Nuestra voz es poderosa.
En metafísica, aprendemos que TODO ES MENTE. Sabemos del primer principio metafísico, que aquello que pensamos se manifiesta. Los pensamientos no son simplemente aire que se disuelve, sino pequeñas manifestaciones que lanzamos al Universo. Cada pensamiento que tienes determina todo cuanto ocurre en el exterior.
La tendencia de pensar sobre uno mismo, bien o mal, genera un tipo de pensamiento más estancado, como un dialogo interior. En un aspecto negativo el dialogo interior limita nuestra capacidad de crear y conducir nuestra mente hacia fuera, pues los mismos pensamientos tienen una tendencia al propio auto-saboteo. Girando sobre sí mismos, enlazando con aspectos del pasado, los pensamientos se quedan en pequeños decretos de limitación e impotencia.
La tendencia de pensar sobre los demás, bien o mal, genera un pensamiento agresivo, dirigido a cambiar a otras personas, a modificarlas y transformarlas. Los pensamientos enfocados en el juicio y la opinión, construyen realidades ajenas que les obstaculizan, ensalzan, limitan… El dialogo interior en estos casos está basado en otras personas, no en uno mismo, quien se puede considerar como víctima de las acciones ajenas. En esos pensamientos, cargados de dolor o empatía, la persona dirige todo su poder de creación a modificar la vida de otros. A veces se introducen en la intimidad ajena, rebuscando o diseñando ese mundo secreto y desconocido del otro. Creyendo que se conocen sus pensamientos, sus emociones, sus intenciones, pero tan sólo invadiendo y acechando de una forma indiscreta y violenta a las demás personas.
Los pensamientos en conexión con la naturaleza, son equilibrados. Escuchan, dialogan y profundizan en conexión con lo que ocurre. Sin una tendencia de bloquear, limitar, cambiar ni examinar el exterior ni el interior, son una mirada tranquila y serena. En esta tendencia las buenas ideas y los decretos, se manifiestan de una forma constructiva y dirigida hacia la generación de experiencias reales que siempre aportan y están en equilibrio con nuestro entorno.
Muchas veces sufrimos sin saber lo que nuestra poderosa mente está ocasionando.
Antes de dirigir el pensamiento hacia la VOZ, es importante aprender a pensar para manifestar en armonía con el Universo, en equilibrio con los demás, sin dañar ni intimidar. Lograr una forma de mente constructiva y saludable.
Los pensamientos se mueven constantemente en nuestra mente, pero algunos empiezan a ser repetitivos e intensos. Eso se debe a que estos pensamientos han tocado nuestras emociones. Cuando pensamos en algo que nos entrega alegría, o una persona que nos genera entusiasmo, o alguien que nos enoja, o algo que tememos, es más normal que los pensamientos se repitan. Los pensamientos asociados a las emociones y los sentimientos se tornarán mucho más poderosos y tenderán a repetirse.
El subconsciente no discierne, no decide, no opina, no actúa con voluntad. Tan sólo reacciona reflejando aquello que se le ha entregado. Es un potente bibliotecario automático que día y noche archiva cada una de las experiencias, visiones, intuiciones que tenemos. Pero el subconsciente no distingue entre la verdad y la mentira, no comprende las bromas ni las ironías.
Un ejemplo clásico de cómo funciona el subconsciente es el catarro, desde pequeño se nos ha hablado de que una corriente de aire, un día frío, puede acatarrarnos. El niño activo un peligro subconsciente al frío, como si el frío contagiara algún tipo de enfermedad. Incluso puede justificarlo de mil maneras. Pero de pronto, ese día frío, esa corriente de aire, generan una reacción en el cuerpo de un catarro. Ya no fue un virus, ni un germen, ni si quiera el frío lo que enfermó a la persona, fue el mismo miedo.
Al aceptar ciertas ideas erróneas, se generan reflejos subconscientes, que automáticamente actúan en diferentes situaciones de la vida. Cargados de emoción, afectan a nuestra vida, al cuerpo, a la mente.
La mente poderosa genera la enfermedad, la alegría, el enamoramiento, la libertad, la prosperidad, la tristeza, la depresión….
Por ello, aprender a pensar es determinante para empezar a transformar nuestra vida y tener una dirección en ella. Pero también comprender cómo afectan nuestros pensamientos y nuestros decretos ante otras personas.
En metafísica, ante un visión negativa, sea una visión, una intuición o una experiencia real, se actúa rompiéndola. Se busca que en la mente se construya el mundo desde un aspecto positivo y constructivo, y no desde un aspecto destructivo y negativo.
El alumno, en cuanto tiene una visión negativa, la que fuere, la rompe en su mente, tal cuál un cristal que se quiebra en mil pedazos, y reconstruye una nueva imagen positiva y constructiva superpuesta a la anterior.
Por ejemplo, cuando vemos una persona enferma, rápidamente rompemos esa visión estancada en el dolor y la enfermedad, y decretamos que esa persona es salud y vida, y recolocamos una visión de sanación, observando como el cuerpo se cura rápidamente y se recompone hasta estar perfectamente saludable.
Cuando vemos una persona triste, dolida, en seguida rompemos esa visión en la mente y la transformamos en una visión de alegría, de dicha, de apertura, comprendiendo que tal vez estemos observando un proceso de transformación interior.
Lo importante en este ejercicio es redirigir nuestro foco para que la mente no “construya” en base al dolor y al miedo.
La fórmula consiste en recordar y reconocer, cada vez que algo ocurra dentro o fuera de ti en contra de la armonía perfecta y divina, que tú eres perfecto y que esa visión o esa experiencia se creo a raíz de una creencia errada que tú creaste. Ya esa porque estás proyectando una visión o una creencia interior negativa, o porque estás atrayendo una igual del exterior. Tu mundo interno no está en perfecto equilibrio, ay una creencia errónea, un juicio, un pensamiento negativo que ha generado esa experiencia.
Tras este reconocimiento simplemente NO ACEPTES esa realidad. No aceptes esa manifestación. Se trata de comprender que surge del desequilibrio, de la creencia errónea, y no desde la perfección.
Después declara la VERDAD de ese problema o esa situación, osea, su opuesto.
Pongamos un ejemplo, si lo que estás observando es enfermedad, tan sólo rechaza esa verdad en tu mente y en tu visión, comprendiendo que la experiencia surge porque tu mente “cree” y “crea” la enfermedad, dentro y fuera de ti, y declara que la verdad de ese problema es la salud. Manifiesta la salud. Manifiesta la vida saludable desde tu mente, en tu interior primero hacia todo cuanto te rodea.
El decreto es la forma más poderosa de manifestar en la vida.
Tus palabras son lo que lograrán que se manifieste con más fuerza tu mundo exterior, tanto las palabras que manifiestan y generan, como las que actúan en la ley de atracción, atrayendo manifestaciones ya generadas.
Cada palabra que pronuncias es un decreto. Y cada palabra, el Universo te la devolverá con fuerza.
Todo aquello que salga por tu boca, aunque no creas en ello, generará tu vida. Y lo único que puede transformar tu vida, es renovar tu mente para tener pensamientos positivos, constructivos y enfocados.
En un trabajo más avanzado, uno no sólo intenta rechazar los pensamientos negativos, sino que incluye en ellos a otras personas. No aceptar el miedo, ni las manifestaciones de pobreza, de angustia, de desorden y desequilibrio, ni en uno mismo ni para otros, te ayudará a comprender que ser testigo de ciertas experiencias, es también ser co-creador en ellas. Lo que le ocurre al otro, también es parte de ti.
En este aspecto, uno no intenta convencer al otro para que piense positivo, sino simplemente manifiesta con fuerza su rechazo hacia esa creación, propia y ajena.
La ley de atracción es la ley de la “fe que mueve montañas”. Todo cuanto temes, lo atraes y acaba ocurriendo. Todo lo que pides en oración, o en decreto, lo creas y lo recibes.
Cuando no conocemos las leyes universales, tememos el mal, tememos que nos ocurran cosas malas, pero cuando conocemos las leyes universales, sabemos que aquello que llega a nuestra vida, nosotros mismos lo hemos creado.
La fe es seguridad, convicción. La persona segura de sí misma tiene éxito, logra cuanto se propone, sus decretos e ideas se manifiestan con prontitud. Cuando ha comprobado esto una y otra vez, la fe adquiere más fuerza y se manifiesta cada vez más rápido.
Cuando una persona es insegura, sus pensamientos se centran en el miedo, en las limitaciones. Entonces experimenta una y otra vez eso que está pensando. Lo ve a su alrededor, se sitúa en un lugar de debilidad, de impotencia, y cree que los demás son iguales. Les visualiza incapaces, sin poder personal.
La envidia transforma la visión de la persona sana en una persona enferma, la persona exitosa en una persona fracasada. La persona insegura cuando observa el mundo que le rodea, no puede alegrarse ni ser objetiva, su visión está enfocada en lo negativo, incluso lo negativo que aún no se ha manifestado pero cree, esta segura de que se acabará manifestando.
En el trabajo avanzado, el alumno de metafísica aprende a decretar en armonía con el universo, por la voluntad divina, por la gracia divina y de manera perfecta. Cuando decreta es perfectamente consciente de que el universo entero le está escuchando.
El trabajo avanza cuando uno comprende como todos sus pensamientos son oídos y recibidos desde todos los rincones, y un eco atraerá de regreso las vibraciones de nuestros pensamientos. Entonces el alumno busca tener una mente equilibrada, para generar vibraciones constructivas y positivas, de él mismo y de todo cuanto le rodea. Entonces esas visiones, pensamientos, palabras, son devueltas con fuerza y prontitud.
En el último proceso del aprendizaje del mentalismo, el alumno reconoce que el universo es abundante, reconoce la capacidad creadora y manifestante de la mente universal. Reconoce la perfección y vive en ella, en un perfecto equilibrio con todo, avanza por la vida con el corazón abierto y confianza en el mismo y en su capacidad creadora.
El decreto y el pensamiento, en este proceso es más evolucionado, y busca que se manifieste toda la gracia, la perfección, para uno mismo y para todos. En este nivel, temor en el pensamiento no existe, pues se comprende que todo es manifestación, creación, voluntad, armonía, perfección.
Se considera que cualquier cosa que llegue a nuestras vidas es perfecta con lo que somos y lo que pensamos, y en vez de rechazar las experiencias y las vivencias, se transforma la mente para que llegue a nuestra vida algo más equilibrado y armonioso, con nosotros y con el SER.