Meditación en la luz que hay en ti

Descubre lo sagrado de la luz que hay en ti.

Cada aspecto de la vida es sagrado.

No cabe duda que esto es así. Cada aspecto de la naturaleza esencial es sagrado.

Y cada aspecto de la propia naturaleza es igualmente sagrado

¿Cómo logramos conectar con la naturaleza esencial?

Primero sacralizando cada instante de la creación, de nuestras palabras, nuestras miradas, nuestras acciones, por pequeñas que sean. Sacralizando el momento. Se trata de un acto de bondad, respeto, admiración, percepción que se abre hacia una nueva forma de sentir.

La vida es sagrada, y actuamos cada día sintiendo que pertenecemos a algo sagrado, que aflora de nosotros algo sagrado. Nuestra voz, nuestro respirar, todo. Deja por instante de intentar ser mejor, y observa, escucha. Ya eres perfecto y sagrado. Escucha un momento esa respiración que es sagrada y parte de ti, hacia todo. Y te conecta con todo.

Respira de tal forma que sientas que todo lo que haces es sagrado, escuchando, percibiendo, y entonces estarás profundizando en un estado de conciencia unido a un sentir que transformará tu actuar vulgar, en sabiduría y amor.

Inhala y exhala sabiendo que es sagrado

Respira

La vida es un simple respirar

Un simple caminar hacia dentro y hacia fuera

Cuando el corazón se cansa de sentir aquello que nos duele en la vida, es porque no comprendemos lo sagrado de cada instante. Entonces haz este sencillo ejercicio y conecta con lo sagrado.

Y vamos más profundo

Lo sagrado no es algo valioso porque brilla, ni porque genera paz, ni porque es importante, lo sagrado es aquello que surge de la totalidad, inmutable. Es la luz invisible que desprende la mirada del recién nacido. Son los primeros rayos del sol anunciando un día bello. Es la flor que se abre al infinito. Lo sagrado son tus pies caminando esta tierra que también es sagrada. Lo sagrado es el latido constante de tu corazón hasta el más allá.

No es una lucha por entenderlo, sino un observar con detenimiento desde una visión contemplativa.

Aunque mires y te detengas ante el objeto, el sujeto es incapaz de ver. Pero desde la “no visión” una conexión profunda hace que se despierte una sabiduría más profunda y serena.

Cuando miras a una persona amada, sabes que a los ojos del necio esa persona es igual a todas las demás, sin embargo, tú ves algo que otros no ven. Ves su esfuerzo en la vida, sus experiencias, tu sentimiento ante ella, todo lo vivido juntos, lo que sufre, lo que le hace feliz, lo que le falta y lo que ya tiene. Ves sus dones y los admiras. Entonces sabes que esa persona es sagrada. Para ti es sagrada. Tiene algo especial, vivo, algo indescriptible que hace que cada día la ames y le aprecies más. Alto indescriptible y amoroso.

Pero no lo puedes explicar.

Esta misma mirada no surge del sujeto, no surge de tu personaje, ni de tu piel, ni de tus ojos, surge de todo el sentir compartido y de la sabiduría de la existencia divina del otro. Entonces no hay sujeto que observe, sino contemplación sagrada desde el amor incondicional al ser que se manifiesta en una forma concreta.

Entonces sabes que la vida es sagrada, y que detrás de la vida, cada experiencia del otro es sagrada, cada instante del otro es sagrado.

Pero no lo puedes explicar.

Porque no hay visión concreta, sino puro sentimiento de vida.

Así, de la misma forma, admira tu respiración.

Quédate un instante admirando lo que inhalas y exhalas, quien inhala y exhala, lo que te ocurre cuando inhalas y exhalas, lo que ocurre en el Universo cuando inhalas y exhalas, la vida que se manifiesta indescriptible cuando inhalas y exhalas, el gozo de existir del cual eres consciente cuando comprender que ese inhalas y exhalar es sagrado.

Y quédate un instante comprendiendo que estás contemplando la divinidad.

¿Que exista o no exista? Que importa. Igual que el amor indescriptible, lo que sientes es indescriptible.

Por eso el primer paso es comprender que la naturaleza es sagrada. Nos ayuda a conectar con lo más sagrado del corazón. A apartar la mente y a fluir con la vida.

Cueste lo que cueste, todo desencadena en más existencia. Cueste lo que cueste, sin importar el precio, continúa existiendo vida, incluso más allá de la vida. Por eso no hay resistencia a ese fluir.

Lo primero es conectar con lo sagrado. En cada instante, desde la respiración hasta el cielo, desde las nubes hasta el cuerpo, desde los pies hasta el latir del Universo. Conectar con lo sagrado no sólo es escucharlo, sino sentir que somos una totalidad.

La luz que hay en ti de una forma técnica, material, parece que no está, que no existe. Parece que no hay luz. Sin embargo, cuando una vida se apaga, algo literalmente parece que deja de estar. Y también es sagrada esa otra vida que desconocemos en ese cadáver, también es sagrado ese gran proceso de transformación tan esencial. Pues sí solamente somos polvo de estrella, imagina cuántas transformaciones surgieron para llegar a la palabra. De cada muerte surge una vida completamente diferente.

Pero por de pronto podemos enfocarnos en esa luz que podemos percibir pero que no podemos describir. La luz de la mirada, el pulso, la sensación de que un ánima anida en el cuerpo. No sabemos qué es, porqué está ahí, qué significado tiene. Sabemos que es algo espiritual, o bello. Algo que podemos admirar o amar. Algo sagrado.

Y poco a poco, descubrir esa luz clara en cada destello de manifestación que se nos presenta.


Y esta es una muy buena meditación.

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