Meditación: Océano en la mirada
La meditación océano en la mirada nos guía a una forma más profunda de situar el punto de atención, convirtiendo la mirada que no se apega a las formas ni los significados ni las ilusiones como el centro del trabajo. Meditación realizada en octubre del 2019.
Meditación océano en la mirada
Todos en algún momento nos hemos sentido perdidos, sin rumbo.
Observamos el cielo y no encontramos sentido a nada
Nuestra voz parece hueca
Y aunque sentimos amor por las personas que nos rodean, hay un sentimiento vacío.
Esa sensación es la que tenemos que aprovechar, ese sentimiento es el que nos va a conducir al sendero.
Se trata de un bosque, donde todos en algún momento entramos, y parece que no hay salida alguna. Podemos pasar días, meses años, creyendo que no hay salida. Se desdibujan todas las líneas y formas. Todas las creencias. Todo desaparece. Hasta que, sin ninguna lucha, ni esfuerzo, sin intención, ni de mejorar, ni de perderse más, ni de rendirse si quiera, disolvemos toda idea de separación y dualidad, sanamos esa herida de la traición que hace que creamos que estamos tan solos, cuando por un instante creemos que hemos encontrado el hogar, en nosotros mismos, y entonces se desdibuja todo bosque, desaparece nuestro nombre, y aventureros, completos, comenzamos a caminar, ahora sí, a la aventura de nuestra propia vida, sin entretenernos en las sombras de nuestra mente.
Posiblemente haya pasado años entretenida en las brumas de mi mente, igual que todos vosotros, intentando entender porqué siento esto, porqué viene este pensamiento ahora, porqué elijo esta situación y no otra, porqué me duele aquí y no aquí, porqué estoy molesta con esta situacfión, intentaba entender. Había demasiado esfuerzo por comprender dónde estaba. Era un bosque espejo con una bruma, y mi mente entretejía una y otra ilusiones en las que me quedaba atrapada.
Pero hay un día, en el que el bosque se desdibuja. Y no significa esto llegar a algún sitio, sino que ya no hay esfuerzo. Ya no hay tanta bruma. Hay una sensación de inseparatibilidad. Una sensación dichosa de unidad. Y desde esa vamos a intentar empezar el trabajo.
Imagina que todas las brumas de tu mente se han disuelto, que no hay nada que te entretenga, que no hay nada que necesite ser clarificado, que estás justo donde debes estar, en el centro de ti mismo. Que todo cuanto te rodea son proyecciones de mi, ilusiones. Imagina que estás ahí, en el centro. Y deja, de, gastar tantas energías, de esforzarte tanto en intentar disolver esas energías o entenderlas. Simplemente comprende lo que son, e imagina que estás en el centro de ti, y respira.
Tu postura, tu cuerpo, respira. Estás en ti.
Tus oídos, perciben todas las ondas, que llegan a ti desde todas partes.
Y tus oídos no solamente son las orejas, es una vibración que percibes por toda tu piel, y no luchas contra ello, no se altera tu mente con esa apariencia de los sonidos y ondas.
Todos los sonidos callan en el momento que te tocan, y la única vibración que permanece es la sensación de inseparatibilidad.
Siente tu cuerpo, sereno, tranquilo, sosteniéndote, firme, seguro.
Y nota que no hay lucha, no hay esfuerzo.
Pon atención ahora en tu mirada, no en tus ojos como órganos. En la mirada. Como si fuese un océano, o un mar, o un lago. No intentes contener o dirigir la energía de la mirada como si fuese un río, sino expande, la sensación de tu corazón, la luz de tu mente, en el océano de tu mirada. Y descansa tu mirada en ese océano.
Inhalas, exhalas, estás en tu cuerpo.
Tus órganos, tu piel, tus músculos, tus ojos, tu lengua. Todo se descansa, todo se relaja. Inhalas y exhalas y estás en tu cuerpo. No hay sensación de límite corporal. No hay sensación de presencia en tu cuerpo.
Todo nace en ti. Todo afluye a ti. Tu atención está ahí. Y tu mirada como un océano sin prisa, sin dirección, sin intentar entender, comprender, ni comprometerse con nada. Tu mirada descansa en ese océano. Es ese océano. No intenta observar nada. No se altera con las distintas ilusiones que ante ti se presentan. Descansa.
En este sencillo ejercicio ocurre algo, muy interesante, algo que nos ayudará a profundizar. Y es que no estás en ninguna de las apariencias. Ni las apariencias del pasado, ni las del futuro, ni las del presente. Sólo estás. Sin pasado, sin futuro, sin presente. Estás. Y eres libre a todas las definiciones. Pues en tu mente no se origina ninguna.
Tu mirada interna, como la espada de la verdad, disuelve toda realidad e ilusión. Es un ejercicio sencillo y completo. Tu cuerpo, y el océano de la mirada.