Musica desde el silencio

Musica desde el silencio

No ensucies el silencio, acompáñalo, míralo.

A veces el silencio dice mucho más que cualquier sonido, es más inteligente en esos momentos callar y escuchar el sabio silencio. Pero si aun así, si en ese silencio quieres bailar, cántale una canción, pero primero escúchale con atención.

El silencio no se va a ir, allí permanece en lo oculto, llamándote. Con la mirada puesta en él acaricia la posibilidad de convertirte en silencio, de fundir tu música y tu cuerpo en silencio.

Una experiencia de luz y sonido fundiéndose en el todo.

Así, callada, la guitarra te mirará y te sonreirá. Ella tampoco dice nada, eres tú quien la hace hablar.

Igual que cuando un beso de amor no dice nada, pero te hace sentir.

Toma la guitarra como un objeto de ritual, sin hablarle, sin importarte cómo es. No importa lo buena o mala que sea, lo vieja que sea, quién la haya tocado, su procedencia. Toma la guitarra igual que tomas la vida, con total aceptación. Y con la guitarra en las manos, intégrala en tu aura. Evita todo sufrimiento cuando tengas la guitarra en las manos. Evita sufrir por ella o por la música que no suena, evita sufrir en el recuerdo de todo lo que no ha podido ser, de la frustración del ruido, de la ansiedad de estar vacío. Con la guitarra en las manos, en el cuerpo, en la mente, evita la lucha por alcanzar una meta. Ya sólo queda meditar. Meditar en ti, en el silencio, en la música callada.

Un instante contémplate y siente la emoción hasta que no haya miedo, ni vértigo, hasta que sea natural. O hasta que el ego se disipe y la necesidad de “tocar bien o el sentimiento de poder hacerlo mal desaparezca. Tu no eres la música, ella te dará la mano si le gustas. Tú no tocas la guitarra, el cielo te toca a ti, te mira, te ama, te sonríe a través de tus manos.

Tu mente callada. Esto es muy importante. Si tu mente habla, apacíguala, regresa la guitarra al suelo, apártate de toda intención mental, y enfócate en escuchar el silencio dentro de ti. De esta forma la mente no enturbiará la meditación silenciosa.

Cuando ya tengas la mente limpia, el corazón abierto, las emociones templadas, revisa la guitarra y escúchala. A veces la guitarra suena diferente, algunas veces te necesita. Escúchala y equilíbrala. Este es un acto sagrado.

Cada persona adquiere una forma de equilibrar su instrumento, igual que escuchas tu mente, escuchas tu ruido, así igual escucha tu instrumento y háblale para que esté en el perfecto equilibrio que necesitas. Tal vez esté mejor afinada contigo, tal vez esté peor. Intenta un sonido claro al equilibrarlo. Evita el miedo de disfrazar el momento en superficialidad. Afinar un instrumento es importante, es prepararse, es sentir lo que vas a hacer. No te apures en ello, sin prisa, sin detenerte, enfocado completamente y ágil en tus movimientos, escucha tu instrumento y háblale para que te conozca según lo afinas. ¿Y qué le puedes decir tú a tu instrumento? Nada, solo te das a conocer e integras su energía en la tuya. Cada instrumento es único, antes de tocarlo, conócelo. Se trata de música ritual, sagrada, música callada es música para escuchar y sentir el alma. Un ritual tan antiguo como el arte del te, simplemente toma consciencia de lo que haces y siente el momento.

Háblale a tu cuerpo, escúchalo. Escucha cómo tu cuerpo también es música, también reconoce lo que vas a hacer. Tu cuerpo te mostrará tu miedo, o tu orgullo, o tu timidez. Tu cuerpo hablará por ti y es grato escucharlo mientras te afinas a ti mismo.

Luego, una vez más, regresa al silencio. Todo preparado, el instrumento templado, tu corazón afinado, tu mente en silencio. Escucha la vacuidad.

El silencio no está en ningún lado, todo lo contiene. El Universo es música sagrada que danza en silencio. Por un instante entra en el vacío de tu Ser y descúbrelo. Siente ese silencio hasta que seas ese silencio, hasta que vibres en ese silencio. No añadas nada a él, no le quites nada. El silencio nada tiene. A él todo regresa y de él todo surge. Simplemente estás en él, nada puedes añadir, nada puedes quitar porque nada tiene y todo lo tiene, porque nada puede haber en él.

Al escuchar el silencio, te conviertes en él.

Y así sabrás que realmente meditas, de pronto no intentas alcanzar algo que no eres, algo que está fuera, o lejos, algo que te produce ansiedad o necesitas conocer. De pronto todo deseo desaparece. Ya no eres quien escucha el silencio, ahora eres él.

En ese momento, si lo deseas, puedes empezar a tocar. Si lo deseas puedes permanecer así, en meditación.

Simplemente medita. No te mantengas medio dormido con los ojos cerrados. Medita, consciente, en el presente. Dormirse es escapar de la atención. Disfruta, ama tu silencio y cuídalo. Igual que se cuida la vida, que se cuida a un recién nacido, cuida ese momento sagrado.

Entonces puedes tocar una nota, dos, tres, una armonía.

Abraza tu música callada.

Poco a poco que ascienda esa música hasta el espacio infinito de tu experiencia interior. Que la música se convierta en los peldaños hacia ti mismo. Adora los silencios de tu música, adora cada nota, las fugaces, las intensas, aquellas que se pierden, aquellas que se desafinan, aquellas que no se dan. Que cada vacío esté lleno de intensidad y consciencia. Que el sonido sea silencio, tu mente presencia, tu cuerpo consciencia. Y enfócate en ser lo que estás siendo. Sin intentar alcanzar algo que no está. La nota que vendrá, ya llegará, la que se fue, ya se fue. Vive el presente, la intensidad del ahora. Relajándote y presente.

Así, poco a poco, que tu ritmo sean los pasos sagrados hacia el interior de tu ser. Marcando el camino que has de seguir. Y que en cada nota, en cada frase, en cada silencio musical, encuentres más a Dios en tu corazón.

La musica callada eres tú.

1 comentario en “Musica desde el silencio”

  1. Raquel Marlene Dugan

    Graciass!! Querida Altair, que bello! Espero llegar a experimentar, ese silencio, esa sabiduria…profundamente hermoso , gracias.

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