La ecuanimidad es un valor humano fruto del desarrollo personal. Se trata de la última de las cuatro divinas moradas (atención consciente, amor incondicional, dicha plena, ecuanimidad)
El trabajo para realizar esta práctica es una labor constante de soltar y buscar el equilibrio personal.
Todos los objetos, personas, sentimientos o emociones que nos rodeen serán tratados por igual.
Es interesante buscar este sentimiento en la cocina, con los alimentos, aceptando e integrando todo lo que nos llegue con la misma actitud neutral, sin rechazo ni apego.
Tras esto trabajarlo con las demás situaciones de la vida será mucho más sencillo.
El logro se obtendrá cuando vivamos ciertas situaciones sin alterarnos, sin apego ni rechazo. Lo cual nos entregará gran equilibrio y paz interior.
Cuando este sentimiento nos cuesta, al igual que en las anteriores prácticas podemos ir por fases:
1º Buscamos sentir ecuanimidad hacia una persona que nos sea indiferente
2º Buscamos sentir ecuanimidad hacia una persona cercana o alguien que admiremos
3º Buscamos sentir ecuanimidad hacia una persona que nos haya hecho algún daño
4º Buscamos sentir ecuanimidad hacia todas las situaciones y seres que nos rodean
5º Buscamos sentir ecuanimidad hacia nosotros mismos