Los sueños: un plano espejo

Un ejemplo de un plano reflejo del nuestro es el mundo de los sueños donde todo es un reflejo exacto de nuestra vida, de nuestras emociones, nuestros pensamientos. Pero tan sólo es un reflejo. Desde el mundo de los sueños nada se puede tocar de nuestro mundo. No podemos acceder a él, sencillamente porque estamos en otro plano, pero desde dentro podemos ver con fidelidad todo lo que se nos escapa y nos esconde nuestra experiencia en la vigilia.

El sueño es una puerta a un más allá. Si reflejamos nuestro mundo, no arriba, ni abajo, ni a un lado ni al otro, sino hacia lo subconsciente y profundo, nos encontraríamos con un sueño, puede verse enrevesado, desordenado o claro y limpio, tal vez dependa únicamente de cómo este nuestro mundo despiertos, aquello que refleja, o tal vez sólo se refiera a con qué conocimiento y claridad caminamos por nuestro espacio interior.

Para lograr sueños dulces y agradables debemos lograr un mundo interior, un pensamiento, unas emociones, tan dulces y gratas como queramos encontrar. Si queremos lograr un sueño de búsqueda y aprendizaje, debemos trabajar una actitud de búsqueda.

Aquello en que centramos nuestra atención, consciente o inconscientemente, surgirá en los sueños.

En el punto exacto de entrar en el sueño parece que nos hemos perdido, que nos hemos despistado. Es necesario mucho trabajo interior para que uno sea consciente exactamente en qué momento entra en los sueños, en qué momento sale de ellos. El cambio de plano se hace notorio por la gravedad.

En los sueños, el cuerpo no está. No tenemos todas las limitaciones de nuestra carne y de nuestros aspectos más terrenales. Sólo es un reflejo de nuestro mundo interior.

Tal vez tengas algún dolor, enfermedad o problema en los sueños, e incluso puede llegar a haber dolor, pero no se trata de un dolor igual que durante el día. Sino algo mucho más interno y emocional.

Los sueños son una forma de comprender nuestro interior.

Incluso dentro de los sueños puede haber otros sueños. Dentro de un sueño podemos soñar y ver otro reflejo de algo mucho más oculto, secreto, profundo.

¿Se puede salir del sueño sin despertar? ¡Claro que sí! Es una labor que producirá una sensación de gran intensidad y consciencia y sólo se produce a partir de la conciencia de que estamos dormidos, que estamos en un sueño, el significado de nuestro camino y un estado de presencia consciente.

Cuando despertamos dentro del sueño se puede asemejar el resultado a despertar en lo cotidiano. Todo se torna presencia. Es un estado de visión clara y una sensación de estar completos y en armonía con nuestro ser. No cambia el paisaje, o sí. No cambiará el argumento, o tal vez sí. Lo que seguro que cambiará, será nuestra atención y nuestro sentir.

En los sueños podemos encontrarnos difuntos. Personas que ya se fueron y de alguna manera nos hablan a través de los sueños ¿significa esto que en la vida real están los difuntos caminando entre nosotros? Es posible que así sea. Sobre todo significa que entre nosotros están aspectos de estas personas que ya se fueron. Tal vez sean aspectos positivos o negativos, no importa tanto. Su presencia en nuestro sueño no se refiere tanto a la experiencia de conexión con el Ser divino que se manifestó en el cuerpo y la identidad que conocimos, sino en los aspectos que se manifestaron en lo concreto y a los cuales tuvimos acceso. Incluso se nos presenta un maestro o maestra que falleció hace años y no llegamos a conocer, de la misma forma es una emanación de su esencia, no la esencia en sí. Igual que nosotros en el sueño no somos más que emanaciones de nosotros mismos e igual que en la vigilia tampoco somos nuestra esencia sino una manifestación concreta de la emanación de la esencia. De esta forma podemos comprender que tanto en un sueño, como en la vigilia, como en un viaje mental, no podemos llegar a tocar una verdad absoluta, sino un reflejo de la misma que sirva a nuestra experiencia en particular para conectar con la esencia a través de la emanación de la naturaleza divina.