La desvalorización de la cultura ancestral

La cultura ancestral, las antiguas tradiciones, se fundamentan en un lenguaje que recoge los símbolos que sostienen a la humanidad, ya que, para perdurar, este lenguaje ha debido de ser universal y atemporal.

Muchas veces de una pasada intentamos analizar los conceptos más sagrados de las culturas más antiguas, pero en vano podremos descubrir un reflejo vago del significado de su mensaje en nuestra otiempo. Cada era es diferente, cada interpretación dependerá del contexto actual, de la cultura y educación del observador, pero también de la profundización que se pueda realizar en la tradición que intentamos conocer.

Las tradiciones no son buenas ni malas, las culturas no son buenas ni malas, son los resquicios que han logrado sobrevivir al paso del tiempo.

Un pueblo colonizado, invadido, perseguido, guerras, invasiones, migraciones… aun así siempre queda algo de aquella primera cultura, unos rasgos que se mantienen más allá de todos los obstáculos. Y no por respeto a la cultura en sí, sino porque esos rasgos continúan siendo valiosos.

Un lápiz tiene miles de años, pero ha sobrevivido, sigue siendo un instrumento preciso, perfecto y útil. Y por ello sabemos que es un instrumento universal y atemporal, lo que significa que dentro de miles de años continuará siendo útil.

Los rasgos actuales de las distintas culturas del mundo son igualmente precisos instrumentos para guardar la esencia de los las gentes del mundo. Son tesoros que ayudan a fortalecernos independientemente de nuestro origen y nuestro destino.

La institucionalización de la cultura y las tradiciones, siempre ha sido un instrumento para degradarlas y destruirlas.

Cuando Roma se apoderó de la fe cristiana, la institucionalizó y la degradó poco a poco. Roma tenía este plan desde el principio, destruir la cultura cristiana porque no lograba controlarla. Poco bueno podemos decir de esta institucionalización que fue el origen de tantas guerras, injusticias y torturas. En nombre de una antigua cultura usurpada e institucionalizada, lograron degradar el camino para llegar a un mensaje que el mismo pueblo mantenía vivo sin necesidad de normas, estructuras, jerarquías ni hogueras.

La institucionalización de cada una de las culturas del mundo fue lo que ocasionó las torturas y castigos del pasado por “pensar” diferente de la norma. Cuando hasta la fecha pensar, sentir y vivir era algo natural y propio del ser humano, en el momento que un gobierno decidía hacerse cargo de la cultura para protegerla, preservarla o guiarla en la dirección que ese gobierno elegía, siempre, en cada lugar, hemos sido testigos a lo largo de la historia, como este apadrinamiento a supuesto un sacrificio para todos los demás.

Todas las religiones del mundo no son más que instituciones que intentan guiar y preservar una cultura, que previo a esa institución, no requerían instrucciones ni guías, protección ni jerarquías, pues el mismo pueblo la protegía por ser valiosa, útil y esencial en la vida.

Igual que no ha sido necesidario insitucionalizar el uso del lápiz, ni asesinar ni torturar a todas las personas que utilizaran el lápiz de forma correcta. Tampoco es necesario institucionalizar los valores humanos, y castigar a todas aquellas personas que tengan valores diferentes de los estandarizados. Los valores humanos surgen de la empatía natural del ser humano, no requieren ser enseñados, se aprenden de forma natural al convivir fuera de la institución.

Degradar una cultura, un símbolo, una enseñanza antigua, un mensaje, un cuento de hadas, la mitología, simplemente consiste en institucionalizarlo. Cuando esto ocurre, unas pocas personas eligen lo que creen que se debe conservar y lo que creen que se debe eliminar, y en base a esto, eligen cuidar, proteger ciertos aspectos de la historia, del pensamiento humano, de la ciencia, de todas las áreas de la vida, y eliminar cualquier resquicio de pensamiento alternativo como una herejía antinatural.

Sin embargo, herejía, etimológicamente significa: el que piensa por sí mismo.

Un hereje, un humano libre, recoge lo que considera útil, no lo que considera más valioso, sino aquello que realmente le sirve en la vida. Así se conservan las culturas. No son deudas, ni compromisos, ni mucho menos lastres, son aspectos que han ayudado a la humanidad a sobrevivir durante milenios.

Años atrás, todos los pueblos del mundo conocían remedios naturales eficaces para cuidar su salud. Poco a poco, por necesidad, por cautela o por ambición, se fue institucionalizando la medicina y la farmacia. Hoy día se desaconseja completamente utilizar todos aquellos remedios que sirvieron en tantas y tantas culturas durante milenios. En menos de 100 años han destruido todos los conocimientos naturales y culturales válidos para el cuidado de la vida. La institucionalización de la medicina es el mejor ejemplo de desprecio cultural y social, al haber sido el instrumento, totalmente dirigido, hacia la desvalorización y el descarte, prohibiendo y persiguiendo, cualquier alternativa que siempre fue aceptada. Los mismos profesionales de la medicina ridiculizan cualquier vía alternativa natural que fue eficaz durante miles de años años, y si sirvió tanto tiempo, por qué no va a ser eficaz ahora.

Años atrás, todas las culturas tenían técnicas de crianza naturales y sencillas, y poco apoco la institución médica se esforzó mucho en enseñar lo importante que es para el bebé no pasar tiempo en los brazos de su madre, que duerma separado, o que tome leche química para ser más fuerte el día de mañana. Estamos en un momento histórico único donde los recién nacidos duermen en cunas y en habitaciones separadas y el colecho está mal visto. Algo tan sencillo y natural, que lleva siendo parte de la humanidad desde el comienzo de la misma, en unos pocos años se ha ido corrompiendo, dando pie a métodos de crianza artificiales y fríos.

De la misma forma, nada tiene que ver el budismo previo a los monasterios, con el budismo tradicional, pudiéramos incluso descubrir en esto dos caminos completamente opuestos, e incluso uno de ellos pudiera parecer la burla del otro.

Igual que nada tiene que ver el cristianismo con la iglesia católica, siendo completamente opuestos en filosofía, y en el concepto de hermandad y amor. Pues mientras la iglesia católica se enriqueció a costa de invasiones y diezmos obligados, torturando a todos los que no pensaban como ellos, el cristianismo se basa en el amor y el compartir.

Igual todas esas religiones de las cuales hasta está prohibido hablar negativamente.

Más allá de las fes religiosas y las filosofías del mundo, la cultura sirve para dar respuesta a preguntas esenciales del ser humano. La cultura se mantuvo intacta tantos milenios porque las respuestas sirvieron a generación tras generación. No fue el temor lo que hizo que las tradiciones del mundo continuaran, sino su utilidad y el servicio que entregaban al mundo.

No opino con esto que haya que preservar las culturas antiguas, ni que las tradiciones sean buenas o malas. Cada uno es libre de opinar al respecto.

Sólo observó cómo con la institución se logró acabar con la mayor parte de las culturas y tradiciones del mundo. Con la organización y jerarquización de las estructuras políticas, económicas y sociales, se logró en la historia quitar todo poder al pueblo.

Posiblemente haya cosas que sea necesario institucionalizar, como las mismas instituciones o los mismos gobiernos, o esa gente importante que hace cosas importantes.

Yo sólo soy una hormiga, como puedo saber si es bueno o malo algo tan colosal como una institución, invisible para los ojos humanos, pero atronadora y aplastante para la inocente ave sin enjaular.  

Lo único que puedo saber es que, si algo ha durado más de 5000 años, es porque ha sido útil. Y como componentes de una sociedad que busca la institucionalización y organización de todo cuanto observamos y tenemos, estaría bien comprender el peligro que esto supone al ser la institución y las jerarquías el instrumento más eficaz para deteriorar, corromper, aplastar y eliminar aquello que perdura en el tiempo y de ninguna otra forma se logra eliminar.

Hubo en el pasado conquistas en pueblos a través de la fuerza. Fueron duras, y ambos lados se fortalecieron en su fe, luchando unos contra otros hasta la muerte. Pero también hubo conquistas con la palabra y la fundación de estructuras organizadas, que más que entregar sabiduría, entregaban mentiras y negaban toda libertad de ser.

Observamos hoy las culturas antiguas como aspectos primitivos del ser humano, las menospreciamos y las degradamos, mientras que realmente fueron antorchas de luz que guiaban en caminos oscuros. Y no tenemos más que eso, un legado entregado por la experiencia de millones de voces que la institución, cualquiera que sea, busca acallar.  

Observa pues todo aquello que a perdurado más de 5000 años, más de 10.000 años, algo tan sencillo como un lápiz, como la chimenea, la lactancia materna, las plantas medicinales, la necesidad de cantar que surge en todos los pueblos cuando las familias se reúnen, los peregrinajes que son anteriores a cualquier religión, la siesta, el bebé en brazos de su madre…

Da lo mismo lo que esta o cualquier civilización haga por destruir la cultura y los valores esenciales y naturales humanos, de aquí a otros 5000 e incluso 10.000 años, seguirá perdurando.

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