad, su sexo o su forma física o simplemente no nos importa en absoluto el esfuerzo que el otro hace para lograr lo que tiene en la vida. Todo conlleva esfuerzo. Incluso la “no acción” en el camino espiritual, es un esfuerzo de años de quietud, silencio, respeto y meditación que debemos aprender a valorar.
El esfuerzo, junto con la honestidad y el valor, nos dirigirán a un cambio consciente.
Aprendemos trucos, formas externas. Aprendemos en la vida que con poco podemos lograr mucho. No hay más que ver que vivimos en una sociedad donde la especulación o el intentar sacar beneficio de casi cada cosa es algo común. Tal vez años de educación competitiva y conductista nos lleven a este tipo de comportamiento y creencia social, sin embargo uno mismo puede elegir si continuar con ello o aprender y reconducir su camino.
La competencia no lleva al desarrollo de la humanidad, ni mucho menos, hemos podido aprender que un sistema competitivo lleva al triunfo económico y social de unos pocos en favor de otros muchos, de tal forma que el 1% de la población tiene el 99% de la riqueza del mundo. ¿Vamos a aprender de ello o continuamos intentando ser competitivos para formar parte de este 1% de la población?
Aquí la honestidad de cada uno ¿En qué punto quieres lograr resultados en la vida? O ¿Cuál es tu dirección? Recuerda si puedes que todas tus decisiones afectan drásticamente a lo que te rodea. De una forma constructiva o destructiva. Y es tu decisión actuar en un camino o en otro.
Las situaciones difíciles nos ayudan a comprender en qué punto estamos. A qué estamos dando valor o en qué nos entretuvimos durante tanto tiempo.