Ante un conflicto podemos mostrarnos con un comportamiento: pasivo, pasivo-agresivo, agresivo o asertivo.
PASIVO
Un comportamiento pasivo lo tendría aquella persona que no se posiciona. Permite a los demás tomar todas las decisiones, habla en bajo, evita el contacto visual, busca no llamar la atención y evita perjudicar a los demás. Se considera menos y no hace nada por cambiar la situación.
AGRESIVO
Este comportamiento se da cuando se interrumpe constántemente, se trata de imponer la propia postura, tomamos decisiones por los demás, acusamos, culpamos. Se influye sobre los demás constántemente, aceptando la responsabilidad, pero utilizando esa responsabilidad para situarse en una situación de autoridad.
PASIVO-AGRESIVO
Es una combinación de los dos comportamientos anteriores. No se habla del tema cuando estamos en una reunión, pero se saca de contexto el tema fuera de esa situación generando que el problema no se pueda resolver. Negamos la oportunidad de tratar los desacuerdos, murmuramos, excluímos a algunas personas, realizamos sarcasmos, comentarios que los demás no pueden responder. Acusamos a los demás de haber generado el problema o nos situamos en una posición de víctima pasiva, cuando atacamos a los demás de ser agresivos y conflictivos.
ASERTIVO
Se trata de un comportamiento positivo y constructivo ante los conflictos. Permitiendo a los demás mostrar sus pensamientos y sentimientos. Apoyamos las decisiones que concuerdan con lo que sentimos, respetando las decisiones de los demás. Enfrentamos los problemas y las decisiones, sin atacar ni culpar a los demás.
Características de un comportamiento PASIVO-AGRESIVO en una relación:
Aunque muchos teóricos psicólogos consideran una personalidad pasivo-agresiva, es muy común este comportamiento, y tal vez se trate nada más que una actitud que en determinadas ocasiones y ante un dolor en concreto se actúe así.
La clave para entender este comportamiento consiste en la ambigüedad. La persona pasivo-agresiva abrirá un abanico completo de situaciones, conversaciones, evasiones, una trampa si es necesario, para no enfrentarse al conflicto. Su estrategia consiste en camuflar la resistencia que siente y no reconocer ser parte de un problema, ni para resolverlo ni si quiera para hablar de él.
Se trata de no enfrentarse a un conflicto. Y todos alguna vez hemos evitado enfrentarnos a los conflictos y no hemos querido reconocer nuestra parte de responsabilidad de él.
De esta forma, se genera ambigüedad en el lenguaje y el comportamiento. Por este motivo la persona se considera pasiva, porque no actúa, pero sí guarda agresividad, rencor, y muestra ese tensión, generando que los demás asuman la culpa y se enfrenten a una situación tensa y dolorosa.
La actitud pasivo agresiva no le gusta los problemas, y los evita: mira el movil mientras intentas decirle algo importante, empieza a preguntar cosas que nada tienen que ver con el problema en sí, derivando la conversación siempre que sea posible, comienzan a llorar en mitad de una situación conflictiva por más mínima que sea, con tal de evadir ver la situación problemática y generando impotencia y culpa en el alrededor, dejan los objetivos y responsabilidades en el aire, en el futuro o en los demás, no permitiendo que existan cambios, alegando que no son capaces de llevarlos a cabo, que lo harán en el futuro, que olvidaron enfrentarse a ellos ….
El miedo al abandono y la incapacidad de expresar los propios sentimientos, puede llevar a este tipo de actitud, haciendo que el otro se sienta culpable por nuestro malestar e insatisfacción
Claves para reconocer un comportamiento PASIVO-AGRESIVO:
No estar dispuesto a decir la verdad abiértamente
Sentir resistencias ante cada conflicto, discusión, problema…
No dar respuestas directas, controlando a los demás con contradicciones
Aparentar amabilidad pero sentir resentimiento, envidia y amargura
Vivir en el sarcasmo, con comentarios críticos disfrazados de humor, expresando su hostilidad y descontento
Posponer los planes y las metas
No reconocer los propios sentimientos con claridad y culpar a los demás de todo cuanto sentimos doloroso
Ser impuntual y olvidar los compromisos adquiridos con otros
Mostrar dolor, llanto, en medio de los más mínimos problemas, a fin de dar la vuelta a la situación y no enfrentarse a ella
Manipulación que justifica el propio sufrimiento en las acciones ajenas
Castigar con indiferencia y silencio, haciendo sentir al otro que hizo algo mal pero sin mostrar el problema
Incapacidad de admirar y sentir alegría por los éxitos ajenos, mostrar todos los defectos de la persona que triunfó en algún aspecto de su vida, o mostrar indiferencia ante el otro cuando empieza a triunfar en un aspecto de su vida
Generar un resentimiento que se amplifica con el tiempo por no expresar los problemas ni resolverlos en el momento
Confundir el “no puedo” con “no quiero hacerlo”, sin aceptar la propia responsabilidad hacia el cambio. Aseguran que no pueden pero ni si quiera lo intentarán
Sentir miedo a la soledad
Hacer gestos desagradables sin comunicar lo que conduce a dicho gesto y actitud negativa
Provocar intencionalmente, realizando tareas y cosas que sabe que molestan al otro
Sentir inseguridad
Quejarse con frecuencia de los malos tratos, ocupar siempre una posición de “víctima”
ASERTIVIDAD
La clave de vivir las relaciones con salud, no está en descubrir la cuasa del dolor, ni en evaluar todos los defectos que tenemos, sino en aprender a ser asertivos.
Se trata de una actitud ante la vida responsable, consciente, donde defendemos nuestro punto de vista, expresamos con claridad y precisión lo que ocurre, en el momento adecuado, con respeto a los demás, sin trasmitir nada que pueda tergiversar lo que intentamos trasmitir.
Características:
Aprendemos a poner límites y sabemos reconocer los derechos ajenos
Aprendemos a crear una escala de valores, objetivos y personales, que nos ayuden a identificar aquello que es realmente importante, prioritario, y encargarnos de ello
Manifestamos los sentimientos en primera persona. “No me gusta que me hables de esa forma” en vez de “siempre me hablas mal” o “deja de hablarme así”
Sabemos exactamente lo que queremos comunicar y cómo nos sentimos ante un determinado asunto, sin divagar nos enfocamos en ello.
Sabemos decir NO, respetando y siendo honestos con nosotros mismos
No pedimos perdon por expresar lo que sentimos
No reclamamos
Somos conscientes de nuestra comunicación no verbal: los gestos, el tono de voz, el comportamiento postural… evitando mostrar cosas y decir otras contrarias
Si pedimos algo no lo hacemos a cambio de otra cosa, somos conscientes de la petición y no vivimos en una deuda social
La asertividad se pierde cuando:
Castigamos
No reconocemos nuestros sentimientos y emociones
No reconocemos nuestras prioridades en la vida ni los valores personales
No reconocemos nuestros límites
Pedimos disculpas ante todo
Culpamos a los demás de nuestras malas decisiones
Nos situamos en un lugar de víctima
Obtenemos resultados con conductas agresivas o con sumisión
Conocemos la conducta a seguir, pero la ansiedad nos lleva a actuar malestar
No reconocemos los derechos ni propios ni ajenos
No entregamos una respuesta concreta cuando deberíamos hacerlo
Desarrollar una conducta asertiva:
Primero de todo es bueno diferenciar mínimamente una conducta pasiva, agresiva o asertiva, para no caer en una trampa mental, acusando al otro de tener un comportamiento dañino y evitando responsabilizarnos de nuestra mala actitud. Una conducta asertiva nos ayudará en gran medida en la vida, y posibilitará relaciones más sanas y equilibradas.
Técnicas para desarrollar la asertividad:
La pregunta asertiva:
Partiendo de que la pregunta del otro es bien intencionada, se le pregunta para que nos realice un feedback positivo y constructivo. En qué considera que lo hicimos bien y mal, en qué podemos mejorar
Aplazamiento asertivo:
Cuando una situación se escapa de nuestras manos, posponemos la discusión y el enfrentamiento del conflicto para otro momento u otro ambiente. Por ejemplo, evitamos discutir en la calle, delante de desconocidos o en situaciones que puedan generar humillación tanto a otros como a nosotros mismos
Diferenciar y evitar la confrontación:
Muchas veces hablamos generando una confrontación e iniciando una lucha de poder. La confrontación es un ataque directo, a veces aprovechando los errores del otro, remarcándo y humillando su situación. Se trata de reconocer y no entrar en este tipo de situaciones, transformando la confrontación en feedback
Feedback constructivo:
Realizar un feedback positivo nos ayudará a descubrir cómo ayudar al otro a corregir los errores, y cómo nos puede ayudar el otro a corregirnos y superarnos. Es una herramienta valiosa, cuando no está cargada con el veneno de la ira, el rencor, el temor… para realizar un buen feedback hay muchas estrategias, algunas buenas son señalar tanto lo que la persona hizo bien como lo que hizo mal, resaltando sus puntos más positivos. También sirve realizar un feedback mutuo. Otra técnica muy positiva es reservar un día a la semana o utilizar el momento tras completar un ciclo o tarea para pedir feedbacks que nos ayuden a superarnos a nosotros mismos, y a la vez exponer feedbacks a otros en el momento oportuno, evitando en todo momento que se pueda malinterpretar y generar una confrontación. Un feedback se convertirá en una gran herramienta, y nos ayudará a manejar las críticas y encaminarlas a reconstruirnos y mejorar
Sopesamos la importancia del problema:
Poco a poco, a través del desarrollo de la asertividad buscamos tener un baremo de valores y prioridades, descubrir qué es importante y qué no. En la discusión descubrimos qué tiene realmente importancia, incuso preguntamos a la otra persona sobre lo que le resulta tan importante para discutir. Entonces evaluamos cómo enfrentarnos a ese problema en función de su prioridad en nuestras vidas, respetando siempre la escala de valores del otro
Disco rayado:
Una de las primeras técnicas para desarrollar la asertividad es, una vez que tenemos claro una decisión, repetimos el argumento y la respuesta de forma paciente y tranquila, sin dejarnos influir por la manipulación ajena
Reconocer los propios autosaboteos:
Muchas veces ignoramos en qué medida somos nosotros quienes nos obstaculizamos vivir mejor y estar bien. Reconocer los propios autosaboteos nos ayudará a construirnos con más amor propio, desarrollando mejor autoestima y autoconocimiento, y permitiendo que no culpemos a otros de nuestros propios errores
Prioridades:
Reconocer las diferentes acciones en 4: tareas prioritarias (acciones imprescindibles), tareas prorrogables (todas aquellas que podemos dejar para otro momento), tareas delegables (todas aquellas que nos podemos permitir delegar en otros, aprendiendo a quién podemos delegarlas) y tareas prescindibles (todas aquellas que no necesitamos para nuestra vida). Una persona asertiva y equilibrada tiene clara esta diferencia y logra enfocarse en sus prioridades
Delegar:
Aprender a delegar y a quién delegar cada tarea, realizar el feedback constructivo y oportuno, evitando toda confrontación, después de delegar una tarea, es imprescindible para ser asertivo
Banco de niebla:
Se llama así cuando se le da parte de razón al otro evitando así una discusión que podría subir de tono
Ignorar de forma asertiva:
Cuando una discusión trata sobre algo que no nos influye, o valoramos que va a ser una provocación y una acción
Reducir el pensamiento emocional:
Para que la comunicación sea limpia y clara, y los objetivos se logren en toda relación, los pensamientos irracionales y emocionales deberían medirse y controlarse. Se trata de realizar un reflexión sobre las emociones conflictivas y los propios actos irracionales que nos llevan a vivir en el autosaboteo y en las convivencias dolorosas
Reducir el uso del imperativo:
Ordenar a alguien es una falta de respeto a la que nos hemos acostumbrado. Pero a veces, en trabajos y convivencias, no nos queda otro remedio que pedir algo a alguien sabiendo que la otra persona debe de hacerlo quiera o no quiera. En esos casos podemos proponer la acción a realizar, o utilizar la orden en forma de pregunta para no mostrarnos tan directos y autoritarios. También exponiendo las razones que nos llevan a reclamar dicha acción, y así no generar manipulación ni engaño en nuestra petición
Transformar el lenguaje:
El lenguaje mal utilizado puede ser doloroso, malintencionado, confuso… Traducir nuestro lenguaje, comprenderlo y transformar algunas palabras y expresiones podrá ayudarnos a tener un lenguaje más respetuoso y claro
Escuchar antes de responder:
La base de la asertividad es reconocer los propios sentimientos y los propios pensamientos. Esto significa partir de un conocimiento claro de las propias necesidades. Cuando estamos aireados o en una discusión, a veces es desafiante mirar hacia dentro y escuchar. Es un grato ejercicio que nos ayudará poderosamente en nuestra vida