Encuentro de Meditación en Miami Platja

En esta semana pasada, hemos tenido un maravilloso y transformador encuentro de meditación en Miami Platja. Y como siempre, tras un encuentro o un retiro, se fortalece la familia de luz, y quedan intensos aprendizajes, transformaciones que nos impulsan a continuar y mejorar. En este encuentro, sobresale lo hermoso que es compartir, apoyarnos en el grupo y crecer junto a una familia que nos respeta, nos valora y nos escucha.

La unión y el cariño que se fortalecen en cada encuentro de la escuela Kailash son un verdadero sostén. Cada persona, tan diferente, tan única, tan increíble, aporta algo nuevo y transmite sabiduría a todos los demás.

En este retiro hemos realizado baños chamánicos, prácticas de iniciación para alcanzar un estado profundo de meditación y aprendimos a facilitar y transmitir nuestro propio estado meditativo. También profundizamos en el trabajo con las emociones, en el desarrollo personal y, de forma sutil, en los valores humanos y en la importancia de mantener una atención constante sobre ellos.


Fitoterapia y Baños Chamánicos

Las plantas contienen la sabiduría de la tierra: flores, hierbas, árboles y minerales. El agua dulce de ríos, cuevas, cascadas y lluvia; el agua de mar, que calma y suaviza el corazón.

Extraer la sabiduría y la magia de las plantas es un arte que requiere la fortaleza y la sutileza del agua. Cuando se les habla, se les canta y se les permite actuar, ayudan a limpiar, fortalecer, curar y proteger.

Durante este retiro hemos aprendido algunas plantas, sus propiedades y cómo trabajar con ellas, y hemos realizado unos baños chamánicos especialmente sanadores.

Los baños chamánicos son una experiencia sensitiva, purificadora y liberadora. En este retiro, la chamana Bea de Madrid, y yo , hemos realizado once baños mágicos con plantas sagradas, que concluyeron con un baño de sol y otro en el mar.

Aquellos que han vivido estos baños cocieron las infusiones, colaboraron en la preparación y experimentaron un viaje de purificación sensitivo y profundo.


El ir al encuentro

En el I Ching, el hexagrama 44, llamado “El ir al encuentro”, representa el momento en que un aspecto débil —un capricho, un veneno de la mente, una emoción desbordada o un objetivo superficial— llega a gobernar nuestras acciones. Muestra la arrogancia juvenil y las decisiones impulsivas de quien cree saber lo que quiere, pero también advierte de la llegada de personas o circunstancias que exigen lo que no les corresponde.

El planteamiento es claro: la conciencia busca expandirse y crecer, y eso es sano y oportuno. Sin embargo, si es el ego, la vanidad o los caprichos los que “van al encuentro”, el resultado difícilmente será beneficioso.

Este hexagrama nos invita a detenernos ante nuestras decisiones, juicios y objetivos, a preguntarnos de dónde surgen nuestras verdaderas intenciones y a actuar con coherencia, integridad y honestidad.

Tanto cuando nos esforzamos sin ver resultados, como cuando no ponemos empeño ni voluntad, es valioso preguntarnos: ¿qué parte de nosotros está decidiendo y gobernando nuestra vida?

Durante este retiro hemos planteado en distintas ocasiones estas situaciones en las que el «gobierno» de nuestras decisiones pende de aspectos débiles de la mente, que no inútiles ni aspectos negativos, sino aquellos que no deberían gobernar nuestras vida por ser insignificantes, superficiales o caprichosos.


Sanar el dolor

En el encuentro, hemos aprendido lay diferentes formas de sanar un dolor.

La vía más espiritual consiste en conectar con la pureza y la esencia de la mente, allí donde el dolor no existe. En la meditación, podemos disolverlo en el silencio y en la conciencia plena. Comprendemos que no somos el dolor, aunque lo vivamos. Lo abrazamos, lo invitamos a nuestro espacio interior y lo observamos hasta que se disuelve, dejando solo luminosidad y amplitud en la mente y el corazón.

Otra vía es disolver el juicio. Los juicios son cristalizaciones que impiden sentir y enfrentar la emoción dolorosa que esconden. Al disolverlos, la emoción se abre y se libera, permitiéndonos ser honestos con nosotros mismos. La mente cristalizada puede incluso crear falsas sensaciones de iluminación, pero bajo ellas, el dolor permanece oculto. Identificar el juicio, cuestionar su veracidad y analizar quiénes somos cuando lo creemos, es clave para liberarnos.

Un tercer camino es recomponer la historia. Nuestra narrativa personal, al ser revisada desde otros ángulos, muchas veces pierde fuerza o se transforma. Podemos descubrir que proyectamos un dolor antiguo sobre personas o situaciones actuales, culpando a quienes solo nos ayudaron a revivirlo. La sanación requiere reconocer el origen real del sufrimiento, más allá de las apariencias.

En todos los casos, sanar el dolor implica dos elementos esenciales: conciencia y amor. Este amor es lo que podemos vivir como el abrazo al dolor, como el perdón o la gratitud. La consciencia es la verdad, el afrontamiento a la historia auténtica, la transparencia y claridad en el encuentro con uno mismo, la honestidad y humildad.


Iniciaciones espirituales

En el retiro hemos recibido y aprendido a transmitir iniciaciones espirituales, una reconexión con la sabiduría y el conocimiento trascendental.

Recibir una iniciación es un regalo, no sólo es recibir una enseñanza, sino que también integra en nosotros la llave de una puerta hacia el conocimiento interior. Recibir una enseñanza es una transformación espiritual, mental, física y emocional. Recibimos de aquellos que anduvieron antes que nosotros. Recibimos como recibimos los regalos de la vida.

En el tiempo actual donde todo el mundo se cree independiente, capaz de lograr todo solo, capaz de superarse solo, olvida que, en la vida, lo más seguro, es que nunca logremos sentir o pensar algo que nadie más allá sentido o pensado. Unas pocas personas en la historia de la humanidad, han logrado trascender la mente vulgar y ser originales, únicas, mostrando la gran capacidad humana, pero en general, todos nuestros pensamientos, sentimientos, vivencias… surgen del inconsciente colectivo y forman parte del entramado mental humano.

Una iniciación es recordar que lo que vivimos es el resultado de muchas vivencias que otros tuvieron antes que nosotros, es recibir un regalo, porque reconoces esos pasos que hubo antes que tú, y sabes que aquello que tu vivirás, generará igualmente huellas que otros seguirán tras de ti.

Trasmitir una iniciación es entregar las claves de tu propio autodescubrimiento. Es realizar el regalo más valioso, tu propia sabiduría.

Pero todos sabemos que no todos los regalos son bien recibidos, y aprender a trasmitir, también es aprender a valorar lo que uno tiene.

Habrá personas que busquen, pero no deseen encontrar, habrá personas que ni si quiera busquen y creas que les será útil lo que tú conoces, y habrá personas que menosprecien todo lo que tú les entregues, ¿qué tienen en común estás personas? Te harán perder el tiempo y la energía, te desgastarán y evitarán que tu experiencia, tu conocimiento, pueda llegar a quien sí lo valore y sí lo aprecie.


Intentando formar parte

Incluso cuando alguien está mucho tiempo en un grupo, a veces no logra encajar, no logra encontrar su lugar. Se siente fuera del espacio o no sabe cómo contribuir. Es algo común pero doloroso. Cuando una persona se siente aun a medias, puede hacer daño, generar dolor en otros y en si mismo. Se centra en sus necesidades, en sus placeres, o incluso se centra en sobresalir.

Integrarse en un grupo o en un trabajo, consiste en aunar los propios objetivos con los objetivos del grupo. Es así de sencillo.

Las personas damos mucho valor a lo emocional, a lo subjetivo, y desatendemos lo práctico y objetivo. Para formar parte de un grupo, para formar parte de una acción, en equilibrio y sin desgaste, tan sólo hay que sincronizar los objetivos, aunque es probable que la mayoría de las veces no todos los objetivos de unos y otros coincidan, pero en general, habrá aquellos que sí, que permitan una unión y un trabajo en equipo.


Inseguridades manifestadas

Cuando una persona es insegura, cuando no se valora ni se ama, aparecen rasgos que destacan, cualidades negativas visibles del dolor personal.

Las personas con inseguridad que intentan ocultarlo, se muestran egocéntricas, con falta de empatía, intentan sobresalir, superarse constantemente y demostrar que son capaces de cualquier cosa. A veces emprenden aventuras increíbles, viven en la superación personal y pueden incluso observar con desprecio todas las demás personas. El yo y la necesidad de demostrar lo que uno es capaz de hacer, genera que las personas inseguras hablen constantemente de si mismas, de sus éxitos, de sus aprendizajes e incluso de sus conclusiones. Ignoren a los demás o que comparen constantemente las experiencias y éxitos de otros con las propias.

Las personas, cuando convierten su inseguridad en un alardeo constante de su propio poder, sabiduría y valía, logran que todos se alejen de ellos, generando más inseguridad, más temor, y más muestras de superioridad.

Ante esta situación, en este retiro, el grupo ha sido amable, ha detectado esto y ha actuado con sabiduría, amor y cariño. Ha sido una familia preciosa, acogiendo con amor y paciencia el temor de alguna persona a no ser amado. La enseñanza que la familia y el trabajo grupal ha generado al mostrar amor y ternura ante las muestras de arrogancia, ha sido admirable.

Cuando las inseguridades generan vergüenza, timidez o temor, la persona muestra algo contrario, no se atreve, se encoge, tiembla ante los retos y desafíos, huye de ellos.

En este caso, la persona insegura cree que jamás será capaz y se bloquea ante lo nuevo. Puede tener ansiedad, angustia y sobre todo temor a equivocarse.

No participan creyendo que meterán la pata, no dicen nada, creyendo que sus palabras no servirán a nadie, o que ni si quiera serán escuchadas, no aportan porque sienten que no tienen nada que aportar. Cuando por fin se arman de valor e intentan aportar algo, tienden hacerlo en tareas más serviles, como cocinar, barrer o servir. Todos nos hemos visto en esta situación, como todos nos hemos visto en todos los venenos de la mente. Es doloroso, cuanto más “sirves” y colaboras, peor te sientes contigo mismo, porque sabes que podrías hacer más, pero no te sientes capaz, o no crees que sea valorado, o que sea el momento…

La familia, el grupo del retiro, también aquí actuó con sabiduría y amor. No dio importancia, no generó diferencias ni se aprovechó de la condescendencia tan cómoda y gratuita que alguna persona entregó. Fue valioso, porque valoraron a cada persona, independientemente de sus acciones, sus palabras, sus emociones. El grupo comprendió que el proceso de cada cual no importa ni define a alguien.


La envidia

La enseñanza más hermosa que hemos tenido, ha sido el reconocimiento de una persona a su propia envidia. Ha sido transformador, fácil, liberador. Muchas veces, una persona siente rabia injustificada hacia alguien, todo lo que esa persona es, lo que representa, lo que hace, genera rabia, odio, y juzgamos y generamos chismes, insultamos y menospreciamos, pero detrás de todo eso, sólo hay envidia. Reconocerla es muy difícil, y transformarlo aun más.

Entonces comienzan dos caminos: por un lado hay que hacer un trabajo de comprender porqué envidiamos a esa persona. Que nos falta, o cómo nos gustaría ser y evitamos ser, para tener tanta envidia, pero por otro lado, hay que hacer un trabajo de sanación, pues durante mucho tiempo hemos generado pensamientos dolorosos hacia alguien, nuestra mente ha generado veneno y  ese veneno estaba puesto todo en una misma dirección.

Es fácil reconocer la envidia, pedir perdón, o no, y empezar a trabajar en uno mismo el sentimiento de carencia que genero esa envidia. Es desafiante transformar cada uno de los pensamientos que hemos tenido tóxicos y dañinos en admiración, bendición y deseos de superación.

Este retiro ha sido un regalo cuando todos hemos podido ver una persona que transformó su dolor de tanto tiempo en comprensión, en aceptación y humildad. Pero ahora empieza un largo viaje de transformación y sanación, que obliga a replantearse el dolor generado en la otra persona y en uno mismo, con tantos pensamientos negativos, con tanto odio, con tanta rabia silenciosa.


Abrir el corazón

Abrir el corazón requiere una familia, un grupo, una conexión real con las demás personas. Recluirnos en nosotros mismos, nos puede hacer más sensibles, generando la falsa ilusión de bondad, generosidad, sinceridad o incluso amor, pero sólo cuando estos valores y sentimientos se muestran en el grupo, podemos asegurarnos que forman parte de nosotros.

El grupo que ha acompañado a este y los demás retiros de estos años, ha sido un grupo amoroso, honesto, generoso y hermoso.

Las personas que forman parte de los retiros, quienes llegan nuevos, tienen un lugar y un espacio que les permite abrir el corazón, sentirse amados, aceptados, valorados…

Es cierto, que a veces las personas más acostumbradas a ellas mismas, les cuesta al principio formar parte de una familia, pero la familia de la escuela que hemos creado entre todos, es realmente valiosa.

Compartimos las comidas, los descansos con alegría. Compartimos los paseos, los baños en el mar, los cuidados, la cocina y los espacios con generosidad, compartimos las noches con festejos, risas y alegría, y acabamos los retiros cantando, danzando, abrazándonos y riendo.

Es un grupo hermoso, una familia que va creciendo y nos sentimos muy afortunados de formar parte de ella.

Publicaciones Similares